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Colombia es el quinto productor del mundo de palma de aceite, con el 2,3% de la producción mundial y el primer productor de Latinoamérica.

Así va la investigación en genética vegetal en Colombia

Papas resistentes a la Polilla Guatemalteca, palmas de aceite más productivas, cafetos resistentes a la broca, arroz tolerante a las sequías. Esos son algunos de los productos que se desarrollan en el país con técnicas de manejo genético ¿Cómo van?

27 de abril de 2010

Innovación y desarrollo tecnológico. Esos son dos de los temas más importantes para conseguir el desarrollo agrario en cualquier país. Pero también son dos asuntos que mucha gente piensa que solo se pueden hacer en empresas multinacionales o en laboratorios de investigación genética con presupuestos de primer mundo.

 

Los resultados son lentos por la naturaleza de las investigaciones que se hacen, pero en Colombia la Corporación para Investigaciones Biológicas, CIB, Cenipalma, Cenicafé y el Centro Internacional de Agricultura Tropical, CIAT, están metidos en la tarea de conseguir resultados en este campo tremendamente incierto. Si todo sale bien, podrán demostrarles a los campesinos que las tareas de laboratorio son tan o más importantes que las que se hacen con azadones y machetes, o tractores y combinadas en las fincas del país.

 

Papas más resistentes
La CIB está trabajando en papas resistentes a la Polilla Guatemalteca que, como lo señalan Diego Villanueva y Fernando Ángel, investigadores en biotecnología vegetal de ese centro, es el insecto que más afecta al cultivo. Las estadísticas de esta entidad indican que en Colombia se pierde en promedio un 25% de la producción por cuenta de esa plaga, lo que equivale a US$600 millones anuales.

 

La polilla guatemalteca se controla actualmente con plaguicidas tóxicos para la salud humana y el ambiente. La CIB, con técnicas de ingeniería genética, trabaja en la inserción de un gen llamado Cry1Ac a variedades comerciales como Diacol Capira, Pardo Pastusa y Pastusa Suprema para conseguir resistencia contra la polilla guatemalteca.

 

“Con esto esperamos que el agricultor reduzca en gran porcentaje la cantidad de aplicaciones de estos plaguicidas”, dicen los investigadores. Actualmente la CIB calcula que se hacen entre 15 y 30 aplicaciones de plaguicidas en cada ciclo de cultivo de 6 meses. Con la nueva tecnología conseguirían reducirlas a 1 ó 2 aplicaciones por ciclo, aunque teóricamente podrían reducirlas a cero. “Los beneficios saltan a la vista. Menos inversión en plaguicidas por parte del agricultor, menos contaminación ambiental, menos impacto en la salud humana y animal”, sostienen.

 

Palma sin PC
En otro sector, el de palma de aceite, Cenipalma trabaja con tecnología genética en dos productos. De un lado, en la clonación de palmas y de otro, en el desarrollo de un diagnostico molecular para la phythophthora palmivoral que es el agente que causa la temida enfermedad de la pudrición de cogollo (PC), señala José Ignacio Sanz, director Ejecutivo de la entidad.

 

Con la clonación masiva de plantas muy productivas, conseguirían mejorar rápidamente la rentabilidad del sector, una propuesta interesante considerando que Colombia ya es el quinto productor de aceite de palma del mundo. Con técnicas similares, esperan en el futuro obtener clones que sean tolerantes a las enfermedades del cultivo.

 

El método para detectar la pudrición de cogollo permitirá hacer un diagnostico muy temprano de la enfermedad o identificar la presencia del patógeno en cuerpos de agua y en el suelo y permitirá hacer tamizajes muy rápidos en plantas de vivero, explica José Ignacio Sanz. “Este diagnostico molecular puede ser una herramienta muy importante por su precisión y confiabilidad en el manejo fitosanitario de la palma de aceite”, añade.

 

Café más productivo
En Cenicafé por lo pronto, la obsesión es otra plaga: la broca. El ataque de este insecto implica perdidas en cantidad y calidad del grano, y el manejo representa un costo fijo que Cenicafé estima en alrededor de $900.000 por hectárea sembrada, lo que para el país algo como US$370 millones al año.

 

La entidad, que tiene su laboratorio principal entre los guaduales maravillosamente conservados de una loma en Chinchina, Caldas, identificó en su colección de germoplasma unas plantas que afectan de manera significativa la reproducción de la broca, así como inhibidores de procesos digestivos de la broca que causan retardos en el desarrollo o la muerte de los insectos. Están aprovechando esas características para conseguir especies más resistentes.

 

Por otro lado, desde 1982 Cenicafé ha estado liberando versiones mejoradas de sus variedades con resistencia a la roya. Las más recientes son la variedad Tabi para la caficultura tradicional y la Castillo para la tecnificada. El centro de investigación sostiene que con las nuevas semillas se consiguen aumentos del 12% en productividad, de 25% en la proporción de granos con tamaño supremo, y que crece la resistencia a la enfermedad de la Cereza del Cafeto, “uno de los grandes problemas limitantes de la caficultura mundial, aún no presente en América”.

 

Con sus investigaciones, Cenicafé pretende conseguir mayor competitividad para el productor cafetero colombiano. “La reducción en los costos de manejo de la Broca del café y la habilitación de áreas que tradicionalmente han sido óptimas para el cultivo y donde la plaga hoy es un factor limitante. Estos son algunos ejemplos de las consecuencias que tendrá este tipo de investigaciones que adelantamos en Cenicafé”, señala Fernando Gast.

 

Por otro lado, el desarrollo de las nuevas variedades consigue una mejoría en el peso, el tamaño y la cantidad de grano, que se traduce en mayor precio y mejor rentabilidad para el caficultor.

 

Arroz y yuca
Por su parte, el Centro Internacional de Agricultura Tropical, Ciat, trabaja en arroz y yuca, dos de los elementos cruciales en la alimentación en Colombia. En arroz el principal objetivo es el de conseguir plantas tolerantes a las sequías, un desarrollo que responde a la presión que existe por hacer la mejor utilización posible de agua. En yuca trabajan en dos frentes. En el mejoramiento de la calidad nutricional de esa raíz - que tenga más betacaroteno - y en el mejoramiento de la calidad de los almidones que produce. “En los dos proyectos combinamos la genética con procedimientos de mejoramiento convencional con cruzamientos”, afirma Paul Chavarriaga, funcionario de la entidad.

 

Nada es rápido
Ninguno de estos productos está listo para ponerse en los almacenes de insumos agropecuarios en dos semanas, tampoco en dos meses y en la mayoría de los casos, tampoco en dos años. Las investigaciones son lentas, pero además, las normas colombianas exigen evaluaciones que garanticen que el producto sea equivalente a los tradicionales y que sea inocuo para la salud humana y animal, que no afecte el medio ambiente ni la biodiversidad.

 

Los resultados más rápidos vendrán quizás desde el lado de Cenipalma. El diagnostico de phythophthora palmivoral está en fase final de pruebas y la entidad espera que esté lista como un producto comercial antes del primer semestre del 2011. En la clonación de palmas, Cenipalma espera sacar algunas plantas a casas de endurecimiento este semestre. Las tendría listas para sembrar en campo en un año y como producto comercial deberían estar a disposición de los palmicultores en un máximo de cuatro años.

 

Los demás procesos van más desapcio. Las papas resistentes a la polilla guatemalteca no serían un producto comercializable antes de seis años. La salida al mercado de los arroces resistentes a la sequía también se tomará un tiempo. “Estamos en las pruebas iniciales. Llevamos cuatro años demostrando que a través de transgénesis se puede hacer este desarrollo. Falta mucho. Por lo menos 5 años más”, destaca Paul Chavarriaga, de Ciat.

 

Pero no es una situación particular de Colombia. La investigación genética en el mundo es así. “En Filipinas con el arroz dorado, que tiene más Betacaroteno, llevan 20 años desde que empezaron y todavía están en eso”, explica Paul Chavarriaga.

 

Incluso otros trabajos que parecerían menos complejos en cuanto a técnicas genéticas como los de Cenicafé tampoco son rápidos. “La incorporación de estas características en las actuales variedades requiere todavía de tiempo, ya que es necesario realizar evaluaciones de la característica bajo condiciones de campo, la verificación de la inocuidad de los cambios en la calidad de la bebida y en el desempeño agronómico en varios ambientes”, dice su director, Fernando Gast.

 

Actividad de alto riesgo
Pero los científicos que adelantan estos proyectos tienen otra consideración aún más difícil, que está siempre, como una espada de Damocles, sobre la cabeza de sus investigaciones. Se trata de la prueba implacable de los consumidores.

 

Siempre están los problemas de financiamiento de proyectos de largo aliento que casi nunca faltan y de las dificultades naturales que aparecen al entrar en campos científicos inexplorados

 

La CIB, por ejemplo, percibe que su trabajo podría tener problemas de financiación en el futuro para terminar su trabajo. Cenipalma, de otra parte, vigila muy de cerca un de los problemas más delicados para la consecución de plantas buenas. Considera que problemas de regulación genética podrían causar malformaciones de las palmas. “Aún cuando Cenipalma tiene una metodología que se destaca por el bajo porcentaje de anomalías, es importante hacer evaluaciones en campo y ajustar la metodología para evitar estos problemas. En donde se ha implementado esta metodología y se han mantenido bajas las anomalías no ha habido fracaso”, señala José Ignacio Sanz.

 

Pero al lado de esos problemas está el de convencer a los agricultores de usar las variedades desarrolladas. De hecho, en general, todos los centros de investigación les temen al juicio de los compradores.

 

La CIB piensa que hay un riesgo de fracaso en sus productos si no son aceptados por los consumidores por falta de información adecuada. En Cenipalma consideran que también hay un riesgo comercial para su paquete de diagnostico molecular del PC. “Puede ser que los palmicultores decidan no utilizar el servicio, por costos o por alguna otra razón. Si esto ocurre, la tecnología se quedara en la investigación y no saldría al mercado masivo”, asegura José Ignacio Sanz.

 

Para la Ciat también tienen claro que deben franquear la barrera del mercadeo para ser exitosos. Los nuevos productos tienen que ser sustancialmente mejores a lo que hay hoy en el mercado. Si no se consigue esa diferenciación clara, “está destinado a fracasar comercialmente”, dice Paul Chavarriaga.

 

En Cenicafé así mismo, le dan importancia a evaluar los efectos colaterales de sus nuevas variedades, pero también a la decisión del mercado. “En cuanto a su agronomía y calidad de la bebida, la dinámica de la interacción café-broca bajo condiciones favorables en campo, y por supuesto la aceptación del producto por parte de productores y consumidores”, señala Gast.