CLAUDIA VARELA

Un día sin Zoom

El ánimo de tener organizaciones participativas puede confundir el término colaboración con el de presencia permanente.

9 de agosto de 2020

"Estar ocupado es a menudo una forma de pereza mental, pensamiento perezoso y acción indiscriminada".
Tim Ferriss 

Si bien es cierto que hoy el liderazgo es de influencia y de consenso más que jerárquico, es muy difícil matricularnos con el paradigma de que solo si todo el mundo opina sobre algo es finalmente una reunión productiva. 

Las estructuras actuales deben promover esquemas colaborativos no forzados. Tener claridad en quiénes deben participar en las reuniones para que realmente su presencia  genere valor. Nada más improductivo que reuniones llenas de gente que se siente responsable de decir algo, por haber sido invitada, pero que al final no genera valor al resultado de la reunión. 

He tenido varios procesos de coaching en esta nueva época de repensarse, y lo que he encontrado en común en todos es que el tiempo ahora les alcanza menos que antes. Parece una locura, pero las agendas nos están enloqueciendo por dos razones básicas: la necesidad de control y participación exagerados y la falta de priorización. 

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El exceso de reuniones que ya antes se veía ahora se exacerba más, porque parece que no hay horarios. Se supone que te desconectas de una reunión en Zoom y entras a la siguiente sin siquiera tener un descanso, porque “llegarías” tarde.  

Hace poco le dije a mi equipo que íbamos a tener la disciplina de bloquear de 12 a 2 p. m. todos los días para no tener reuniones y utilizar la hora de almuerzo en una pausa, que haga más razonable tener el cerebro en modo eficiente. Creo que nos ha funcionado en la medida que podemos controlarlo entre nosotros. 

Según he conversado, parece que hay personas que ni se toman el trabajo de ver si en el Outlook de los demás hay tiempos disponibles. Con mis coaches he conversado largamente, porque no encuentran una buena forma de darles gusto a todos y hay veces que están en dos reuniones a la vez. ¿A quién se le ocurre que un cerebro sea productivo en dos reuniones al mismo tiempo? 

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Creo que hay que empezar por reglas básicas, si manejamos equipos: respetar los horarios, delegar los temas para no tener a todos metidos en todo, aclarar las reglas con el equipo para que no haya lugar a herir susceptibilidades, y tratar de dar más tiempo para el trabajo de análisis y de ejecución. 

Nicolás, uno de mis coaches (que entre otras tengo muy pocos, porque ya no tengo tiempos extramurales), me decía que empieza a las 6 a. m. para poder responder mails, preparar presentaciones y analizar cómo va la ejecución de sus actividades. 

Me encantó la pregunta que me hizo, de la manera más automática pero genuina. Me contó que empieza a las 6 a. m. y termina a las 8 p. m.; así que me dijo: "Entonces, dime, ¿a qué hora trabajo?". Le pregunté si lo que hacía en ese horario no era trabajar y me comentó: "Pues, sí, claro, pero las cosas de día a día no logro avanzarlas; estoy en Zoom todo el día". 

¿Es eso productividad? ¿Reinventarse presupone que, aunque no nos veamos, debemos estar conectados todo el día? Creo que podemos empezar por entender que ese modelo de trabajo hora/hombre ya no es de este siglo. 

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Busquemos alternativas diferentes y soltemos el control. Esta obligada virtualidad va a durar un buen rato y en muchos casos no se está manejando correctamente. Yo le haría una propuesta a todos los líderes que quieran repensarse a hacer un día a la semana sin reuniones de Zoom, un día lejos de Zoom para poder dedicarse, como dice Nicolás, a “trabajar”, analizar, hacer seguimiento de actividades, llamadas a clientes o soltar nuevas ideas para co-crear. 

No seamos esclavos de las reuniones virtuales (cualquiera que sea la plataforma). Yo confieso que disfruto muchísimo cuando puedo sentarme a trabajar sin tener la prisa de mil reuniones pendientes. Soy más eficiente, productiva y me lleno de energía. La mayoría de las cosas no hacen ninguna diferencia.