GREGORIO GANDINI

Los tesoros, el Dow Jones y la histeria colectiva

Cuando el pánico llega a la bolsa, lo hace de forma inesperada y explosiva. Esto fue lo que pasó el viernes 2 y el lunes 5 de febrero cuando se desplomaron los mercados de bonos y acciones respectivamente. La variable que llevó a estas ventas masivas fueron los cambios en las percepciones de riesgos por lo que en la columna de hoy voy a revisar qué ocasionó esto.

Gregorio Gandini, Gregorio Gandini
14 de febrero de 2018

Los mercados de capitales en Estados Unidos han tenido un febrero bastante complicado por no decir más, con una caída de 1.178 puntos en el índice accionario Dow Jones durante el lunes 5 de febrero, después de una venta masiva en los bonos del Tesoro de 10 y 30 años dos días antes. Pero lo más interesante de este caso no es solo la caída del índice, sino que no se dio por ninguna noticia o dato específico que fueran detonantes claros de este comportamiento, ¿entonces que llevó al mercado al borde del pánico en ese lunes? Desde mi punto de vista, el resultado se dio por la suma de pequeños factores que han ido afectando poco a poco las percepciones de riesgo de los inversionistas llevándolos al punto de la histeria colectiva.

Primero los tesoros

Antes de hablar de lo que pasó el lunes en los mercados de acciones, las primeras pistas están en otra clase de activo, los bonos del Tesoros de Estados Unidos.

La causa de las ventas masivas de títulos del Tesoro de largo plazo con vencimiento de 10 y 30 años puede verse un poco más clara y se origina con la publicación del dato de pagos por horas de salarios que aumentó 2,9%, el máximo valor desde 2009. Este dato en sí mismo normalmente no es tan importante, pero fue como la pequeña piedra que inicia el derrumbe puesto que, desde el año anterior, la FED ha justificado su aumento de tasas de interés en el bajo nivel de desempleo que podría llevar a un aumento en los precios.

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Sin embargo, en términos reales no se ha presentado ninguna señal clara de aumento en la inflación, eso hasta el viernes 2 de febrero cuando el aumento en los salarios por hora hace pensar que viene un crecimiento en los ingresos de los hogares y por tanto a mayor inflación. La lógica de este tren de pensamiento puede verse en el gráfico 1 y que llevaría a una posición más agresiva de aumento de tasas por parte de la FED, reduciendo la cantidad de dinero en la economía y por tanto el consumo, lo que en último nivel podría deteriorar el crecimiento económico.

Si a la expectativa de mayor inflación futura también le sumamos el temor del costo que tenga la reforma tributaria del presidente Trump, en términos del déficit fiscal de Estados Unidos, obtenemos la venta masiva de Tesoros de largo plazo como puede verse en la gráfica 2, con un aumento de su tasa Yield hasta 2,84% para los de 10 años y hasta 3,09% para los de 30 años para el viernes 2 de febrero. En este punto me parece importante aclarar que cuando hablamos de la tasa Yield su movimiento es inverso al precio, por lo que su aumento equivale a una caída en los precios de estos títulos.

Pero lo más paradójico de esta situación es que, por un momento en el tiempo, la caída en acciones ayudó de nuevo a los tesoros a corregir su tendencia decreciente en busca de activos refugio tal y como puede verse con la reducción del yield en la gráfica 2. Lo que nos devuelve al concepto de las percepciones de riesgo ya que parece estar grabado en la mente de los inversionistas que ante mayor incertidumbre alrededor de las acciones hay que correr de nuevo a los tesoros porque son “activos refugio”. Sin embargo, se puede ver cómo hacia el cierre de la semana, esta tendencia se revierte, volviendo las ventas de estos títulos, ya que vuelven a pesar más las expectativas inflacionarias de tasa de la FED y déficit fiscal sobre las percepciones de riesgo de los inversionistas de bonos.

Luego las acciones

En medio de este ambiente en los tesoros, el nerviosismo se trasladó a las acciones que habían mantenido una tendencia creciente durante todo el año anterior, debido a un factor crucial que es el apetito de riesgo de los inversionistas. Esto se conoce como un escenario “risk-off” y corresponde a momentos en los cuales la percepción de riesgo de los inversionistas cambia y perciben los activos más riesgosos, en este caso las acciones, lo que los lleva a liquidar posiciones vendiendo sus acciones.

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Pero no solo fueron las percepciones de los inversionistas que afectaron al mercado, existe otro factor que contribuyó a la caída de los precios, los algoritmos de negociación automáticos que reaccionan de forma más rápida que cualquier humano ante ciertos escenarios de mercado y realizan ventas para reducir pérdidas en casos como estos, añadiendo aún más velocidad al descenso.

Sin embargo, creo que el mayor detonante detrás de estos movimientos continúa siendo el psicológico, ya que pareciera existir un temor latente sobre qué tan sostenible es el crecimiento del mercado de acciones, básicamente ininterrumpido durante 2017, y cómo podría terminar con brusca caída en los precios. Así que cuando las dinámicas de los bonos del tesoro muestran una expectativa de desaceleración futura de la economía, los inversionistas empiezan a modificar su apetito de riesgo no solo sobre esos títulos en particular sino los demás activos en sus portafolios. Así que, al rendirse a esta histeria colectiva, lo único que lograron fue hacer realidad su expectativa de terminar el crecimiento en las acciones con una estrepitosa caída.