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Commodities: ¿es sostenible su auge?

A mediano plazo, los precios de los productos básicos tenderán a la baja y los países tendrán que adaptarse a esta nueva realidad. Así lo afirma un estudio reciente del Fondo Monetario Internacional sobre el tema.

15 de septiembre de 2006

Los precios de todos los productos básicos han aumentado considerablemente en los últimos cuatro años, lo cual ha generado un gran impacto sobre el crecimiento económico y los sectores externos de los países exportadores de los mismos. Sin embargo, mientras que el mundo se ha concentrado en el petróleo y su impacto en los diferentes frentes, poca atención ha prestado a los demás productos —metales, alimentos y materias primas agrícolas—, a pesar de que su participación en el comercio mundial duplica la del petróleo, 14% frente a 7% entre 2000 y 2004, y que muchos países dependen fuertemente de sus ventas al exterior.

De hecho, en 36 países, la relación productos básicos no petroleros a PIB es de 10%, en tanto que en 92 países esta relación llega a 5%. Incluso, los precios de los no petroleros han crecido más que los del petróleo. El índice de metales del FMI ha crecido 180% en términos reales desde 2000, mientras que el del petróleo lo ha hecho en 157%.

Dado el gran impacto que las exportaciones de estos productos básicos tienen sobre el crecimiento de los países, surge la pregunta de qué tan duradera podría ser la bonanza actual y, de no serlo, cómo podrían prepararse los países para cuando los precios caigan. La discusión es entre quienes afirman que el rápido crecimiento de las economías en desarrollo como China e India ha producido un cambio fundamental en las tendencias de largo plazo de los precios y que, por tanto, los actuales niveles de precios son sostenibles en el tiempo. De otra parte, otro grupo considera que los precios altos obedecen a la especulación y que eventualmente volverán la tendencia hacia la baja que mantuvieron durante buena parte del siglo pasado.

Un estudio del Fondo Monetario Internacional publicado recientemente concluye que los precios de los productos básicos de los últimos años no son sostenibles y que los países tendrán que encontrar la forma de adecuarse a las nuevas condiciones. Varias razones explican esta conclusión.

Primero, cuando se mira la tendencia de largo plazo de los precios de los productos básicos se observa que, pese al aumento reciente, los precios de hoy en términos reales están por debajo de sus picos históricos. Los precios de los productos básicos en los últimos 50 años han caído 1,6% por año frente a los precios al consumidor, debido a los aumentos en la productividad de los sectores agrícola y de metales, con respecto a otros sectores de la economía. Frente a los precios de los productos manufacturados, sin embargo, no ha habido una caída ya que estos también han venido cayendo como consecuencia de la creciente globalización de este sector a partir de los 90, que detuvo la inflación de los precios al productor.

Segundo, año a año, los precios de los productos básicos pueden desviarse de su tendencia de largo plazo hacia la baja en la medida en que su volatilidad es mayor que la caída promedio de los precios reales. De hecho, la actual volatilidad no es extraña en términos históricos.

Comportamientos diferentes
La evolución de los precios de los productos básicos en los últimos años ha sido diferente en el caso de los metales, los alimentos y las materias primas agrícolas. Mientras en el índice del FMI, los metales han crecido significativamente en términos reales, 180%, entre 2002 y 2000; los alimentos y las materias primas agrícolas lo han hecho 20% y 4%, respectivamente.

Buena parte de la razón del incremento de los precios de los metales está en China. De hecho, entre 2002 y 2005, este país fue responsable de todo el aumento en el consumo mundial de níquel y estaño, y del 50% del cobre y el acero. En plomo y zinc, la contribución de China excedió el crecimiento del consumo mundial neto.

La participación de China en el consumo mundial de estos metales es superior a la de la década anterior, debido a que su participación relativa en el producto mundial es mayor y al rápido crecimiento de la producción industrial, incluyendo las exportaciones industriales que se relaciona con la demanda por metales.

Ahora bien, la pregunta que sigue en el caso de los metales es si la demanda es permanente o temporal. Los patrones históricos indican que el consumo de metales en un país aumenta hasta alcanzar un ingreso per cápita entre US$15.000 y US$20.000, medido por poder adquisitivo de paridad. Después de este nivel, el crecimiento de la economía se orienta hacia el sector de servicios y se estanca la utilización per cápita de metales. En China, el ingreso per cápita de paridad es de US$6.400 y la historia muestra que este país ha seguido un patrón muy similar al de Japón y Corea en su fase inicial de desarrollo, con lo cual cabe esperar que siga también un patrón similar en sus fases posteriores.

De otra parte, los mercados de futuros indican que los altos precios de los metales no son sostenibles en el mediano plazo. En los últimos cinco años, los precios a futuro de los metales tan solo han mantenido un 50% del aumento acumulado desde 2002. Estos precios van a caer en la medida en que entra nueva producción, aunque no caerán a los niveles del pasado, debido a que los precios del petróleo mantienen altos los costos de producción. Por el contrario, los precios de futuros de petróleo se mantienen altos, a un precio muy parecido al spot.

Es incierto cuándo y qué tan rápido se va a dar la reversión de los precios de los metales, en este momento en que las tasas de utilización de capacidad son altas y los inventarios están bajos. En estas condiciones, los mercados son muy sensibles a los cambios, así sean muy pequeños, en la oferta y la demanda.

Pero la realidad es que el boom no es permanente y, por tanto, los ingresos provenientes de las exportaciones de estos metales deben ahorrarse o utilizarse en sectores como educación, salud e infraestructura. No hay que exceder el gasto fiscal por cuenta de estos ingresos que no son permanentes.

En el caso de alimentos y materias primas agrícolas, la evidencia ha sido que no hay ningún impacto por la mayor demanda mundial. Los precios futuros van a estar determinados por ganancias en productividad, que todo el mundo espera se sigan dando.

De otro lado, estos precios también estarán impactados por los acuerdos comerciales. Los subsidios en los países desarrollados han permitido mantener los precios bajos, pero si desaparecen, la tendencia podría ser hacia el alza.