JUAN RICARDO ORTEGA

Votos fantasma

Cuando las debilidades de un sistema son evidentes y nadie se toma el trabajo de fortalecerlo es porque hay intereses para que sea débil.

Juan Ricardo Ortega, Juan Ricardo Ortega
16 de octubre de 2019

Los municipios son el punto de contacto del Estado con el ciudadano. Allí se resuelven los problemas de la gente y se crea el ecosistema que favorece la productividad y el progreso. Allí es donde lo público crea o destruye valor, donde la sociedad invierte para hacer sus ciudadanos independientes y autónomos o donde el crimen y la corrupción lo someten y arrodillan a través del arbitrario y abusivo uso del poder. El municipio es, en muchos casos, la escuela de corrupción del sistema político colombiano. La política local está fallando: los alcaldes corruptos y destituidos son miles, las campañas con violencia e intimidación son cientos. La trágica historia de Karina, la candidata a la alcaldía de Suarez (Cauca), es una clara y dolorosa ilustración de cómo opera la política local en los municipios que son parte de la logística del narcotráfico. Alcaldes al servicio de la criminalidad o que montan su microempresa de corrupción abundan.

El mecanismo electoral se ha prestado para todo tipo de fraudes. Desde los muertos que votaban, hasta las tasas de participación absurdas que brincan de históricos promedio de 35% a más de 80%. Las elecciones del 70 tuvieron una votación sospechosamente masiva en La Guajira, similar años después a las votaciones de la parapolítica en Magdalena, Atlántico, Sucre, Norte Del Valle, Córdoba y Cesar en las votaciones de 2000 y 2002. Desde entonces es bien sabido que la base de datos de los censos electorales llega con todo el detalle de cédulas inscritas en cada mesa a políticos poderosos. Igualmente, la base de datos secreta de qué nombres y apellidos corresponden a cada cédula rueda por ahí.

¿Por qué es esto relevante? Porque cada voto es el resultado de una verificación por parte de los jurados de votación que cotejan el número de cédula inscrita con el de la cédula y ello queda reflejado en la planilla. Es decir, que si los jurados son amigos y conocen los nombres y apellidos de los ausentes, generan un clima de susto que evite la presencia de veedores por parte de otros candidatos y pueden incluir votos fantasma.

Los colaboradores de la señora Merlano, en sus beneficios de oportunidad, se han explayado sobre cómo manipulan la selección de jurados de votación. Los registradores regionales son del político poderoso del lugar. El robo de la base de datos de la Registraduría es conocido desde 1998. Esto lo ha explicado el condenado exdirector de sistemas del extinto DAS: ha descrito en YouTube cómo pueden poner a votar a todos los ausentes y alterar los conteos: el que escruta elige.

La costosísima cédula que la Registraduría implantó desde 2004 debería haber acabado con este tipo de fraude. La idea era que el código encriptado, esa gráfica de líneas y puntos negros en el reverso de cada documento, se podía desencriptar con una máquina que lo coteja con la huella digital del votante. Son ya 15 años y esto nada que se implementa. Esto es tan fácil de usar que son muchas las oficinas que lo emplean como verificación de ingreso.

El nombramiento del nuevo registrador es prueba de que tendremos más de lo mismo. Las patéticas investigaciones sobre los dineros ocultos de las campañas por parte del Consejo Nacional Electoral, de donde proviene el nuevo registrador, son el triste final de esta historia. Se compran votos, se manipula la elección de jurados, se cuentan votos de ausentes y los sistemas de la Registraduria son inseguros.

Mientras tanto, la criminalidad se apodera de municipios estratégicos o muy ricos como Tumaco, Buenaventura, Caucasia, Circasia, Cartago, Cartagena, Cota, Mosquera, Maicao... Mientras la política municipal no se sanee del todo, el país seguirá sin resolver los problemas de sus ciudadanos, particularmente los de aquellos más débiles y vulnerables: la base de la legitimidad del Estado.

Coda: vean el documental The Blueprint de la serie The Weekly. Las amenazas son reales y crecientes.