MAURICIO BOTERO

¿Sueños de una noche de verano?

Según reciente informe del diario 'Portafolio', la agroindustria se ha convertido en una de las grandes apuestas del Gobierno colombiano para promover la inversión extranjera y consolidar al país como una de las despensas del mundo en 2030, tal como lo ha considerado la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Mauricio Botero Caicedo, Mauricio Botero Caicedo
12 de junio de 2019

Colombia espera abrirse paso entre los siete países considerados por la FAO como despensa global para dentro de 11 años. La lista la integran además Angola, Argentina, Bolivia, Brasil, Congo y Sudán, entre los que Colombia prevé desempeñar un papel protagonista en el desarrollo de 120 millones de hectáreas adicionales que se necesitan para suplir las necesidades alimenticias de una población que se estima llegue a los 9.000 millones de personas. Para lograr este objetivo, el Ministerio de Agricultura y ProColombia, entidad encargada de promover las inversiones, las exportaciones no tradicionales, el turismo y la marca país, han construido una estrategia cuyo eje es promover inversiones ancla en varias ramas del sector.

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Entre los principales atractivos en el campo, señala el diario, “el país cuenta con una frontera agrícola de 40 millones de hectáreas, de las cuales solo se utiliza el 19 %, por lo que más de 32 millones pueden convertirse en la puerta de entrada de dinero extranjero que dinamice el campo.” Pocos ponen en duda que el gran potencial de la agricultura colombiana está en la Altillanura, región que comprende los departamentos del Meta (municipios de Puerto López, Puerto Gaitán y Mapiripán) y el Vichada (municipios de La Primavera, Cumaribo, Santa Rosalía y Puerto Carreño), y que cuenta con 13,5 millones de hectáreas, de las cuales se pueden cultivar 4,3 millones. Actualmente, solo 200.000 son productivas; por ello es considerada la gran despensa agrícola de Colombia con extensos cultivos de maíz, soya, arroz, palma de aceite y pastos a gran escala, entre otros.

La idea de convertir a esta zona del país en una despensa de alimentos para Colombia e, inclusive, para el mundo, generó muchas expectativas, pero los proyectos están suspendidos por cuenta de falta de vías de acceso. En reciente simposio, el gobernador del Vichada dijo que las regiones adolecen de muchas herramientas para propiciar progreso y especificó que el Vichada, puntualmente, necesita de todo porque por ejemplo la región está incomunicada porque no hay vías, con la gravedad que de los más de 2.800 kilómetros de carretera, tan solo hay 40 con pavimentación, algo que se sale de la congruencia y que en lugar de furia, produce demasiada tristeza porque eso mide el injusto abandono de las tierras del oriente.

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Las falencias que en materia de acceso vial presenta la Altillanura son en exceso graves. ¿qué está pasando con las carreteras prometidas?, ¿qué se está haciendo por parte del gobierno nacional para modificar la anomalía que de los más de 2.800 kilómetros de carretera, en el Vichada haya tan solo 40 kilómetros con pavimentación? No existe ninguna razón por la que no haya una carretera que conecte el departamento, desde Puerto Carreño hasta la capital. Es igualmente indispensable la construcción de una vía desde Puerto Carreño hasta el Pacífico, obra imprescindible para facilitar la salida de los productos colombianos hacia los mercados internacionales, sin utilizar el Canal de Panamá ni ir hasta los puertos de la costa Caribe del país.

El Gobierno nacional tiene que tener la certeza que de no hacer la vía que una al Vichada con la capital y eventualmente con el Pacífico, la meta de convertir a Colombia en una de las despensas alimentarias del mundo, se va quedar en un “sueño de una noche de verano”. Pero no solo no nos vamos a convertir en una despensa, sino que es casi una certeza que vamos a seguir importando alimentos y abandonando las metas de lograr tener seguridad alimentaria. La Altillanura, en vez de tener 4,3 millones de hectáreas productivas, se va a quedar en las 200.000 hectáreas actuales. Ese es el precio de la inmovilidad.  

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