Home

País

Artículo

Carlos Gustavo Cano.
Carlos Gustavo Cano Codirector del Banco de la República señala lo curioso que para muchas personas puede resultar que “un banquero central este preocupado por el cambio climático”. | Foto: Banco de la República

Destacados 2015

¿Cómo debe Colombia adaptarse al cambio climático?

Colombia depende de dos contaminantes como son el petróleo y el carbón., que van camino a ser recursos moribundos. Colombia puede aportar a las necesidades alimentarias del mundo pero cerrando la diferencia entre uso y vocación de la tierra.

Daniel Niño Tarazona
21 de julio de 2015

La agenda de mitigación del cambio climático es internacional. Se han sucedido grandes esfuerzos, donde lo que se ha concluido es que se debe poner un precio a las emisiones que contaminan. De allí viene el caso del impuesto al carbón, quien daña paga y quien compensa recibe. Como impuesto, el cobro no está diseñado para enriquecer las finanzas del Estado. Las legislaciones recientes de Australia, Nueva Zelanda y México, resultan un ejemplo pues van más allá en cuanto a cómo debe adaptarse un país al fenómeno. En Colombia corresponde a la agenda local su definición y estrategia.

El cambio climático es “un tema no convencional que se está volviendo convencional” dice Carlos Gustavo Cano Codirector del Banco de la República. Y es que él mismo señala lo curioso que para muchas personas puede resultar que “un banquero central este preocupado por el cambio climático”. Sin embargo, para él, que ocupa el cargo desde 2005 pero antes fue Ministro de Agricultura, “hay una justificación enorme pues la banca central debe entender la naturaleza del cambio climático y el impacto sobre la estabilidad macroeconómica, especialmente sobre la inflación”.

Y no es que Cano crea que la política monetaria tiene los instrumentos para actuar sobre el cambio climático sino que considera “debe razonarlo, inclusive para no equivocarse en sus decisiones”. Ha sido un consistente estudioso del tema por lo que llama la atención en cuanto a que “especialmente en este milenio si uno ve la curva de inflación total y la curva de inflación de alimentos son casi sendas idénticas. No hay componente de la canasta que se asemeje más a la inflación total que la inflación de alimentos”. Es la dominancia alimentaria de la inflación y la política monetaria según una reciente publicación suya.

¿Para Usted la política monetaria está siendo desafiada por el cambio climático?

La inflación de alimentos no es un fenómeno de demanda. Excepcionalmente lo ha sido pero es típicamente un choque de oferta. Un choque de oferta que esta condicionado por el clima. Por alteración o cambio climático. El clima es el mayor determinante de la inflación de alimentos. La inflación de alimentos es el mayor determinante de la volatilidad de la inflación. Luego el clima es el factor final que está determinando o que está contribuyendo más a esa volatilidad.

Ahora bien, los instrumentos de la política monetaria están diseñados para estimular, frenar o mantener demanda. Solo como efecto secundario, la forma como se influye en la demanda, impacta luego algún comportamiento de la oferta. Pero no es directo.

Las alteraciones han sido muy fuertes por el lado del clima y la provisión agropecuaria. Lo que más está afectado en la economía el cambio climático es el clima, al menos en un país tropical como el nuestro.

¿Si las herramientas monetarias no son las llamadas a actuar frente al fenómeno, cómo afrontar el cambio climático?

A través de otras política públicas. Voy hablar del papel que tiene que hacer la política fiscal. El país a eso no le ha dado mayor importancia. Pero es bueno ponerlo dentro de la discusión pública. En la reforma tributaria del 2012, el artículo 184 establecía que en 6 meses el gobierno nacional a través del Ministerio de Hacienda, del Ministerio del Medio Ambiente y Colciencias debería crear los estudios necesarios que determinaran cuál sería una tributación ambiental apropiada en el país. No con un propósito alcabalero, fiscalista, de aumentar ingresos. Sino pensando en crear instrumentos de política pública que contribuyeran a que las decisiones de los agentes económicos fueran ambientalmente apropiadas.

Es que solamente las normas y las prohibiciones no son suficientes, son interesantes como la educación y las campañas públicas. Pero si no hay un sistema tributario que induzca el comportamiento de los agentes a través del mercado, para que tomen decisiones ecológicamente correctas, no vamos a generar los efectos de mitigación y adaptación al cambio climático.

¿Aterrizado a Colombia como podría la política fiscal promover una adaptación al cambio climático?

La mayor fuente de emisión en Colombia es el cambio de uso de la tierra. Luego, junto con energía y transporte están el 90% de las emisiones en Colombia.

Debemos privilegiar e inducir el uso de energías libres de carbón y petróleo. Promoviendo el uso de energías limpias. Es el caso del uso de energía en la nueva generación de automotores. A su vez, promover una mayor chatarrización. Deberían existir impuestos diferenciados por tipo de tecnología y según tiempo de vigencia de los automotores.

¿Y cómo aplicaría para el cambio del uso de la tierra?

Es importante tener claro que por el cambio en el uso de la tierra pasa claramente la deforestación. Pasa también la pérdida de biodiversidad. Pasa el s.deterioro de los páramos. Pasa el deterior de los humedales. Pasa el descuido de las cuencas y del recurso hídrico. Lo que es grave porque los alimentos son agua, clima y tierra.

La propuesta es usar el impuesto predial pero como mecanismo efectivo. El problema sin embargo es que los consejos municipales definen el nivel dentro del rengo que es establecido por el gobierno nacional (entre 5xmil y 16xmil). Esto dificulta que haya una uniformidad en el impuesto predial en el país. En aquellas zonas donde predomina la gran propiedad, no la gran producción, los consejos municipales no tienen mayor tributación predial. Entonces deberíamos hacer que sea efectivo y por encima del nivel actual.

Elevar el nivel de tributación predial debería ir acompañado de un sistema de créditos fiscales, originados por inversiones coherentes con el desarrollo sostenible. El país podría generar una corriente de inversión privada en 5 frentes. La restauración asistida del bosque natural; la deforestación evitada, la reforestación nueva; la conservación de bosques en pie; la regeneración y conservación de biodiversidad; y la conversión de sistemas de ganadería extensiva en sistemas silvo-pastoriles sostenibles.

Esto además ayudaría a disminuir la propiedad ociosa, elevaría productividad y competitividad agrícola, entre otras porque disminuiría el precio de la tierra. Lo que a que su vez daría lugar a crear un mercado de tierras.