CAMILO DÍAZ

Un sueldo que compre más que lo necesario

Todos los años por esta época se negocia el aumento que tendrán los trabajadores en su salario, la apuesta de empresarios y trabajadores debe ser lograr que el sueldo sirva para comprar más que lo necesario.

Camilo Díaz, Camilo Díaz
22 de diciembre de 2017

Cada año se negocia entre empresarios y trabajadores el aumento que tendrá el salario mínimo para el año entrante. La denominada formula universal indica que el salario debe aumentar en proporción al aumento de la inflación causada, más la productividad de los trabajadores. Entonces bajo la fórmula para el 2018 el aumento del mínimo debería ser 4% de inflación, que se espera para el cierre de 2017, más 0,44% de productividad, para un aumento total del 4,44% lo que dejaría el mínimo en $770.176. La última propuesta de los empresarios es 5,1% a $775.340.

Esos $775 mil pesos es una cifra que verdaderamente no alcanza para que los trabajadores logren comprar algo más que lo necesario al final de mes. Cerca de $232 mil son destinados a alimentación, y $194 mil para vivienda, $116 mil a vestuario, $23 mil para transporte y los restantes $209 mil se distribuyen entre, ahorro –si es que se puede– recreación, salud, y ojalá que no se presente ningún imprevisto porque no habrá con que cubrirlo.

Con esas cifras hay que preguntarse si de verdad se puede hacer mercado con $232 mil, o si en las ciudades principales, que es donde están el grueso de los trabajadores, se consigue vivienda mensual por $194 mil, si $116 mil logran suplir decentemente necesidades de vestido, y si de verdad con los restantes $209 mil se puede pensar en recreación, educación y ahorro para imprevistos. Es necesario pasar la discusión del mínimo hacia cual es el nivel de ingresos con los que una persona en Colombia lograr mantener un estilo de vida digno, y que nivel de habilidades laborales debe tener para alcanzarlo.

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El porcentaje de ajuste del salario mínimo debe ser un índice solo para el salario, evitando que otros precios regulados aumenten en la misma proporción, lo que evita que existan efectos inflacionarios cuando el mínimo es ajustado por encima de la inflación. Para ajustar otros precios, como los salarios estatales, las multas de tránsito, el pago de honorarios, y demás regulados de la economía, se deben usar otros indicadores como la unidad de valor tributario UVT, o si se trata de gastos financieros índices como el interés bancario de referencia IBR.

Empresarios y trabajadores deben abandonar el viejo ritual de llegar a la mesa de negociación, a tirar la vara para abajo en el caso de los empresarios, o lanzarla para arriba en el caso de los trabajadores, dejando que sea casi que la suerte la que termine fijando el aumento. Lógico en esa dinámica los perjudicados son los trabajadores, que quedan dependiendo de las necesidades políticas del Gobierno, que cuando busca el favor de los trabajadores en las urnas les da un poquito más de aumento, pero si necesita dinero de los empresarios, aumenta poco el salario.

La discusión debe pasar a otros campos, como el correcto cálculo de la productividad laboral correspondiente netamente a los trabajadores. Un reciente estudio de Cedetrabajo puso en evidencia que a los trabajadores les han quitado 1% anual en su productividad en los últimos 11 años porque es ponderada con la de las empresas. En ese periodo la productividad de los trabajadores ha sido mayor que la de las empresas, sin embargo, no les ha sido reconocida en su salario.

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Uno de los argumentos de siempre para no subir más el mínimo ha sido que un elevado aumento provocará inflación. Un argumento impreciso porque en Colombia ganan el mínimo cerca de 2,5 millones de trabajadores, si ganaran mejor no van a provocar un choque de demanda, o generar burbujas de activos con sus “inversiones”, además las empresas desde hace tiempo vienen trabajando en promedio al 70% de su capacidad instalada entonces si aumenta la demanda interna, están en capacidad de atenderla, sin hacer nuevas inversiones de capital.

Si ganan más, lo que va aumentar es la confianza del consumidor, (que de once meses del año ha estado ocho en terreno negativo) y por esa vía la demanda agregada, lo que causaría el anhelado impulso a la economía que vienen esperando comerciantes, industriales y el Gobierno. La invitación, es para que empresarios y Gobierno hagan el ejercicio de ir a repartir ocho billeticos de cien mil, entre arriendo, alimentación, vestuario, transporte, educación, y algún juguete o helado para los hijos; si no les alcanzan esos ocho billeticos, se van a dar cuenta que esa es la porción que hace falta de aumentar en el salario.