OPINIÓN ONLINE
Un salario mínimo que alcance
Un paso importante es desligar la cotización del salario mínimo a los gastos del Estado para evitar que sus aumentos activen mecanismos de indexación.
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Se supone que el mínimo debe ser una cantidad de dinero suficiente para comprar una cesta de bienes y servicios básicos entre los que se encuentran el arrendamiento, la alimentación, el transporte y la recreación, no obstante, como es probado mes a mes por todos los que devengan el mínimo esa asignación no alcanza para satisfacer completamente sus necesidades.
La mayoría del sueldo de los trabajadores que devengan el mínimo se va en pagar el arriendo o la hipoteca de interés social transporte y alimentación. El año pasado y este en particular, los trabajadores han sido golpeados por la inflación que solo empezó a descender desde el 9% a partir de octubre, para ellos el aumento de los precios tuvo mayor impacto porque destinan cerca del 35% de sus ingresos para comprar alimentos. El resto de lo que queda se acaba en vestuario, un poco en educación y con más frecuencia en cubrir gastos de salud puesto que el sistema de seguridad social sigue sin funcionar adecuadamente.
Que el mínimo nunca ha alcanzado para cubrir lo básico es una verdad de a puño, pese a ella los sindicatos, los empresarios, el propio Gobierno ahora con la Ministra Clara López que se supone es abanderada de las consignas sociales, se han sentado un año más a la mesa con su anquilosada estrategia.
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Los sindicatos simplemente otra vez están tirando la vara para arriba pidiendo el 14% de aumento sin analizar las perspectivas de crecimiento del próximo año que con suerte llegará al 2,5%, el contexto de la economía internacional, la demanda de empleos que deberá tener el posconflicto y las necesidades de cualificación de los trabajadores para poder ganar más.
Mientras, los empresarios están tirando la vara para abajo ofreciendo un aumento del 6%, ósea por debajo de la inflación del año pasado y al ras con la de este, sin tener en cuenta que los trabajadores perdieron poder de compra y que el aumento del año pasado a todas luces fue corto, que la etapa de posconflicto beneficiará los negocios y que en esta tributaria han sido beneficiados con la reducción de impuestos, aunque diferida.
El Gobierno a su vez parece marginado del debate, el ministro de Hacienda no ha ido a las discusiones para exponer los efectos de la tributaria en los trabajadores y las empresas, y las perspectivas económicas del próximo año y los beneficios del posconflicto con relación a la generación de empleo y el crecimiento. La ministra de Trabajo aún no propone fórmulas para zanjar un cierre negociado que beneficie a los trabajadores a pesar de llevar banderas políticas sociales, su ministerio tampoco llevó a la mesa discusiones relacionadas con el mejoramiento de la salud, la generación de empleo, y la educación de los trabajadores para que sean más productivos y devenguen más.
Las tres partes simplemente usando su vieja estrategia están esperando que sea el Presidente quien por decreto determine el alza, como siempre los perjudicados serán los trabajadores, con esa malísima estrategia de los sindicatos de mandar la vara para arriba sin más, otra vez regresarán con las manos vacías a decirle a sus representados que lograron “otros compromisos por parte del Gobierno nacional”.
En lugar de esa poco seria estrategia, los sindicatos deberían estar pidiendo al Gobierno y su ministra de Trabajo tramitar el proyecto de ley que devuelva el recargo nocturno a partir de las 6 p.m., que el alza también debe mitigar el impacto negativo que tendrá en los trabajadores el incremento del IVA del 16% al 19% como ya se aprobó en la tributaria.
El Gobierno en vez de hacerse el loco debería estar viendo que un aumento justo para que el mínimo alcance es un buen instrumento de equidad y distribución que tiene en sus manos, para evitar la activación de mecanismos de indexación, el mínimo no debe ligarse a ninguna otra medida de gasto del Estado para eso existen otros indicadores como el IPC, la UVT, la DTF y el IBR.
Los empresarios deben ser conscientes que los más afectados en esta tributaria son los trabajadores y que su productividad también depende de los incentivos que perciben con sus ingresos así como de las inversiones en capital que hacen las empresas para emplear mejores tecnologías en los procesos productivos. Si las tres partes abandonan su vieja postura probablemente llegaran a un mínimo que de verdad alcance para lo básico.
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