Sorprendió la apatía frente al crecimiento económico

Al parecer, un sector influyente del mercado entendió que ese crecimiento es inflacionario y que va a exigir mayores incrementos en la tasa de intervención. Nosotros disentimos de esa apreciación.

22 de septiembre de 2006

La semana pasada fue mucho más movida de lo que habíamos previsto, pues se presentó un tremendo pugilato entre fuerzas opuestas. En una esquina se alinearon 4 disparadores de volatilidad, uno en el Tío Sam y los tres restantes en el mundo emergente. El de Estados Unidos corrió por cuenta de la segunda contracción consecutiva del índice de indicadores líderes y del sorpresivo y abrupto descenso en el índice económico de Filadelfia. Las tasas de interés de los tesoros cayeron notoriamente (20 puntos básicos en la última semana) y las acciones dañaron un rally que parecía muy prometedor.

Las dos caídas consecutivas de los indicadores líderes de Estados Unidos prendieron una señal de alarma, pues en pasadas ocasiones tres caídas consecutivas del índice han servido para presagiar posteriores recesiones. Los tres disparadores de volatilidad emergentes de la semana fueron: la crisis política de Tailandia, el escándalo de abuso de poder y supuesto quebranto de la ley electoral de Lulla Da Silva, en Brasil, y una supuesta imperiosa necesidad de Ecuador de reestructurar su deuda externa. Tres mensajes emergentes negativos que incluso sirvieron de pretexto para recordar las crisis asiática y rusa que tanto daño nos hicieron en 1997 y 1998.

En la otra esquina se alinearon un fabuloso crecimiento del PIB colombiano del 6% en el segundo trimestre del año y la política de piloto automático del banco central de Estados Unidos, con un mensaje de tranquilidad que debió favorecer la inversión financiera global en ausencia de los factores perturbadores.

En el neto, en nuestra opinión, se formó un episodio de aversión al riesgo fundamentado en la preocupación del mercado por la aparición de un nuevo síntoma de anemia en la economía americana, en la desmejora del sector externo carioca y en el escándalo político de Lulla Da Silva a escasos días de las elecciones presidenciales.

De hecho, el índice que mide la aversión al riesgo (VIX) mostró un aumento semanal de 7%, que no es ni mucho menos de poca monta. El resultado para Colombia consistió en una devaluación semanal de la tasa de cambio de 1%, un incremento en las tasas de negociación de los títulos de deuda pública de 30 puntos básicos y una desvalorización semanal de las acciones colombianas de 2%.

Especial atención merece la falta de reacción del mercado colombiano al sorpresivo repunte del PIB en el segundo trimestre. Nos sorprendió la apatía, porque se trata del fundamental más importante de cualquier país y porque el dato del 6% presentó una gran desviación respecto al 4.3% que esperaba el mercado. Al parecer, un sector influyente de éste entendió que ese crecimiento es inflacionario y que va a exigir mayores incrementos en la tasa de intervención.

Nosotros disentimos de esa apreciación en varios sentidos. En primer lugar, es evidente que el repunte no descontado del PIB no obedeció a una explosión del consumo (que sí tiene efectos inflacionarios). Si se mira la oferta, el rubro acelerador fue la construcción tanto en su componente de obras civiles como de edificación de vivienda y si se mira la demanda, el disparador fue la formación bruta de capital fijo (inversión).

En segundo lugar, los aumentos en la inversión suelen estar asociados con ulteriores incrementos en la productividad que tienen la potestad de reprimir la inflación de origen salarial. En tercer lugar, no creemos que se deba asociar el aumento que experimentó el PIB entre abril y junio con el brote inflacionario que se presentó en julio y agosto, pues éste último respondió a un choque de oferta en el grupo de alimentos y en los precios regulados.

En cuarto lugar, desde el mes de abril, el Banco de la República se adelantó a las preocupaciones inflacionarias que tiene el mercado actualmente, pues el aumento de la tasa repo ese mes constituye una política de represión del consumo privado instrumentada para prevenir sus efectos inflacionarios futuros.

De esta manera, las finanzas públicas colombianas perdieron la oportunidad de tener una caída en el costo del financiamiento interno al amparo de un repunte del PIB, que desató la histeria inflacionaria del mercado y bajo un escenario emergente plagado de incertidumbre por la magnitud y longevidad de la desaceleración americana y de los desafortunados episodios político- económicos de Tailandia, Brasil y Ecuador.

La próxima semana
Esta semana tampoco se ve favorable para la deuda emergente. Entre lunes y miércoles se publicarán más estadísticas que demuestran la persistente caída de la vivienda en Estados Unidos y el viernes se revelarán cifras que auguran una leve desaceleración en el ingreso y el gasto personal.

Como quien dice, mayor evidencia sobre el enfriamiento de la economía más grande del mundo y sobre los efectos secundarios que esta circunstancia genera sobre las exportaciones y las ventas de las empresas emergentes orientadas hacia este mercado. Este escenario se acompañará además del ruido político que traerá la mayor cercanía de la elección presidencial en Brasil y de la publicación de cifras fiscales cariocas, cuyos últimos registros no han tenido el brillo de otras épocas.

La semana también será generosa en cuanto a los discursos del directorio del banco central de Estados Unidos (FED), pues hay charlas programadas de lunes a viernes. En particular, Kroszner, Hoenig y Poole hablarán sobre productividad, política monetaria e información económica, respectivamente.

En Colombia, la semana comenzará con la expectativa sobre el movimiento que haga el Banco de la República sobre la tasa repo en la sesión de junta directiva del viernes. Si bien pensamos que el Emisor no va a responder al brote inflacionario de oferta de julio y agosto y que el directorio anticipó desde abril con plausible tino la presión inflacionaria de demanda, sabemos que hay más de un histérico que cree que la inflación se salió de madre porque subió la papa y repuntó el PIB.

En este escenario, no vemos cuál pueda ser el factor que induzca una reducción de la tasa de interés de la deuda pública si el mercado mundial aumentó su desconfianza hacia el mundo emergente y si el mercado local ve con pesimismo los desarrollos positivos que exhibieron el PIB del segundo trimestre y las cifras de industria y el comercio de julio.

Septiembre 22 de 2006
Ricardoduran@intervalores.com.co