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Sergio Fajardo, dirigente político / Gustavo Petro, senador de la República. El debate de los presidenciables empezó por las decisiones económicas para afrontar el futuro. | Foto: Juan Carlos Sierra

POLÍTICA

Fajardo-Petro: la economía y los votos

Cómo sacar la economía de la crisis va a ser el tema central de la agenda política. Petro y Fajardo ya se lanzaron al agua.

2 de noviembre de 2020

Las personas llamadas a regir los destinos del país saben algo con claridad: la economía va a ser el tema más sensible y de ella dependerá el éxito. Acertar en reactivar el aparato productivo, generar empleo y recuperar el terreno perdido durante la pandemia en materia social van a ser objetivos definitivos para los colombianos en general y, en consecuencia, van a ser sustantivos a la hora de generar simpatías. “Economía y votos” es la consigna en el futuro próximo.

El primer gran debate entre los políticos más representativos de dos de las alas alternativas apuntó directo al corazón de la política económica. Y las propuestas son heterodoxas.

Petro y Fajardo

Sergio Fajardo, líder del partido Compromiso Ciudadano, lanzó un programa agresivo en sus propuestas y alcances llamado “Empleo de Emergencia Ya”.

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Se trata de un gran plan de obras públicas que deberán ejecutar el Gobierno nacional, los departamentos y municipios por $50 billones. Según el propio Fajardo, financiaría esta obras con emisión de deuda y un préstamo directo del Banco de la República a la Nación.

Firma esta propuesta no solo Fajardo, también un grupo importante de expertos e intelectuales. Se trata de Gonzalo Hernández, profesor asociado de Economía y director de Investigación de la Universidad Javeriana; José Antonio Ocampo, profesor de la Universidad de Columbia; Mauricio Olivera, ex viceministro de empleo y pensiones; Mariana Fajardo, bióloga y miembro de Compromiso Ciudadano, así como Germán Barragán, gerente de Educación y Empleo de la Fundación Corona.

Inmediatamente, el dirigente de la Colombia Humana, Gustavo Petro, criticó la propuesta de Fajardo. Aseguró que se trata de financiar la reactivación con más deuda y se pregunta de qué manera se pagarán esos pasivos.

A cambio de esa propuesta, puso sobre la mesa un plan de recuperación de la industria y el agro, con aranceles y sobrecostos a importaciones con impacto medioambiental. Además, dijo que la emisión debería destinarse a un gran programa de paneles solares en los hogares colombianos y conexiones de banda ancha para las pymes.

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Petro ha venido insistiendo en la necesidad de reconvertir la economía colombiana con un proceso de industrialización y fortaleciendo el sector agrícola, para abandonar la dependencia de materias primas como el petróleo y el carbón. Eso implica proteger la producción local con aranceles y otros mecanismos que graven las importaciones que contaminen.

La fórmula

El portafolio de opciones se ha ampliado, básicamente porque los políticos entendieron que la ciudadanía requiere de medidas urgentes y heterodoxas. Pero hay que hacer un buen balance entre cada una de esas opciones, y sus impactos de mediano y largo plazo.

Por ejemplo, que el Banco de la República emita para financiar al Gobierno es un expediente inédito en la historia de Colombia. En la misma Carta condicionó esa posibilidad a la aprobación unánime de los codirectores y los demás miembros de la Junta del Emisor.

Las obras públicas van a tener un rol principal en el proceso de reactivación.

Esa puerta se cerró, porque la emisión primaria para financiar al Gobierno originó muchos problemas durante la década de los setenta y ochenta. La causa principal fue haber cubierto el elevado déficit público con recursos de emisión del Banco Central.

Muchos se preguntan si en unas circunstancias extraordinarias como las actuales este mecanismo tendría otros efectos. Una operación de estas características podría, en primer lugar, impactar el nivel general de precios de Colombia, lo que haría más pobres a los pobres, que ven afectada su capacidad de compra. En segundo lugar, emitir para financiar al Gobierno podría significar el cierre del financiamiento externo, lo que agravaría los problemas fiscales del país.

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La otra fórmula, la de proteger la economía mediante medidas contra las importaciones, que han mencionado distintos sectores, también tiene su antecedente en Colombia y la región: la era cepalina de la sustitución de importaciones. Si bien proteger la industria fortalece la producción local, es claro que también tiene su lado negativo: medidas como estas están en la base de la actual guerra comercial que empezó el presidente Donald Trump para proteger a su industria. Claramente, esta vía también genera un problema: como las economías están tan interconectadas, la sustitución de importaciones no se puede lograr sin que signifique un sobrecosto final para los consumidores. Esto, porque el acceso a bienes intermedios se hace más oneroso por cuenta de los mismos aranceles, o porque la oferta de ciertos productos importados se afecta por la incapacidad de la industria local de suplir la demanda. Además, el cierre de fronteras desicentiva a las empresas locales a ganar en eficiencia y productividad.

El país necesita acudir a medidas extraordinarias para reactivar su economía, pero es necesario ir con pies firmes para no agravar los problemas.