VÍCTOR RIVERA

Una herramienta para el Banco de la Republica

Cuando China públicamente aceptó estar evaluando una política para desarrollar los pagos electrónicos y digitalizar su moneda, se incrementó la percepción riesgosa de este activo, creada por la confusión entre las criptomonedas y las monedas digitales.

Víctor Rivera, Víctor Rivera
23 de octubre de 2020

Sin embargo, con el reciente interés de la Unión Europea en digitalizar el euro, los inversionistas tradicionales están comenzando a entender la magnitud del crecimiento en pagos digitales que existe en el mundo y la importancia de su desarrollo.

Comencemos con decir que en el Reino Unido se hacen más pagos de forma digital que con efectivo, los pagos con tarjeta débito igualaron el efectivo en 2017, alcanzando 13.000 millones de transacciones, tendencia que se aumentó significativamente al cierre de 2019, cuando se realizaron menos de 10.000 millones de transacciones con efectivo y más de 16.000 millones con tarjetas débito.

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Como lo evidencian estas estadísticas de 2019, la velocidad de adopción que han tenido los pagos digitales no se puede desestimar, más aún cuando la pandemia acelera esta adopción, con una estimación de alcanzar 20.000 millones de transacciones antes de 2023.

Lo anterior es posible porque el 98 % de esta población tiene una tarjeta débito y en esta economía existe una gran variedad de proveedores de servicios que no cobra comisiones por el uso de la misma, ni por las transacciones, ni existen impuestos sobre estas últimas, casi que es más fácil hacer un pago con tarjeta débito que ir al cajero y retirar efectivo.

Pareciera entonces que el desarrollo de los pagos electrónicos radica en la adopción de la tecnología por parte de los pagadores, pero, en realidad, son las entidades financieras de base tecnológica las que deben presentar servicios de bajo costo que incentiven a los comerciantes a adoptar este cambio, haciendo tan fácil el pago digital que cree la sensación en el usuario de que es más engorroso, inseguro y costoso manejar efectivo.

China alcanzó US$2‘309.049 millones en transacciones electrónicas este año, con un crecimiento del 33 % en los últimos doce meses, generado por 901,7 millones de usuarios, lo cual es un número grande a todas las escalas, por ejemplo en Estados Unidos hay 256 millones de usuarios.

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Esto se logra porque las empresas tecnológicas de este país tienen como objetivo atraer la mayor cantidad de tiempo de sus usuarios, sin importar lo amplia que sea la gama de producto que deban ofrecer, brindándoles formas de pago dentro de sus aplicaciones, mientras que en los países del Occidente, la estrategia de diferenciación está enfocada en la especialización del servicio, en una industria específica y un nicho particular de usuarios, dejando el pago para las empresas especializadas en pagos.

De esta manera, las empresas tecnológicas atraen en promedio más de cuatro horas diarias de usuarios en China, una cifra alta comparada con las tres horas y 15 minutos promedio en el Reino Unido.

Lo verdaderamente importante cuando se estudia la necesidad de digitalizar una moneda en un país es evidenciar si la población demanda la necesidad de la misma y claramente en China es una necesidad, no porque los usuarios tengan la voluntad de querer hacer mayores transacciones con sus teléfonos, sino porque los vendedores y comercios pueden incrementar sus ventas si tienen una forma de cobrar más fácil, segura y a costos justos.

La adopción del Código QR es, sin lugar a dudas, uno de los responsables de este cambio. Hoy, más del 50 % de las transacciones digitales en China no requiere de tarjeta débito o crédito física, mucho menos de un datáfono: con escanear el código QR en el teléfono basta para hacer la transacción y esto les permite a los dueños de tiendas y comercios únicamente pagar el 0,6 % por la transacción, en contraste con el rango del 2,5 % al 3 % que cobran en Colombia, ahorrándose -además- el costo del datafono.

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Para atraer más a los comercios, si estos no venden lo suficiente para cumplir con el costo mínimo de las transacciones, las empresas digitales retornan las comisiones del 0,6% cobradas al comercio. De esta manera, eliminan la barrera de entrada que tienen los datáfonos en Colombia, ya que no existen costos hundidos por adquirir un equipo que nunca será usado lo suficiente.

Dicho lo anterior, digitalizar una moneda no tiene nada que ver con Bitcoin. Los bancos centrales de países como China, de la Unión Europea y del Reino Unido son conscientes de que el efectivo no es la forma de pago más usada en sus economías, por lo cual, evitar la impresión de moneda en papel o plástico (como los billetes de 5 y 10 libras en el Reino Unido) es inteligente.

Más importante aún, dado que los pagos digitales fomentan el desarrollo económico y la generación de empleo, la digitalización de la moneda es una de las nuevas herramientas que pueden implementar los bancos centrales para fomentar el crecimiento económico.

Entonces, ¿qué debe hacer el Banco de la República si Colombia aún no cuenta con las características de digitalización que muestra China o Europa?

Debe ser consciente del cambio y fomentar el desarrollo de la infraestructura de pagos en Colombia, dado que es más fácil si el Gobierno Central y el Banco de la República lo proponen, en lugar de esperar con los brazos cruzados la evolución del sector financiero colombiano. Quizá sea otra oportunidad perdida de las tantas que hemos dejado de lado, por el miedo a asumir la responsabilidad que conllevan nuestras posiciones.

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