RAÚL ÁVILA FORERO

Su voto sí cuenta (versión 2.0)

Las elecciones de 2018 en Colombia han estado llenas de macondianismo, pasando desde la falta de tarjetones en las consultas interpartidistas del pasado 11 de marzo, la renuncia del jefe de gestión de la Registraduría Nacional por su ineficiencia en la provisión del escenario, hasta el no cambio de logo para un candidato en el tarjetón de elecciones presidenciales, por solo mencionar unos de los muchos temas que parecen ficción, pero son realidad.

Raúl Ávila Forero, Raúl Ávila Forero
26 de mayo de 2018

Y aunque aún se presentan varios puntos ciegos, el más grave de todos sigue siendo que en un país tan polarizado y con tantas necesidades por resolver desde la política pública, la abstención electoral que se ha mantenido en las más recientes elecciones, y viene por cuenta de una ciudadanía que ha perdido la fe en el voto como representación de la democracia colombiana, donde aún se espera que esta tendencia abstencionista se revierta en las elecciones del domingo.

Previamente tuve la oportunidad de realizar un artículo analizando el valor del voto en nuestro ejercicio electoral colombiano (marzo 10/2018). Sin embargo, afrontar la abstención al voto en Colombia es uno de los retos más grandes que se tiene en el ejercicio democrático de política pública, para lograr una verdadera representatividad en decisiones tan importantes a nivel nacional, como lo son las votaciones electorales de nuestros representantes, hoy a Presidente de la República.

El 11 de marzo, día en que se dieron las votaciones para Cámara y Senado, 36‘493.318 personas tuvieron la oportunidad de hacer valer su voto, y elegir libremente a los representantes en ambas curules. Lastimosamente, se presentó un abstencionismo del 51%, lo que representa que más de 18 millones no se reportaron a sus mesas de votación. Una pequeña manifestación del voto ciudadano que pudo tener un mayor impacto.

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Ahora nos tocan las elecciones presidenciales. En esta ocasión, no es posible decir a ciencia cierta, que los aspirantes serán elegidos con o sin su voto. En nuestro país, el presidente se elige mediante sufragio directo en donde la victoria la lleva el candidato que obtenga el 50% de los votos más uno; es decir, por mayoría absoluta. En caso de que no se logre esta cifra, se procede a una segunda vuelta (domingo 17 de junio) en la que solo participan los dos candidatos que hayan tenido una mayor votación. De allí, el que obtenga mayor cantidad de votos gana.

Durante este año, hemos visto cómo se ha consolidado una mayor diversificación entre candidatos de derecha e izquierda, a pesar de que muchos se peleen últimamente por categorizarse como candidatos de centro. Con esto, es más que seguro que las elecciones para el próximo periodo se decidirán nuevamente en segunda vuelta, dada la fuerza de campaña que han mostrado los seis aspirantes que se mantienen a la actualidad. Una fuerza que cada quien se ha ganado por diversos medios.

Pero aunque la tarea se facilite en comparación con las elecciones de Cámara y Senado, en donde se presentaron más de 2.900 candidatos, la abstención le sigue los pasos, muy de cerca, a las votaciones electorales. Por ejemplo, en las elecciones de 2014 el abstencionismo en primera vuelta fue del 60% y del 52% en segunda vuelta; y en las elecciones de 2010 fue del 50% y 55%, respectivamente.

Infortunadamente, es una prueba fiel del descontento con el que se sienten los votantes, al sentir como una pérdida el ejercicio de su voto. El aumento de la corrupción, el desvío de recursos, la poca importancia que se le dan a las inversiones sociales, un desempleo tan volátil y mal estimado, demasiada informalidad, aumentos de los impuestos y su poco reflejo en el bienestar de la población, son tan sólo algunas de las causas en las que los candidatos no reflejan un sentir tal que genere motivación para que más de la mitad de la población colombiana vote.

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Vale la pena recordar algunas cifras. Según la Registraduría Nacional del Estado Civil, se debe asumir una cifra mayor a $1,7 billones por la elección del Congreso y las consultas interpartidistas, pre candidaturas presidenciales, primera y segunda vuelta presidencial, en donde van a trabajar 3.800 funcionarios de la Registraduría y se llevará a cabo la impresión de los tarjetones que, en esta ocasión, se espera que sean suficientes para satisfacer la demanda media de posibles votantes.

Asimismo, si comparamos esta cifra con el Producto Interno Bruto (PIB) nacional, este proceso democrático en 2018 costará aproximadamente el 0,2% del producto económico de nuestro país. Aspecto que, como ya mencioné, arroja un costo de voto por persona de aproximadamente $47.190. Una cifra que no ha de ser despreciable, dado que el costo no solo castiga al presupuesto nacional en Hacienda, sino también su bolsillo: ¿De dónde cree que salen estos recursos?

Y a pesar de que el síntoma de la abstención se presente con fuerza a nivel nacional, la historia y las estadísticas nos han dado algunas lecciones sobre cuál es la región del país que ha sido representativa en las decisiones electorales. Hace cuatro años, los caribeños eligieron a 31 senadores en las elecciones parlamentarios y fueron determinantes en la victoria de Juan Manual Santos en segunda vuelta.

Para entonces, logró estimarse que a futuro el eje del poder en el país se desplazaría a esta región. No cabe duda que los clanes políticos que dominan la región han sido determinantes en cuanto a movidas electorales y muchos candidatos están conscientes de ello. En las últimas elecciones de marzo, el Senado quedó con el 30,18% de congresistas del Caribe, con un total de 66 congresistas: 32 en Senado y 34 representantes a la Cámara. Por ende, se ha especulado que, gracias al protagonismo de la región, en Colombia la Costa Caribe es la que podría poner presidente. Esto obviamente no descarta que regiones como Antioquia, Valle y Bogotá/Cundinamarca por concentración de población, son determinantes para el caudal electoral presidencial. No en vano, en estas zonas se concentraron el cierre de las campañas.

El panorama en elecciones aún se mantiene volátil. Más allá de las encuestas, el voto ciudadano es, al fin y al cabo, el reflejo del poder de decisión de los colombianos. Aún nada está decidido y un pequeño cambio en la participación electoral, en contra de la abstención, podría ser decisivo en la elección. recuerde que cada voto vale igual y suma igual.  Si usted piensa que votar no sirve, valore lo que se gasta en tener listo su voto para que lo ejerza; para lograr un cambio, debe ser parte de él.

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