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La disponibilidad de tierra es el factor crucial para aumentar la oferta de bienes agrícolas.

Cómo diseñar una revolución verde para Colombia

Las cifras de producción de los últimos 50 años muestran que la receta para hacer crecer la producción agrícola en el país tiene, por encima de todo, un ingrediente básico: incorporar tierra nueva a las actividades de siembra.

14 de agosto de 2009

Cuando se deja de mirar el corto plazo, cuando se toman períodos largos de tiempo, muchos de los temas importantes para el desarrollo agropecuario en Colombia saltan a la vista.

Una revisión rápida de lo que ha pasado en el último medio siglo con la agricultura colombiana muestra que si bien la producción agrícola creció, lo hizo a un ritmo sustancialmente menor que las de Brasil y México, las potencias productoras del hemisferio.

Eso no sería una gran sorpresa, si no se observara también que Perú, un país no muy distante en términos de geografía, tamaño, cultura y nivel de desarrollo, consiguió un crecimiento asombroso en sus índices de producción agrícola desde los 90. Creció a una tasa cercana al 6% por año desde ese momento.

Eso muestra que con la estrategia correcta, el campo colombiano podría también conseguir un crecimiento acelerado. Pero, ¿por dónde empezar? Quizás por revisar los caminos han seguido los demás.

Incorporar tierras
De un lado, como se observa en las gráficas del índice de tierras agrícolas, Brasil y Perú incorporaron nuevas tierras a la producción en este tiempo. Brasil amplió la frontera agrícola, incluso en muchos casos amenazando la selva tropical del Amazonas.

Perú, en cambio, encontró tierras ociosas y con una inversión en riego en proyectos de concesión, las recuperó para la producción. Irrigó una buena parte de las zonas secas de la costa y las convirtió en regiones altamente productivas. De hecho la Corporación Colombia Internacional encuentra que estas, junto con algunas de México, son las más productivas en fruticultura tropical del hemisferio.

En una época en que la tecnificación de la agricultura, la genética y la investigación agrícola son tan relevantes, la importancia enorme de la tierra no deja de sorprender.

Un ejercicio estadístico con los datos que produce la FAO muestra que en los países grandes de América, Perú y Colombia, el elemento que individualmente más hizo crecer la producción, fue la disponibilidad de tierra. Más que la mecanización, el mayor uso de fertilizantes, o la entrada de más personas a las faenas agrícolas.

Ese resultado lo que demuestra es que la verdadera revolución verde de los últimos cincuenta años la hicieron quienes pudieron incorporar una mayor cantidad de tierra a las explotaciones agrícolas.

Por eso en el gráfico se puede ver que el crecimiento en la producción es más lento en Estados Unidos y Argentina, los países que expandieron menos sus terrenos agrícolas. Los gráficos muestran además que Japón, el país arquetípico de la falta de tierra, redujo también la producción.


Y qué se puede hacer
Si la tierra es un factor tan importante, el debate sobre la tierra rural en Colombia debería ganar preponderancia. El país tiene 4 millones de hectáreas utilizadas en agricultura, pero el área se podría multiplicar fácilmente. Una parte de la tierra en el país está dedicada a la ganadería, otra está sin mayor uso.

La acción para conseguir nuevos lugares para sembrar tiene varios frentes posibles. Absalón Machado hablaba hace unos años de una relatifundización en Colombia, un proceso en el cual grandes extensiones eran adquiridas por personas que no tenían interés en hacerlas producir en agricultura. Las tenían relativamente ociosas, o en ganadería extensiva. Decía que en promedio, los nuevos latifundios solo se explotaban a la mitad de su capacidad.

Una forma de hacer que se exploten adecuadamente las tierras sería la de establecer impuestos prediales más altos para tierras cultivables que no se siembren. Pero establecer un régimen de ese estilo es difícil en el país. “La mayoría de los concejales de los municipios agrícolas son finqueros”, le dijo a Dinero.com un agricultor de arroz del Tolima.

Para el presidente de la SAC, Rafael Mejía, uno de los problemas que afecta la reincorporación de las tierras a las labores agrícolas, es la norma que impide comprar tierras en bloques grandes. Esta dificulta la llegada de inversionistas nacionales y extranjeros que quieren desarrollar proyectos de gran envergadura, en especial en los Llanos Orientales, de manera que se aprovecharían esas áreas que hoy tienen un uso en ganadería extensiva.

También se pueden recuperar tierras con distritos de riego como el del Río Ranchería en La Guajira, que recuperará 18.000 hectáreas. Las tareas para exportar desde la nueva zona ya empezaron y en este momento la CCI está convirtiendo pastores de cabras en cultivadores de melón, una labor que no es necesariamente sencilla.

Los invernaderos son también una forma de expandir el uso del suelo. Mientras que en fresas a libre exposición se pueden sembrar 50.000 por hectárea, en invernadero se plantan entre 200.000 y 400.000 por hectárea, dice José Fernando Camero, funcionario de la CCI.

También se puede mejorar el uso de la tierra moviendo la producción hacia lugares que no tiene conflicto entre la utilización y la vocación. El Agustín Codazzi tiene evidencia de que hay conflictos en cerca del 30% de las áreas en la región andina.

“Incluso se podría invitar a los indígenas, que tienen 25 millones de hectáreas en sus resguardos, a que participen de la explotación razonable de algunas de estas áreas”, le dijo a Dinero.com un funcionario del Departamento del Tolima.

Naturalmente habría que prever los problemas que generaría una mayor producción agrícola, el primero de ellos, la baja en los precios de las cosechas, la protección de la biodiversidad y las alzas en los precios del suelo rural.

Pero todas estas cosas se pueden manejar, por ejemplo, diseñando una nueva oferta exportable, si se sabe que el premio al final del camino es enorme. Sería el vuelco al sector rural que el país ha esperado por cincuenta años.


Brasil mecanizó sus tierras nuevas con la incorporación de tractores y combinadas a las áreas nuevas y las volvió aptas para el cultivo, usando una gran cantidad de agroquímicos.

México mecanizó las tierras, Canadá las fertilizó. Colombia en líneas generales, no ha hecho en serio ni lo uno ni lo otro. A pesar de que hay estudios de Fedesarrollo que muestran que el país ha hecho más énfasis en los fertilizantes que en la mecanización, cuando se compara contra los demás países, no se ha movido mucho en esos sentidos. ¿Malo? No necesariamente. Es la misma senda que ha seguido Perú, el milagro agrícola latinoamericano.