ADRIANA MOLANO

Teletrabajo: ¿resuena pero no pega?

¿Será posible cambiar nuestra cultura para que el trabajo no sea un lugar sino un resultado? Hasta que no lo logremos, el teletrabajo será inviable.

Adriana Molano, Adriana Molano
8 de febrero de 2019

Desde el 2008 Colombia cuenta con una legislación sobre teletrabajo que, con su respectivo decreto reglamentario, abrió las puertas para que esta modalidad laboral fuese una realidad en el país. Pero pese a que las cifras de adopción en los últimos años entregadas por el Ministerio TIC muestran avances, especialmente por la inclusión de trabajadores autónomos y freelancers - teletrabajadores, lo cierto es que todavía no se hace tan popular como podría.

Cada día sin carro vuelve a sonar el teletrabajo y desde las compañías tecnológicas, hasta los funcionarios y los líderes organizacionales, salen en defensa de nuevas formas de trabajar, pero al día siguiente la realidad vuelve a ser tan cuadriculada como siempre.

He tenido la fortuna de acercarme al teletrabajo desde la investigación, la política pública y la implementación en el sector privado –también desde mi propio ejercicio como teletrabajadora–, y la conclusión a la que he llegado luego de años de observación respecto a por qué no pega el teletrabajo en el país es muy simple: empleados mediocres / jefes mediocres.

Lo que suena tan escueto no es más que otro de los reflejos de cómo nuestras culturas profesional y organizacional todavía no están preparadas para algo tan sencillo como cambiar la medición por horarios para hacerla por resultados; para saber que lo que importa son los entregables y no el dispositivo en que se hagan; para entender que el trabajo es lo que se hace y no dónde se hace –y téngase en cuenta que todos estos son preceptos base para el avance en la economía digital que tanto queremos conquistar–.

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El listado de beneficios del teletrabajo es tan amplio como el portafolio de servicios disponibles para impulsarlo. Análisis globales confirman que aumenta la productividad, reduce costos operativos, mejora el clima organizacional, atrae talento de calidad, reduce la huella ambiental y, en resumen, hace felices a los trabajadores para que le generen mayor rentabilidad al negocio.

Pero si el argumento de una empresa hoy es que a un gigante tecnológico como Yahoo! no le funcionó el teletrabajo, lo primero que se requiere es entender el momento del negocio de la compañía y cómo una profunda crisis corporativa requería de una cultura en la cuál el fortalecimiento de las redes era fundamental, tarea para la que el teletrabajo no era necesariamente la mejor opción, por lo que hicieron el llamado a cuarteles.

Un empleado pegado a la silla, con resultados medidos por las horas que pasa en ella, sin metas personales ni de área y sin retos más allá que lograr salir a tiempo para irse a su casa, es un empleado ‘tirando a malo’ – que es una de las definiciones de mediocre según la RAE –. A su vez, un jefe que no hace seguimiento sobre el avance de sus proyectos, que no establece canales de comunicación abiertos y que sabe de jerarquías pero no de liderazgos, también está ‘tirando a malo’.

Los emprendedores son fanáticos del teletrabajo, uno porque cada vez son menos los jóvenes profesionales dispuestos a consumir su existencia en ocho horas de ‘agonía corporativa’, más otras tantas de crisis en el transporte público; y dos porque la simple idea de ahorrarse el pago de una oficina suena muy tentadora para los balances. Y está muy bien por los emprendedores, pero ¿nuestro conglomerado empresarial cuándo tomará decisiones de fondo para evolucionar?

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Sabiendo que el teletrabajo no es para todos, bien por su cargo o particularmente por su perfil, tenemos que en el papel, adoptar el teletrabajo parece sencillo, lo complejo es que, como todo proceso de cambio organizacional, supone lidiar con los vacíos, los miedos y las barreras que las personas o los equipos de trabajo tienen para salir de su zona de confort.

Los modelos propuestos en el Libro Blanco del Teletrabajo y otros similares, suponen tres pilares para su adopción: tecnológicos, jurídicos y culturales. Los dos primeros se podrían resolver con un plug-and-play y el uso de minutas; pero los últimos siguen siendo nuestro talón de Aquiles.

El teletrabajo va a pegar, tiene que hacerlo, por algo tan sencillo como el sentido común. Queremos a los mejores trabajadores pero no están en nuestra ciudad: teletrabajo; queremos evitar el tráfico con proyección a ser más caótico cada vez – e imagínense cómo será cuando se sumen obras públicas como el metro de Bogotá –: teletrabajo; creamos organizaciones que apuntan a la sostenibilidad: teletrabajo; queremos generar valor: teletrabajo.

¿Cuántos teletrabajadores tiene su organización?

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