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Triunfo del No, un puro cisne negro

Los resultados eran impensables incluso para los promotores del No, algo que recuerda que a todo riesgo, por pequeño que parezca, hay que prestarle atención porque su impacto puede ser fatal.

Camilo Díaz
8 de octubre de 2016

El triste resultado de las votaciones del domingo pasado le dejó ver al Gobierno que, aunque la paz es algo popular, no todos los colombianos están satisfechos con los acuerdos alcanzados y a la mayoría poco le importa una abstención del 62% realidad que contradijo todas sus seguridades, las predicciones de las decenas de encuestas previas y las propias expectativas de los promotores del No, quienes daban la derrota por descontada.

Gobierno y promotores del No confiaban plenamente que la sociedad iría masivamente a las urnas a decir que Sí, entonces ninguno alistó un plan para estar preparados si los resultados eran contrarios a sus expectativas. El resultado ha sido la incertidumbre política e institucional que se experimentó esta semana fruto de la irresponsabilidad de ambos, en especial de los promotores del No que no tienen listas sus propuestas relacionadas a los reparos sobre el acuerdo total o sobre los puntos que consideran errados, algo que deriva en la pregunta sobre si su campaña estaba motivada por pura oposición al gobierno de Santos o sobre propuestas estudiadas para mejorar los acuerdos en favor de lograr la paz del país. Si es lo último, ya deberían haberlas hecho públicas para que su viabilidad sea evaluada en el contexto de un acuerdo negociado que busca la desmovilización de un grupo armado.

El gobierno pecó de confiado porque es plausible que públicamente dijera que no tenía un plan diferente a lo rubricado con las Farc, puesto que su intención era que los votantes dijeran Sí a ese acuerdo. Pero no se esperaba que después del resultado adverso quedará a la saga de presentar sus propias propuestas de modificación a lo pactado. En cambio, ha terminado en una posición de pedir que le formulen las modificaciones entregando casi un poder de veto sobre los acuerdos a quienes se han opuesto férreamente a los mismos.

El otorgamiento del Nobel de Paz al presidente Santos es un reconocimiento a su total entrega por lograr silenciar los fusiles, lo tiene merecido y, una vez se alcance la paz, será digno de recibir todos los demás palmares.

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No obstante de ese apoyo a los acuerdos, la falta de previsión ayudó al ambiente de incertidumbre actual y se vio reflejada en el comportamiento del peso y la deuda pública. La moneda recogió ese limbo y el peso se depreció contra el dólar un 1,68% mientras que los TES a diez años se desvalorizaron y su rendimiento pasó del 6,8% a 7%  el precio de un bono es contrario a su rendimiento

Eso sucedió a pesar de que el petróleo Brent tuvo una de sus mayores alzas semanales y subió desde US$48,97 hasta un máximo de US$52,40 por barril y de la disminución de la inflación anual que cedió hacia el 7,27%. Ese movimiento de la moneda y la deuda evidencia que la aprobación de los acuerdos era vista de manera positiva por los mercados. 

Por otra parte, el ambiente político para tramitar la reforma tributaria es más complejo y se corre el riesgo que se dilate su presentación o lo que sea aprobado en esa materia termine afectando a los ciudadanos con solamente alza del IVA, o termine recayendo aún más sobre las empresas.

Sin embargo el problema es que la reforma que venga tendrá que incrementar el recaudo en alrededor de 2,5% del PIB para poder cerrar el déficit fiscal y mantener la senda que exige la regla fiscal. Si el déficit fiscal no empieza a cerrarse a partir del próximo año es inminente una rebaja en la calificación de riesgo lo que traerá más volatilidad al mercado, depreciación del peso y por esa vía un poco más de inflación.

Queda el país atrapado entre las decisiones políticas que deben tomarse para normalizar la situación, los promotores del No deben aportar sus propuestas para la modificación de los acuerdos sin dilación para que la mesa de negociadores las discuta prontamente en La Habana, porque ellos al igual que el Gobierno tuvieron cuatro años para prepararlas a medida que se conocían los avances.

Por último, vale la pena recordar que todo riesgo debe ser evaluado por pequeño que parezca, en este caso el riesgo de perder el plebiscito debía contemplarse no por su baja probabilidad de ocurrencia sino porque el impacto que tendría era enorme.

Y las Farc no olvidar que también tienen responsabilidad porque algunas de sus actitudes causaron indignación en la sociedad y ahora la firma del posible acuerdo está en lo que alguna vez ellos cantaron: quizás... quizás... quizás…”

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