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¿Internet de las cosas?

"Las empresas que están considerando entrar en la industria 4.0 y al internet de las cosas, deben iniciar un proceso de evaluación de las oportunidades, retos y sus propias capacidades. Implementar IoT en las operaciones supone integración de diferentes tecnologías de información y comunicación, adicionalmente la adaptación a fluctuantes regulaciones y estándares y el manejo de inoperatividades derivadas en diferencias en códigos y protocolos. "

Maria Alejandra Gonzalez-Perez
12 de marzo de 2017

En las últimas cinco décadas internet ha crecido exponencialmente. De ser una pequeña red de investigación con pocos nodos, a ser una red mundial que en 2017 tiene más de tres mil millones de usuarios. El internet de las cosas (IoT por sus iniciales en inglés) es la interconexión desde cualquier lugar y en tiempo real entre los seres humanos y los objetos con los que interactúan diariamente, esta interacción se da mediante sistemas de computación omnipresentes. Su potencial promete no solo aumentar nuestra calidad de vida sino optimizar recursos, lo que tiene implicaciones en la sostenibilidad y la forma en la que se desarrollan los negocios. 

Business Insider estima que para el 2020 habrán 34 mil millones de objetos conectados al internet de las cosas, y en este periodo se invertirán 6 trillones de dólares en soluciones incorporando el internet de la cosas, y calculan que estas inversiones tendrán un retorno de la inversión (ROI) de 13 mil millones al año 2025.

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El pionero y a quien se le atribuye término internet de las cosas es el británico Kevin Ashton, quien en 1998 introdujo este concepto. Actualmente, existen en el mercado objetos de uso doméstico como carros, termostatos, neveras y lavadoras conectados a internet.  El desarrollo del internet de las cosas ha sido posible por varios factores como los avances en la nanotecnología, la masificación del acceso a la tecnología y la significativa reducción en los costos de dispositivos electrónicos, lo que sumado a las posibilidades de extensión actual del ciberespacio han propiciado este cambio estructural en la forma en la que nos relacionamos con los objetos.

Para que un objeto inteligente tenga conectividad supone instalar un componente computacional a un objeto físico que le asista a cruzar la brecha entre el mundo físico y el mundo virtual. Este componente primariamente usa tecnología de identificación de radio frecuencia (RFID). Lo novedoso del internet de las cosas no es la capacidad de tener objetos inteligentes, sino la cantidad de usos y funcionalidades que puede ser desarrollados y cuyo rango cubre diagnóstico, mantenimiento, y programación y activación de funciones específicas, monitoreo de comportamiento orientados a metas, entre muchos otros. 

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En los diferentes sectores de la economía, el IoT promete aumentar la transparencia y aumentar la eficiencia especialmente en cadenas de suministros, manejo de inventarios, posibilidades de conexión remota, velocidad, accesibilidad y productividad.  Este cambio representa grandes oportunidades para recolección de datos, no solamente de utilidad para los negocios y los gobiernos, sino también con implicaciones en desarrollos médicos, puesto que facilita los procesos de recolección de información en situaciones y lugares que históricamente han tenido dificultades para acceder a datos que permitan diseñar soluciones médicas.  

A pesar de los evidentes beneficios del internet de las cosas, uno de los aspectos más controversiales ligados a su expansión es la vulnerabilidad de la seguridad frente a la eventual autonomía de los sistemas y los dispositivos, en otras palabras, es el reto que representa la necesaria protección frente a la ubicuidad del internet de las cosas. Desde el año 2010, se vienen debatiendo los impactos potenciales del internet de las cosas. Rolf H. Weber y Romana Weber en su libro sobre las perspectivas legales del IoT, exploran los desafíos ligados al uso de dispositivos implantados dentro del cuerpo humano y conectados a internet.

Las empresas que están considerando entrar en la industria 4.0 y al internet de las cosas, deben iniciar un proceso de evaluación de las oportunidades, retos y sus propias capacidades. Implementar IoT en las operaciones supone integración de diferentes tecnologías de información y comunicación, adicionalmente la adaptación a fluctuantes regulaciones y estándares y el manejo de inoperatividades derivadas en diferencias en códigos y protocolos. 

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