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El economista Nouriel Roubini está del lado de los pesimistas. Para él, todas las razones para el optimismo son incorrectas.

Crisis externa: ¿el principio del fin?

Pese al repunte de los mercados financieros y de acciones, lo único cierto es que nadie sabe cuánto más durará la recesión, ni si la economía mundial volverá a crecer de acuerdo con su tasa potencial.

27 de mayo de 2009

Durante semanas, y como consecuencia del mejor comportamiento de los mercados financieros y de acciones, se mantuvo la esperanza de que la recesión podría terminar a mediados de este año y que el crecimiento se restablecería a comienzos de 2010. Sin embargo, las buenas expectativas se han desvanecido a medida que se han publicado algunos indicadores, no muy buenos, y que analistas del estilo de Nouriel Roubini, han rebatido todas las razones para el optimismo. De hecho, más que en datos objetivos, en general, el optimismo de algunos se basa simplemente en el buen comportamiento de los mercados y en la expectativa de que hacia adelante todo va a mejorar.

Las cifras no son buenas. En el primer trimestre del año, la economía de la zona euro cayó 2,5%, jalonada por la alemana que se redujo 3,8%. Alemania, por su alta dependencia del comercio internacional ha sido uno de los países más afectados con la crisis, a pesar de no haber tenido una burbuja de finca raíz ni problemas de crédito de los hogares.

En Estados Unidos la situación tampoco es alentadora. Mientras las cifras de empleo siguen mal, las ventas del comercio no repuntan y la producción industrial y la vivienda continúan cayendo, lo que necesariamente afecta la capacidad de recuperación de la economía de ese país. Igualmente, en Inglaterra, la situación es difícil y según el Presidente del Banco Central de dicho país, la recuperación de la economía tardará varios meses en llegar.

Pero como siempre, frente a una misma realidad hay quienes miran el futuro con más optimismo que otros. Entre los primeros está el grupo de analistas económicos de JPMorgan, que le apuestan a tiempos mejores en el corto plazo, no sin advertir sobre los riesgos aún presentes y la posibilidad de que definitivamente no haya crecimiento el año entrante.

Sus expectativas se basan en el supuesto de que las tres encuestas empresariales que siguen arrojen resultados positivos a la altura del verano. Estas son la PMI de JPMorgan, la Shoko-Chukin de Japón y la Ifo alemana.

De igual forma, creen firmemente en la pronta recuperación de Asia en la medida que ven a muy corto plazo el restablecimiento de los flujos de comercio intrarregionales y prevén crecimientos positivos en Corea y Taiwán. En Japón, las cosas también deberán mejorar a medida que los estímulos fiscales vayan surtiendo efecto.

En cuanto al mercado laboral en Estados Unidos, consideran que se irá mejorando poco a poco y que, aunque se seguirán perdiendo puestos de trabajo, el ritmo será inferior a los 500.000 mensuales.

Los hogares, por su parte, empezarán a consumir gracias a las ayudas fiscales y al restablecimiento de la confianza.

Hay riesgos, sin embargo, especialmente del lado de los mercados financieros, como por ejemplo, que las condiciones financieras no respondan al cambio esperado en el ciclo de negocios o que los intereses suban como consecuencia de los altos déficits fiscales.

El aumento del precio del petróleo es también un riesgo en la medida que afecta los ingresos de los hogares. Según esta entidad, un precio de US$70 por barril representa una reducción de 1,5% del ingreso de Estados Unidos.

Del lado de los pesimistas está, como siempre, el economista Nouriel Roubini. Según él, aunque algunos datos sugieren que la tasa de contracción de la economía mundial se está desacelerando, es un error creer que todo se va a acabar a mediados de 2009 y que la recuperación se va a dar a comienzos de 2010. Según el economista, todas las razones para el optimismo son incorrectas.

The Economist tampoco es optimista y ve hacia adelante un crecimiento lento de la economía de Estados Unidos, debido a que pasará un tiempo antes de que los hogares de ese país hayan ajustado sus finanzas. En esto coincide con Roubini, quien argumenta lo siguiente para controvertir a los optimistas.

En primer lugar, los datos recientes de empleo en Estados Unidos no son buenos. El hecho de que en abril se perdieran 540.000 puestos de trabajo es pésimo, aunque represente una mejora frente a los 650.000 que se perdieron en marzo. Además, hay que tener en cuenta que hacia delante, cuando se produzcan los despidos en GM y Chrysler, la tasa de despidos necesariamente va a aumentar. No hay que olvidar que en la crisis anterior, en 2001, la pérdida de empleos fue de 150.000 por mes.

En segundo lugar, los resultados de consumo y ventas en abril y mayo son muy malos. Los optimistas olvidan que el consumidor americano no tiene ahorro, tiene deudas excesivas que, frente al pico de la bolsa de 2007, perdió el 50% de su riqueza y ha perdido el 25% del valor de su vivienda, que tiene su ingreso en juego y además puede perder su empleo. Y, finalmente, es muy posible que los alivios tributarios que acaba de recibir los ahorre en lugar de utilizarlos para consumir más.

En tercer lugar, la producción industrial sigue cayendo, aunque a un menor ritmo. El optimismo de que la producción industrial va a crecer una vez toque fondo, se basa en el supuesto de que las ventas se van a recuperar una vez dejen de caer. Pero, hasta ahora, todos los componentes de las ventas finales siguen cayendo y difícilmente, cuando dejen de caer, van a crecer como para poder soportar un aumento de la producción manufacturera. "El consumo sigue cayendo, la inversión residencial sigue cayendo, el gasto corporativo sigue cayendo, así como las exportaciones. Lo único que crece es el consumo del gobierno", afirma.

En cuanto a la vivienda, Roubini considera que los precios tienen que caer entre un 15% y un 20% adicional, antes de que toquen fondo. La inversión residencial cayó 30% en el primer trimestre y va a ser un problema para el PIB, al menos hasta el primer trimestre de 2010. La peor recesión de la vivienda en la historia está todavía presente.

Para Roubini, la recesión en forma de U se va a extender a todo lo largo de 2009 en Estados Unidos y en las otras economías desarrolladas y el crecimiento en el 2010 y 2011 va a ser bajo y lento. Puede que haya un par de trimestres de crecimiento rápido hacia finales de año a medida que se sale de la recesión, las empresas reconstruyen inventarios y las medidas monetarias y fiscales hacen efecto. Pero, las debilidades estructurales harán que el crecimiento sea bajo e incluso para él existe la posibilidad de que la tasa de crecimiento potencial se reduzca.

No descarta una recesión en forma de W, con señales de recuperación en 2010, pero con una nueva caída a finales del año o comienzos de 2011. Esto debido al aumento de los precios del petróleo, de impuestos y de tasas de interés nominales y reales debido al temor de problemas de mediano plazo de sostenibilidad fiscal y el temor de que la monetización de los déficits fiscales desemboquen en presiones inflacionarias.

En conclusión, lo más probable es que la razón esté de parte de los pesimistas. La recuperación de la producción industrial, que va de la mano de una mayor generación de empleo, solo podrá darse en la medida que los hogares americanos puedan volver a consumir. Algo imposible en las condiciones actuales.