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Argentina al borde del abismo

Con su séptimo plan de austeridad en el gobierno de Fernando de la Rúa, Argentina se juega la credibilidad que le queda. Si fracasa, los mercados temblarán y Colombia no podrá evitar el impacto.

19 de julio de 2001

Argentina sigue siendo el actor principal en una película de suspenso que concentra la atención de los centros económicos y financieros del mundo. Pese a las múltiples medidas adoptadas por el gobierno del presidente Fernando de la Rúa para enderezar las finanzas públicas de ese país, Argentina no ha podido levantar cabeza y los inversionistas internacionales poco a poco le han retirado la confianza. El más reciente plan de ajuste anunciado por Domingo Cavallo, el ministro de Hacienda, genera un drástico recorte de gastos públicos, con una fórmula que los ata a la disponibilidad de ingresos. Si el plan fracasa, Argentina perderá la credibilidad que le queda y habría una fuerte turbulencia en los mercados internacionales. Colombia se vería afectada, a pesar de que ha hecho una tarea importante para obtener anticipadamente la financiación pública del año 2001.

El temor es que el gobierno de Argentina no pueda recaudar los ingresos tributarios que necesita para cumplir el acuerdo con el FMI, y atender además el pago del servicio de la deuda externa, que este año asciende a US$11.500 millones. La economía está en recesión desde hace tres años. En el primer trimestre del 2001, el PIB se contrajo 2,1% y todo indica que en el segundo la contracción fue aún mayor. La gota que rebosó la copa fue la emisión de letras del Tesoro (Letes) por US$850 millones a 90 días, la cual solo pudo ser colocada a una tasa de 14% en dólares, un interés muy alto. Además, el gobierno se está financiando a corto plazo para pagar deudas de largo plazo. Los problemas de Argentina están golpeando a los países vecinos; en especial, a Brasil, donde el banco central ha tenido que intervenir reiteradamente para sostener el tipo de cambio. En la semana que terminó el 13 de julio, el real brasileño cayó 5,2%, para completar una devaluación de 32% desde comienzos del año.



Caso crónico



La situación que vive Argentina es una combinación de varios factores. Aparte de la recesión y los bajos recaudos tributarios de los últimos tres años, están la corrupción, la incapacidad política del gobierno para sacar adelante las reformas estructurales necesarias y la falta de competitividad de las exportaciones por cuenta de la libre convertibilidad de la moneda. Los primeros síntomas de la crisis explotaron a finales del 2000. En ese momento, el FMI entró al rescate de este país, con un acuerdo de ajuste bastante exigente, a cambio del cual Argentina recibiría un aval de US$40.000 millones.



No obstante las promesas, buenas intenciones y compromisos con el FMI, en el 2001, el gasto público continuó desbordado, a la vez que la economía siguió postrada y los recaudos cayendo. En marzo, era evidente que Argentina incumpliría la meta de déficit fiscal de 2,4% del PIB necesaria para recibir el aval del FMI y los inversionistas empezaron a percibir el riesgo de un default por parte de este país. Fue entonces cuando Domingo Cavallo tomó las riendas de la economía y presentó al Congreso su "Plan de Competitividad". La idea era incentivar el crecimiento, mediante una serie de estímulos a la actividad privada. En junio, sin embargo, los recaudos tributarios cayeron 4,9% con respecto al mismo mes del año anterior. La situación era insostenible.



Frente a estos resultados, el 10 de julio Cavallo lanzó un plan de austeridad, el séptimo desde cuando De la Rúa está en la presidencia, mediante el cual el gasto del gobierno se deberá ajustar mensualmente al crecimiento de los recaudos. Del total recaudado, parte se utiliza para el pago de los vencimientos de capital e intereses de la deuda pública externa que suma US$128.000 millones o 44,8% del PIB, mientras que otra parte importante se gira a las provincias. Con los fondos restantes, el Estado debe pagar a los empleados, jubilados y proveedores. Con las nuevas medidas, si los recursos no alcanzan, el gobierno tendrá que reducir los gastos, de manera que no erogue más de lo que recauda. La idea es eliminar el déficit fiscal, que --según el acuerdo con el FMI-- no puede superar los US$6.500 millones este año.



Las reacciones



Las nuevas medidas de Cavallo generaron gran revuelo, tanto en el frente político como en el financiero. Raul Alfonsín, jefe de la Unión Cívica Radical, principal partido de la Alianza que está en el poder, dio su respaldo a las medidas y a una reducción de gasto de US$1.500 millones en el segundo semestre, a cambio de una serie de exigencias al gobierno. Alfonsín aclaró que "ello no significa que no vayamos a analizar otro tipo de medidas que complementen y profundicen los anuncios del presidente, para una búsqueda de mayor equidad, que no perjudique a los sectores más desprotegidos". Por su parte, Frepaso, el partido minoritario en la Alianza de Gobierno, presentará un plan alternativo que incluya dejar sin efecto la reducción de los salarios y jubilaciones, y gravar en cambio a las grandes empresas con un impuesto patriótico. Los peronistas, que representan la oposición y controlan 13 de las 23 provincias y tienen además mayoría en el Congreso, solo se pronunciarán cuando la Alianza haya llegado a un acuerdo. El temor de los inversionistas es que las medidas de austeridad sean bloqueadas por este partido.



Ante las nuevas medidas, los mercados reaccionaron muy mal, lo cual produjo una caída importante en el precio de los bonos argentinos, con efectos negativos sobre los bonos de los demás países de la región. El spread de los bonos de deuda de Argentina se ubicó por encima de los 1.600 puntos, un nivel superior incluso al alcanzado por los bonos de Ecuador cuando este país decidió unilateralmente hacer un default de su deuda externa hace dos años. Las bolsas cayeron en todos los países.



El castigo a los papeles de deuda argentinos por parte del mercado fue seguido al poco tiempo por las calificadoras de riesgo. Fitch redujo la calificación de los bonos soberanos de Argentina de B+ a B, mientras que S&P la redujo de B a B-. Al día siguiente, Moody's la redujo de B3 a B2. Las tres firmas calificadoras coinciden en un outlook negativo para esta calificación, ya que podría reducirse nuevamente si las tensiones sociales y políticas frustran los esfuerzos del gobierno para equilibrar el presupuesto.



Los depósitos bancarios también se han reducido de manera importante. Las presiones por los recursos en moneda local llevaron la tasa interbancaria a 240%. A su vez, las reservas internacionales cayeron de US$22.480 millones a US$21.920 millones en un solo día.



Las consecuencias



Si no hay un acuerdo entre los miembros de la Alianza, será muy difícil hacer el ajuste y muy posiblemente Argentina llegaría al escenario de verse obligada a realizar una reestructuración ordenada de su deuda externa. Un default de Argentina podría tener consecuencias muy graves sobre la región, en especial en este momento, cuando el crecimiento económico se ha reducido en todos los países.



Por otra parte, esta desaceleración afectará las ganancias de las compañías multinacionales de Estados Unidos que operan en esa región, lo cual aumentará la presión para la decisión de Bush de crear la zona de libre comercio para las Américas. Uno de los argumentos a favor de la zona es el dinamismo de los mercados de América Latina, hacia los cuales Estados Unidos podrá volcar un gran volumen de exportaciones.



Brasil es el más afectado con la crisis argentina, debido a la magnitud del intercambio comercial entre los dos países. Los economistas discuten si el banco central de Brasil deberá seguir sosteniendo el real o permitir que se devalúe más. México hasta hace poco se había mantenido inmune a los acontecimientos de Argentina e, incluso, se beneficiaba con el ingreso de los capitales que estaban huyendo de los países suramericanos. En las últimas semanas, sin embargo, el peso y las acciones mexicanas se contagiaron del miedo de un eventual default de deuda por parte de Argentina. Chile, el otro país vecino, tampoco ha salido bien librado de la crisis.



¿Y Colombia?



El ministro Juan Manuel Santos está bastante tranquilo frente a los efectos que la crisis argentina pueda tener sobre la economía colombiana. Según el ministro, haber asegurado el financiamiento externo de este año hace que el país sea menos vulnerable, aunque no descarta la posibilidad de un contagio. De hecho, la reestructuración de la deuda externa, que ya fue aprobada y que estaba prevista para las próximas semanas, se hará una vez el mercado se haya calmado.



Sin embargo, los mercados no son lo mismo después de una crisis y mucho menos después de una de la magnitud de la de Argentina. La deuda de este país representa un 21% del total de la deuda de los países emergentes, con lo cual difícilmente se puede afirmar que un default de este país no va a arrastrar al resto. Los inversionistas y las calificadoras de riesgo serán más exigentes con los países que, como Argentina, no corrijan sus desequilibrios fiscales y no saquen adelante las reformas necesarias para lograrlo. De hecho, México que está a la espera de una corrección hacia arriba de su calificación de riesgo a grado de inversión, ya fue advertido por las calificadoras que solo lo logrará cuando lleve a cero su déficit fiscal.



Si bien es cierto que Colombia ya consiguió los recursos de financiamiento externo para este año y que esto ha ayudado a que el mercado se mantenga tranquilo, también es cierto que en materia de reformas estructurales y ajuste fiscal el país aún está a mitad de camino. Al igual que con México, el mercado y las calificadoras estarán pendientes de los avances en este frente. Si no hay ningún avance, la gasolina con que hoy contamos, podría acabarse pronto.



Las medidas recientes de Cavallo

1. Reducción de los salarios y pensiones para ajustar los gastos a los ingresos tributarios, con lo cual se busca que el déficit sea cero.



2. Aumento del impuesto a las transacciones financieras a 6 x 1.000 y eliminación de todas las exenciones al impuesto. Todo con el fin de reducir la evasión.



3. Negociaciones para conseguir un crédito sindicado por parte de bancos europeos para poder cubrir todas las obligaciones de las letras del Tesoro el próximo año.