Sindicatos de aquí y de allá

25 de febrero de 2008

Muy movido ha estado últimamente el escenario sindical.

Primero, vino de Estados Unidos un grupo de dirigentes y asesores jurídicos de las centrales obreras norteamericanas, en particular de la gigantesca AFL-CIO. Dan Kovalic, uno de ellos, dijo con insoportable aire de suficiencia y superioridad que no hay posibilidad alguna de que se apruebe el TLC. A Linda Chávez, dirigente de la ALF-CIO, hay que agradecerle por haber revelado las verdaderas motivaciones de su lucha contra el TLC: temen que algunos de los puestos de trabajo que hoy existen en Estados Unidos se trasladen a Colombia, y sean ocupados por colombianos. Es decir, que haya más empleo acá.

Unos días después, se supo que un grupo de al menos 60 sindicatos planea crear una nueva central sindical, la cual competirá con las CUT, la CGT y la CTC. Aparentemente esta nueva central sindical tendría un espíritu más moderno, pues parece que apoyará el TLC.

Días más tarde, vi en el noticiero CM& (febrero 19) a los dirigentes de la CUT y la CGT, Carlos Rodríguez y Julio Roberto Gómez, reconocer que el sindicalismo colombiano sí está en crisis, por la reducción acentuada del número de trabajadores que pertenecen a los sindicatos.

En realidad, esta crisis es de orden mundial.

Los sindicatos son un producto de la era industrial, en particular de las épocas en que se formó la sociedad de masas, durante el siglo XIX. En ese entonces fue muy visible la necesidad de que los trabajadores se organizaran.

Si los sindicatos cumplieron un papel histórico tan importante, ¿qué ha precipitado su decadencia, y su pérdida de atractivo a nivel de casi todo el planeta? Por un lado, los sindicatos empezaron a desarrollar sus propias manifestaciones perversas. En segundo lugar, la sociedad ha cambiado, pero los sindicatos no cambian. Y hay casos especiales, como el de Colombia, donde también la crisis se debe en parte a la violencia contra los sindicalistas.

Empecemos por el primer punto. En casi todo el mundo, los sindicatos han perdido prestigio, credibilidad y atractivo, por el hecho de haberse convertido en estructuras de poder, las cuales benefician de modo significativo a algunos directivos sin que necesariamente sirvan a su masa de afiliados, o a la sociedad en general. La propia AFL-CIO, que tanto gusta de dar a Colombia lecciones de moralidad, lleva varios años enredada en vergonzosas peleas por el poder interno.

Pero además, como decía antes, los sindicatos siguen aferrados a ideas y discursos que nada tienen que ver con la sociedad de hoy. Siguen, por ejemplo, apegados a la idea de lucha de clases, lo cual hace que todavía piensen que su misión es extraer de la contraparte todo lo que se pueda.

Han sido incapaces, además, de construir un discurso atractivo en cuanto a los retos de la globalización. En un mundo que ya está irreversiblemente globalizado, los dirigentes sindicales no hacen más que lamentarse por lo que es un hecho consumado, y del cual disfruta y se beneficia buena parte de la población.

Si lograran, por ejemplo, construir un discurso interesante sobre los límites éticos de aquella estrategia que basa la competitividad en el costo de la mano de obra, lograrían tocar un punto de importancia creciente. Pero tal discurso no puede ser una negación ciega y obstinada de la globalización.

La esperanza de que se modernicen los sindicatos casi siempre se frustra. Cuando veía en televisión a los ya citados dirigentes sindicales colombianos, y escuchaba sus explicaciones, entendí que tal renovación va a ser muy difícil. Según ellos, los culpables de la crisis sindical son “el modelo neoliberal”, “las reformas laborales”, la “tercerización” y la “precarización del trabajo”.

La tercerización es una tendencia lamentable, pero no es la causa de la decadencia de los sindicatos. Las otras explicaciones no son más que fórmulas trilladas, vacías y repetidas en exceso. Si es verdad que esas reformas han golpeado tan duro al trabajador, ¿por qué entonces no vemos un renovado aliento sindical en la clase obrera para luchar en contra de ellas? ¿Será que no creen en los sindicatos como interlocutores suyos?

Del sindicalismo colombiano no hemos escuchado un solo reconocimiento de sus propios errores. De como varias empresas privadas se fueron a la quiebra por la terquedad de algunos dirigentes sindicales. De como muchos sindicatos han contribuido a la depredación del patrimonio público. De como ejercen un poder hegemónico en algunos sectores, como la educación. Y de como tal poder se convirtió en una plataforma para pasar a la política. Pero nada de esto. Insisten con el “modelo neoliberal”

 

*Instituto Libertad y Progreso
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