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Más del 46% de esas plantaciones están países en vías de desarrollo.

Biotecnología, seguro para agricultores

Sembrar con semillas modificadas genéticamente permite aumentar la producción entre un 10% y 20%, reduce los costos de mano de obra, elimina los riesgos por plagas y la maleza, estas son las razones que han llevado a considerar esta tecnología como un seguro.

3 de septiembre de 2010

Actualmente el 70% del maíz que se consume en el país es importado. La razón, es clara, los cultivos locales no alcanza para satisfacer la demanda. Para este caso la biotecnología se convirtió en un aliado para hacerle frente a esta situación. En sies regiones del país hay más de 11.000 hectáreas de maíz cultivado con modificaciones genéticas. El ICA tiene aprobada esta practica en 10 departamentos.

En la región de Montería desde hace más o menos tres años iniciaron con cultivos de estas características, hoy tiene 1.472 hectáreas cultivadas.

En la zona hay varios proveedores de las semillas. El objetivo de esta iniciativa es aumentar los niveles de producción en las áreas cultivadas, en su gran mayoría el insumo que se usa para estas plantaciones son desarrollados en Estados Unidos, Brasil y Argentina. Las pruebas en campo en Colombia duran cuatro años, antes de comercializarlo a los agricultores, tiempo durante el cual se hacen seguimientos exhaustivos para cumplir con los requisitos.

Las modificaciones químicas que se hacen en laboratorio permiten controlar la maleza que sale alrededor de las plantas, esta ventaja permite reducir el uso de pesticidas y un mejor control del cultivo.

El ICA tiene unas restricciones puntuales para esta modalidad. Por reglamentación el 10% de los cultivos deben ser con semillas tradicionales, para conservarlo como zona de refugio.

“Vienen productos que de pronto son más eficientes para absorber el nitrógeno, los fertilizantes y se tenga que aplicar menos, unas que sean mucho más eficientes para controlar maleza y que controlen insectos”, precisó a Dinero.com, Adán Pérez, representante de Syngenta en Córdoba.

También se adelantan estudios para aumentar su valor nutricional con vitamina A, ácido leico, maní sin alergenos y hasta para resistir condiciones climáticas.

Todavía hay muchas voces en contra de esta práctica agrícola, lo cierto es que hasta el momento los estudios científicos no han comprobado ninguna afectación para la salud humana. De hecho estos alimentos presentan menores cantidades de pesticidas que los tradicionales. Hasta la fecha, ni en Colombia, ni a nivel internacional es necesario que la etiqueta de los productos que son modificados lleven una leyenda especificando el origen de los cultivos.

Experiencia en campo

A pesar de los beneficios todavía hay voces en contra de estos avances. Álvaro Alens es cultivador de algodón hace 24 años en la zona de Montería, Córdoba y sólo hasta este año decidió incursionar con los cultivos con estas modificaciones genéticas, aunque todavía está muy reacio al tema, decidió incursionar con las semillas. Aunque en la primera fase no le fue bien porque los fabricantes no les dieron las instrucciones correctas, está confiado en que en los cultivos de algodón de este semestre de buenos resultados, para poder incluirlo en los de maíz de principio del próximo año.

Mientras que Plinio Díaz, es un cultivador desde hace 36 años, aunque al principio le costó un poco de trabajo el tema, desde hace dos años el 90% de su producción es con modificaciones géneticas.


Después de escuchar las experiencias positivas en el exterior, evaluó y buscó las alternativas para implementarlas en sus terrenos.

“Aquí faltaban los trámites legales, que el Gobierno le diera ciertos privilegios a las entradas e importaciones, para que fuera más ágil y se hicieran las investigaciones más rápido. Esta tecnología es muy buena el único problema al principio es algunas compañías no vendieron los materiales adecuados y ahí perdimos plata pero sabemos que es muy buena”, dijo a Dinero.com, Plinio Díaz.

Las experiencias más exitosas en Colombia son las de las flores de clavel y rosa azul que se producen ciento por ciento para exportar a los países asiáticos, se dice que cada flor puede llegar a costar US$50.

En el mundo

De acuerdo con las más reciente cifras del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agro-biotecnológicas, el repunte ha sido de 13%, es decir se pasó de 2 millones de hectáreas a 7 millones en comparación con el 2009.

Por los menos más del 46% de esas plantaciones están en países en vías de desarrollo en donde se beneficiaron más de 13 millones de pequeños agricultores. En la región, Brasil superó a Argentina como productor, al pasar de 15,8 millones de hectáreas cultivadas en 2008 a 21,4 millones de hectáreas en 2009. Mientras que Costa Rica incursionó en este mercado desde el año anterior pero exclusivamente para exportar las semillas.

Las meta para el 2015 es que hayan 200 millones de hectáreas cultivadas con semillas modificadas genéticamente en 40 países.