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Los pequeños productores cambian sus decisiones de producción para minimizar los costos del conflicto armado. | Foto: Archivo

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¿Qué le pasa a la economía de un país en conflicto?

Colombia ganaría una década de crecimiento económico sin alzados en armas. Esta es una de las conclusiones que plantea el libro Costos Económicos y Sociales del Conflicto en Colombia de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, el cual analiza los efectos de la guerra en la economía del país.

14 de octubre de 2014

Desde la academia, un grupo de economistas estudió los costos del conflicto, enfocándose en tres dimensiones fundamentales: los efectos sobre la industria manufacturera, la producción agrícola y la inversión extranjera y los publicó recientemente en el libro Costos Económicos y Sociales del Conflicto en Colombia ¿Cómo construir un posconflicto sostenible?

“Miramos hoy en día cómo son los efectos del conflicto armado sobre todas esas dimensiones. Por ejemplo ¿qué sucede hoy con las empresas manufactureras cuando el conflicto se vuelve más intenso? y ¿qué pasa con la producción agropecuaria?”, explica Ana María Ibáñez, decana de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, autora y editora de la publicación.

Uno de los hallazgos más relevantes indica que para las economías departamentales, el PIB departamental con conflicto armado tarda en duplicarse 18,5 años, aproximadamente y sin conflicto armado se duplicaría en 8,5 años, lo que indica que Colombia ganaría una década de crecimiento económico sin alzados en armas. Esto de acuerdo con los cálculos de los autores Édgar Villa, Jorge Restrepo y Manuel Moscoso, quienes analizan cuánto les cuesta a las economías departamentales de Colombia —en términos del producto interno bruto (PIB)— el conflicto armado y el crimen organizado.

Para llegar a esta conclusión, utilizaron un modelo estructural teórico y datos recientes del PIB departamental en Colombia durante el período comprendido entre 1988 y el 2009. Sus estimaciones indican que un incremento en los ataques unilaterales de los grupos armados o de los secuestros de un 1 % reducen el PIB departamental en promedio un 0,04% y un 0,36%, respectivamente.

Los autores estiman que firmar y alcanzar la paz con los grupos guerrilleros de manera absoluta en el país, manteniendo incluso la violencia criminal, equivaldría a un aumento de 4,4 puntos porcentuales en la tasa de crecimiento anual de las economías departamentales.

Industria manufacturera
Frente al comportamiento de la industria manufacturera, Adriana Camacho, Catherine Rodríguez y Román Andrés Zárate encontraron que el conflicto armado aumenta de manera significativa la salida de firmas y que el impacto de la guerra sobre esto depende del objetivo de los ataques, la identidad del grupo armado que los lleva a cabo y las características del conflicto en cada región.

Si los ataques de los grupos armados aumentan en un 10%, esto incrementa en un 10,3% la probabilidad de salida de una firma. Lo anterior quiere decir que si en este momento salen alrededor del 4,2% de las firmas del mercado, con un crecimiento de los ataques de 10%, se eleva al 4,6%, el porcentaje de empresas que deciden retirarse, especialmente las más pequeñas y las más jóvenes.

Otro dato interesante muestra que el impacto del conflicto es más alto cuando más de un grupo se está disputando el territorio: si 90% de los ataques son perpetrados por mismo grupo, la salida de firmas es menor, señala el libro.

Producción agrícola

¿Cuál es el impacto del conflicto sobre la producción agropecuaria de los pequeños productores? Este fue uno de los interrogantes planteados por los autores del libro, y la respuesta que encontrar es que los pequeños productores cambian sus decisiones de producción para minimizar los costos del conflicto armado.

“Se dedican más a actividades que generan retornos en el corto plazo, como los cultivos transitorios y el ganado. Entonces en vez de cultivar, por ejemplo, cacao y café, que son cultivos más permanentes y que dan más rentabilidad, pero que toman más tiempo en cosechar, se concentran en ganadería y dejan un porcentaje alto de la tierra sin explotar, precisamente porque están en medio del conflicto armando y prefieren no explotarla y reducir sus inversiones anuales”, afirma Ana María Ibáñez.

En esta parte del libro, María Alejandra Arias y Ana María Ibáñez estudian las respuestas por parte de los hogares rurales a la presencia de grupos armados en las regiones. El análisis se concentra en dos decisiones cruciales de producción agrícola: el uso del suelo y las decisiones de inversión. Los resultados muestran que aunque con el tiempo los pequeños productores se acostumbran a vivir en medio del conflicto y aumentan sus inversiones.

La investigación muestra que pese a estos ajustes, la producción continúa siendo menor de lo que habría sido en ausencia del conflicto, pues la presencia de grupos armados está asociada con un incremento en la tierra sin explotar. “Por ejemplo, los hogares con 4 años de presencia de grupos armados tienen en promedio 7,4 puntos porcentuales más de tierra sin usar y 7,7 puntos porcentuales más de pastos subutilizados”, indican sus autores.

A manera de conclusión, este apartado plantea que además de mitigar los impactos más tangibles y directos de los ataques violentos, las políticas públicas deben reconstruir la confianza entre los pobladores, así como la confianza de la población rural hacia el Estado para reducir la incertidumbre derivada del conflicto y dinamizar la producción agropecuaria.

Inversión
Uno de los temas abordados por los economistas Andrés Castañeda y Juan Fernando Vargas es el efecto causal de diferentes hitos del conflicto colombiano en la percepción extranjera del riesgo soberano del país.

Según los autores, después de cada evento la reacción de los mercados financieros depende tanto del contexto político de cada hecho como de la manera como los mercados internalizan con el tiempo sus consecuencias.

“Por ejemplo, la captura del líder guerrillero Simón Trinidad fue percibida por los inversionistas extranjeros como un evento favorable para su evaluación de la calidad de la deuda colombiana. Por su parte, el impacto “positivo” de la operación Fénix, en la que murió Raúl Reyes, contrasta con la visión “negativa” que generó el hecho de que esta se llevara a cabo en territorio ecuatoriano”, dice la investigación.

Así mismo, muestra que por otro lado, el efecto que tuvieron sobre la percepción de riesgo-país las operaciones Sodoma y Odiseo es mínimo, en comparación con otras operaciones similares que ocurrieron con anterioridad. Esto sugiere que los mercados financieros aprenden con el tiempo e internalizan las condiciones del conflicto.

El posconflicto
De acuerdo con Daniel Mejía, director del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas (Cesed), autor y editor del libro, es importante tener en cuenta que la firma de un acuerdo de paz no va a reducir los costos que se exponen en el libro y que el posconflicto requiere de unas inversiones de desarrollo territorial, centros de salud, colegios, jueces y maestros, y de llevar amplia presencia del estado a las regiones.

“El mensaje principal del libro es que si la economía colombiana se ahorra los costos que tiene el conflicto, probablemente esas inversiones que se hagan en el posconflicto van a ser rápidamente recuperadas. Eso es casi que un proyecto de inversión del país en el que va a tener una rentabilidad a la vuelta de una década o menos”, afirma Mejía.

Por su parte, Ana María Ibáñez asegura que esperan que si termina el conflicto, parte de esos efectos que trata el libro en la producción económica, las personas y las familias, se van a terminar. “Sin embargo hay una cosa muy importante para resaltar y es que los costos del conflicto no son los beneficios de la paz de manera automática, si el gobierno no hace inversiones, si no hace lo que se debe hacer una vez se firme la paz muchos de estos beneficios no se van a aprovechar”, concluye.