ÁNGEL PÉREZ MARTÍNEZ

Una sociedad con más y mejor educación resulta más barata

En Colombia en los debates electorales surgen, de manera inevitable, temas prioritarios a enfrentar y a resolver tales como: paz, justicia, corrupción, clientelismo, crimen organizado, atentados al medio ambiente y violencia y embarazo juvenil, entre otros.

Ángel Pérez, Ángel Pérez
9 de abril de 2018

Duro aceptar semejante prontuario de problemas que tenemos en este país. Más difícil aún es aceptar que estamos divididos sobre las causas, sus efectos y el modo de enfrentarlos; sin embargo, debemos registrar que esta es la sociedad y la cultura que hemos construido, en la cual vivimos y que no hemos sido capaces de cambiar.

Los candidatos presidenciales y los partidos que representan conocen que desde el poder del Estado tiene la obligación de gobernar para resolver estos problemas que afectan al conjunto de la sociedad. Además, deben reconocer que, dada su complejidad, para enfrentarlos y resolverlos de manera estructural se requiere de la participación ciudadana, así como del propósito de construir una sociedad más proclive a la legalidad y más humana, que proteja la existencia de una vida en sociedad donde impere el interés colectivo y el cuidado del ambiente, un sentido ético por la vida humana. Recordemos que la ética centra su acción en cómo lograr una vida mejor a partir de la experiencia y la reflexión (conocer, pensar y actuar o tomar partido).

La filósofa española Adela Cortina en el libro “¿Para qué sirve realmente la ética?” sostiene que una sociedad donde las conductas morales y las reglas básicas de justicia, libertad y democracia funcionan sale más barata. Basta pensar en qué le pasa a una sociedad que crece y se desarrolla de manera integral porque tiene menos muertes violentas, menos delitos, menos cárcel y mejor educación y salud. Un país donde se confía en el otro (de acuerdo con World values survey, en Colombia, apenas el 4.1% confía en el otro), donde sus ciudadanos son solidarios, eligen los mejores candidatos y gobernantes, y todos quieren y cumplen las normas.

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En palabras de Cortina: “La ética abarata costos, si fuera posible un mundo en que contara como moneda corriente la confianza en las familias, las escuelas, las organizaciones y las instituciones la vida sería infinitamente más barata. Y no sólo en dinero, que es lo que parece interesar a sirios y troyanos, sino también y sobre todo en muertes prematuras, en vidas destrozadas, en conflictos, en eternos procesos judiciales de final incierto, en venganzas, rencores, en papeleos odiosos y en ese coste que varía más o menos, pero que suelen acabar pagando los peor situados”

Sin duda alguna para llegar a una sociedad donde la ética sea importante y predomine en las decisiones individuales y colectivas, y en ante la realidad de una familia debilitada, se requiere fortalecer la escuela, la formación de los docentes y mejorar la calidad de la educación. No podemos olvidar que el 84% de los niños nacen de madres solteras, el 11% de los niños viven sin ninguno de sus dos padres, mientras que el 27% de los infantes viven con sólo uno de los padres.  

El país y quienes aspiran a gobernar no pueden descartar que una opción política y una decisión económica para crecer puede ser invertir en educación para fortalecer un sentido ético de la sociedad. Sentido ético para actuar y vivir que trascienda el sistema educativo y que comprometa a las empresas y demás organizaciones públicas y privadas, incluyendo sus fuerzas armadas. En una sociedad como la colombiana este sentido ético de las personas y de las organizaciones sólo se puede alcanzar a partir de un sistema educativo de calidad que enseñe a pensar de manera crítica, a construir ciudadanía y a contrastar entre lo que es bueno y le conviene a la sociedad y lo que la destruye o le hace daño. 

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Lograr una sociedad más ética nos ahorrará sufrimiento y dinero. Sin embargo, será una tarea de largo plazo cambiar valores culturales e imaginarios colectivos como: que entendamos que no todo es justificable, menos el enriquecimiento de un día para otro; que prescindamos de soluciones violentas para nuestros problemas y la creencia de que la ley no importa y todo es fácil. Se requiere esfuerzo y sacrificio para mejorar la calidad de vida y aprender a respetar los acuerdos institucionales básicos de la sociedad.

De manera estructural se requiere repensar o ajustar los fines de la educación enunciados en la Ley 115 de 1994. Juan Delval sostiene que una reflexión sobre los fines de la educación es una reflexión sobre el destino del hombre, sobre el puesto que ocupa en la naturaleza y sobre las relaciones entre los seres humanos.

Los próximos cuatro años pueden ser una gran oportunidad de desarrollo para la sociedad colombiana, pero se requieren gobernantes y electores con más ética. La introducción del libro de Cortina previamente citado me exime de mayores explicaciones: “Ninguna sociedad puede funcionar si sus miembros no mantienen una actitud ética. Ningún país puede salir de la crisis si las conductas inmorales de ciudadanos y políticos siguen proliferando con toda impunidad”.