Contra la enfermedad holandesa: el siguiente paso

Pasada la crisis, Colombia debe tener un plan para evitar la enfermedad holandesa ¿Qué debe hacer el país para manejar la entrada de dólares que vendrán con su movimiento hacia un nuevo modelo minero-energético? Opinión de Felipe Gómez Bridge.

Dinero
30 de septiembre de 2009

Un año después de la quiebra de Lehman Brothers Colombia parece haber esquivado una de las mayores crisis económicas de la historia. La fuerte baja en tasas de interés efectuada por el Banco de la República, la confianza que dio a los inversionistas contar con el apoyo del Fondo Monetario Internacional por hasta US$10 billones y el anuncio de un mayor gasto público, fueron claves para que se mantuviera la confianza en el país y el precio del dólar volviera a ubicarse por debajo de $2.000 -luego de haber superado los $2.600 en marzo de este año-.

 

Aunque hoy en día existen algunos analistas que no creen en la recuperación y pronostican una recaída en la economía mundial, es importante que las autoridades económicas colombianas estén también preparadas para un escenario totalmente opuesto, es decir, un nuevo boom.

 

Hace un año parecía que la crisis financiera iba a impedir que el país y las empresas locales pudieran conseguir los recursos de financiamiento que necesitaban hacer sus inversiones y generar empleo. Hoy en día, ya el Gobierno se encuentra prefinanciando el presupuesto de 2010 y las empresas han logrado asegurar en los mercados de deuda corporativa emisiones de bonos de largo plazo superiores a los $14 billones (incluyendo las exitosas colocaciones de bonos de Ecopetrol y EPM en los mercados internacionales).

 

Este éxito es una señal de confianza en la fortaleza del país, pero trae consigo un dilema de corto plazo: ¿mayores tasas de interés que hagan más costosa la inversión o revaluación de la moneda que afecte a los exportadores? Este dilema se hizo evidente en días pasados, cuando el ministerio de Hacienda reveló que gracias al faltante de recaudo tributario que se tendría para este año y a la demora en la privatización de Isagen, incrementaría su meta de emisión de TES en $2 billones. Con esta medida, siguiendo la ley de oferta y demanda, se incrementa la cantidad de títulos que circulan en el mercado doméstico, haciendo que su precio se mantenga bajo y no desciendan las tasas de interés de largo plazo. A cambio, pudo haber ofrecido estos mismos bonos en los mercados internacionales donde existe un fuerte apetito, como fue demostrado con la emisión de Ecopetrol que recibió demandas 5 veces mayores a lo ofrecido por la empresa.

 

Sin embargo, haber emitido estos bonos por fuera del país hubiera significado generar una aún mayor oferta de dólares que, en momentos como los actuales de desconfianza en el dólar, hubiera presionado una mayor revaluación del peso colombiano. Esta decisión, si se tiene en cuenta que en Estados Unidos las tasas de interés se mantendrán bajas manteniendo el apetito por bonos con mayores tasas de retorno, ayuda a comprar tiempo mientras que los fondos de pensiones absorben esta alta oferta de bonos con su fuerte crecimiento orgánico y las tasas de interés de largo plazo descienden.

 

Pero es que esta mayor disponibilidad de financiación en dólares que tiene la economía colombiana no solo se justifica por las bajas tasas de interés que hay en Estados Unidos. Las expectativas futuras que tiene el país de recibir dólares provenientes de sus exportaciones de bienes básicos -tales como el petróleo, el oro y el carbón- son otra razón que sustenta la disponibilidad de crédito en moneda extranjera para el país.

Y es que muchos anuncios recientes indican que el país está migrando exitosamente hacia una vocación minero-energética. Algunos ejemplos son los descubrimientos de oro de AngloGold Ashanti en el Tolima, el descubrimiento de carbón de la brasilera MPX en la Guajira y la ya exitosa explotación de petróleo de Pacific Rubiales. Las expectativas son tales que ya se empezaron a presentar adquisiciones, tales como la compra realizada por la Corporación Nacional Química China Sinochem –propiedad del Gobierno de dicho país- de la canadiense Emerald, que produce petróleo en Colombia.
Por tanto, así como el gobierno fue muy exitoso para esquivar la crisis implementando políticas para mantener la confianza del inversionista, se espera que también sea proactivo diseñando una serie de medidas que habría que ejecutar si se llegara a presentar una enfermedad holandesa. Esta, que sería consecuencia de una probable futura alta entrada de dólares proveniente de exportaciones de bienes básicos y de financiación en dólares del gobierno y del sector privado, podría traer problemas a otros sectores de la economía que pierden competitividad con una moneda más fuerte.

 

Estas políticas deberían ser proactivas -no reactivas como las implementadas en mayo de 2007 con los controles de capital- buscando que las industrias que no tienen tanta competitividad en este nuevo modelo minero-energético, se transformen y conserven al máximo el empleo para el país. Las industrias deberán enfocarse más al servicio, a generar más valor agregado y a encontrar su nicho tomando ventaja del acceso al mundo que la actual apertura económica brinda.

 

Las políticas a diseñar por tanto deberán no solo seguir fortaleciendo la capacitación y el apoyo a la industria en este proceso. La creación de fondos de estabilización, y por qué no de un fondo soberano, serán claves para: 1) reducir la velocidad de la probable apreciación futura de la moneda, comprando tiempo a las empresas para que hagan efectiva su transformación, 2) tener exposición en otros países a sectores estratégicos que probablemente no podrán ser competitivos internamente bajo este nuevo modelo minero-energético, y 3) diversificar las reservas internacionales de bonos del tesoro.

Felipe Gómez Bridge es jefe de Inversiones de Compass Group.