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Análisis

Ciencia, tecnología e innovación para la paz

Con el concepto de desarrollo como libertad, la paz al ser apreciada por quienes estamos a favor de intereses humanistas, induce una concepción de la ciencia, la tecnología y la innovación como insustituibles medios para su construcción.

Iván Montenegro Trujillo
31 de mayo de 2016

La paz es un valor moral que se incluye en nuestra Constitución (De Roux, 2016), y además, sustenta el sagrado derecho a la vida de nosotros colombianos. El intolerable grado de deshumanización del conflicto armado para las víctimas, e incluso, en el caso de los victimarios, con frecuencia de manera inconsciente, justificado por ideologías en sus actuaciones colectivas, suscita una inaplazable responsabilidad histórica de revertirlo (Betancourt, 2016). Las víctimas son la justificación ética del diálogo, constituyendo su centro e incluyendo a las víctimas futuras (Equipo negociador del Gobierno, 2012).

La Conferencia Mundial sobre “La Ciencia para el Siglo XXI: un nuevo compromiso” (1999), resalta la necesidad de tener conciencia sobre el uso de las ciencias naturales y sociales, y la tecnología, para el análisis de las causas fundamentales y de las consecuencias de los conflictos. Así, con el concepto de desarrollo como libertad (Sen, 2000), la paz al ser apreciada por quienes estamos a favor de intereses humanistas, induce una concepción de la ciencia, la tecnología y la innovación como insustituibles medios para su construcción.

Con base en el principio de la razón práctica y asumiendo el principio de responsabilidad (Hoyos, 2005), se torna necesaria la orientación propositiva del desarrollo científico para fortalecer el proceso mismo de modernización, en este caso con la superación del conflicto armado, a partir de un esfuerzo sistemático de prospectiva o previsión en los campos económico, social, cultural y ambiental.

Hasta el momento el proceso de negociación de La Habana ha logrado acuerdos en: 1) desarrollo agrario, 2) participación política, 3) problema de las drogas ilícitas, 4) los derechos de las víctimas. Y se avanza ágilmente en el punto sobre el fin del conflicto, y en el de la implementación, verificación y refrendación; de manera tal que la consulta ciudadana para la refrendación o no de lo acordado podría realizarse en los próximos meses.

Cabe resaltar que lo acordado tiene prioridad con o sin conflicto, ya que se trata de un esfuerzo por la modernidad con equidad, y que, en consecuencia, no agota una agenda de desarrollo para nuestro país y sus territorios. Habría que agregar, con fuerza tranquila, que el Acuerdo se logra entre élites (Garay, 2016).

En Colombia se construye la Paz desde hace dos décadas y en medio del conflicto (Rettberg, 2012) en campos como: apoyo al desarrollo local y regional, la formación de ciudadanía para la formulación de propuestas y la preservación de la seguridad, la atención humanitaria a víctimas, la reinserción de desmovilizados, la educación de adolescentes y jóvenes para la Paz y su reinserción. Han participado en ello sectores público y privado, organizaciones comunitarias y agencias internacionales. Son valiosos antecedentes para apuntalar éxito en el posacuerdo.

La acción de la CTeI debe tener en cuenta actuales y futuros elementos del contexto como: 1) el enfoque territorial, 2) perspectiva de la demanda de los actores locales, 3) gran diversidad de la sociedad, economía, cultura y el ambiente; 4) participación ciudadana en la evaluación de la tecnología y el conocimiento; 5) función de soporte de la ciencia, tecnología e innovación a la construcción de Paz; 6) la concentración de las capacidades en I&D en pocas ciudades; 7) flexibilidad institucional y necesidad de la innovación institucional.

El decidido y acertado enfoque territorial participativo en el desarrollo rural integral (Misión Rural, 2015) implica, entre otros cambios, el empoderamiento de los actores locales y regionales, que justifica, a su vez, cambios en la gestión y realización de la ciencia, tecnología e innovación, CTeI, destacando que las prioridades serán definidas en buena medida por los habitantes y organizaciones territoriales, en diálogo con investigadores, empresarios y servidores públicos; lo anterior contrasta también con la concentración de investigadores e innovadores en las 4 principales ciudades colombianas frente a la dispersión y lejanía de las áreas de conflicto.

La gran diversidad ambiental, económica, social y cultural de Colombia, implica que las condiciones de Colombia como país tropical, amazónico y andino son tan únicas y complejas como las encontradas en otros lugares, y por lo tanto inducen y exigen explicaciones y manejos propios, según paradigmas endógenos, que necesitan reflejar el contexto que los sustenta. Ello justifica profundización de una endogénesis científica, explicativa y reproductiva que es necesaria entre nosotros porque las condiciones que imponen el medio andino y tropical son prácticamente infinitas, y ello no está anticipado adecuadamente por los marcos teóricos construidos para las zonas templadas del mundo (Mora O., Fals B., 2001). Lo cual implica también una clara vinculación con el conocimiento universal y tradicional, y con redes de innovación y comercio a nivel de las cadenas globales de valor.

En la próxima columna: otros elementos del contexto, e identificación de algunas líneas temáticas para investigación e innovación.