¿Es Chávez un dictador?

3 de diciembre de 2007

Hace pocos días, en su programa radial “Hora 20”, el periodista Néstor Morales hizo a sus panelistas la siguiente pregunta: ¿es Hugo Chávez un dictador? Se empezaron a escuchar respuestas interesantes, pero fueron todas eclipsadas por un escandalito que armó la senadora Cecilia López, invitada al panel. El episodio sirvió para dejar claro que todavía tenemos dificultades al momento de juzgar si un régimen político es democrático y respetuoso de las libertades, o si ha cruzado ya una línea que lo ubica en el ámbito de la dictadura.

Como primera dificultad, tenemos la tendencia a pensar en la persona y sus actitudes, y no en el régimen y sus características; de ese modo, se comete el error de calificar como dictador a un gobernante sólo porque sus maneras de ser son fuertes e incluso autoritarias en lo personal, aunque el régimen político del país que tal persona gobierna conserve la independencia de los poderes, un origen democrático, y un respeto por las libertades ciudadanas. Gracias a esta frivolidad es que muchas personas califican al presidente Uribe de dictador.

Otro error que cometemos es el de tratar de encontrar un criterio absoluto que nos muestre, sin lugar posible a equívocos, si hay o no hay una dictadura. Quisiéramos ser como los químicos, y aplicar un reactivo, esperar unos segundos para ver qué color toma, y entonces emitir con certeza nuestro juicio. En la práctica, la frontera entre democracia liberal y dictadura suele ser muy confusa, sobre todo en la dimensión temporal: no es frecuente que un país se acueste como democracia plena y se levante como dictadura consumada, al menos no en nuestros tiempos. Generalmente, el paso de la libertad hacia la tiranía es un proceso: David Hume, el gran filósofo escocés del siglo XVIII, escribió sabiamente en su ensayo sobre la libertad de prensa que “en rara ocasión la libertad, cualquiera sea su especie, se pierde toda de una sola vez”.

A la luz de estas aclaraciones podemos juzgar el caso de Venezuela. Tendremos que ver entonces qué características tiene su sistema político, y recordar que el objeto de nuestro análisis es el proceso, la manera como han evolucionado los acontecimientos.

Hace tiempo que en Venezuela se vive una erosión progresiva de la democracia y las libertades. El presidente Chávez, gracias a las leyes habilitantes, se ha convertido en el legislador principal del país. Pero incluso el órgano encargado del proceso legislativo ordinario, la Asamblea Nacional, está en su totalidad bajo control del presidente, como está la justicia. El gobierno ha hecho saber de manera muy clara que las libertades de expresión y prensa pueden tener como límite la conformidad con el programa revolucionario. Como recordamos, la primera víctima de esto, que no será la única ni la última, fue Radio Caracas Televisión (RCTV). Es cierto, aún quedan medios opositores; pero recordemos que estamos observando un proceso en marcha, no una situación ya plenamente cumplida. En el caso de RCTV, el gobierno tenía instrumentos jurídicos que le permitieron llevar a cabo el cierre dentro de una odiosa legalidad; y digo odiosa, porque esta no fue más que un vehículo del deseo de censura de Chávez: así lo hizo ver este mismo con sus palabras.

Además de esto, todos los estamentos independientes de la sociedad están hoy bajo constante asedio. La Sociedad Interamericana de Prensa no ha podido reunirse en Venezuela, pues ningún hotel se atreve a servir de anfitrión.

Pero el aspecto más preocupante del proceso que está en marcha en Venezuela es la aparición del totalitarismo, ya sin máscara. Esto significa que el gobierno ha hecho suya una cierta visión de la sociedad y del mundo, y sin lugar a excepción la piensa imponer sobre toda la nación. Todas las demás visiones del mundo deben desaparecer, pues se consideran burguesas, oligárquicas o imperialistas. Los pilares del camino hacia el totalitarismo serán el sistema educativo, despojado ya de toda libertad, y el llamado “Poder Popular”, que no es otra cosa que la constitución de estructuras destinadas a imponer sobre cada ciudadano y cada familia la ideología del chavismo, en cada cuadra, en cada barrio, en cada calle; con la intimidación, el adoctrinamiento, la vigilancia y la delación como instrumentos. Tal esquema opera hace ya varios años a través de los “Círculos Bolivarianos”: recordemos las imágenes de motociclistas armados, quienes atacan a los estudiantes que protestan contra la reforma constitucional.

A la hora de escribir estas líneas, aun no se ha sometido a las urnas la polémica reforma constitucional de Chávez. Si esta es aprobada, el proceso aquí analizado vivirá una terrible consumación. Si es rechazada, de todos modos el totalitarismo habrá ganado ya los espacios aquí descritos, aunque el rechazo de la reforma sería una muy alentadora noticia.

*Instituto Libertad y Progreso
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