Simplemente Paula

Durante años le pidió al universo que la ayudara a hacer lo que ella quería en realidad. A ser consistente con sus sueños y a que la misión de una compañía con la cual ella se identificara fuera un hecho, no una presentación con luces del CEO cuando pasaba al estrado aplaudido por todos como si bajara el mismísimo creador del mundo.

Muchas veces Paula se hizo la pregunta… ¿yo qué hago aquí? No debería estar aquí. Pero a ella le encantaba su equipo. Su gente. Con la que se reía, a la que le exigía, a la que podía contarle sus tristezas y sus buenos ratos. A Paula la hacía muy feliz su gente, ver cómo lograban resultados juntos era la sensación de un coach de fútbol cuando su equipo gana.

Me gusta hablar con Paula porque todo lo ve como un aprendizaje. Hoy agradece a aquellos que quisieron sacarla de la empresa donde estaba porque al final la gente que la ve hoy le dice que se ve feliz.

Hoy puede ver el arcoiris, siente la lluvia cuando está caminando por la ciudad y comparte la sonrisa con una viejita que la ayuda a buscar en un andén el caucho de su colita de caballo que se cayó cuando caminaba con su morral abierto.

Hoy Paula ve distinto el mundo y eso lo ha logrado porque siempre le pidió a Dios que se lo diera.

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La vida tiene sus dificultades también. La cosa es que siempre las tiene. Los proveedores a veces no son tan cumplidos para los pagos, algunos aliados sienten que levitan y buscan acuerdos que no son justos, la gente más corporativa tradicional la observa extrañada por sus rulitos sin blower.

Pero ella sigue siendo guerrera con causa. Ser emprendedor no es para todo el mundo. Y un buen gerente creo que debe tener esta capacidad permanente de reinventarse a sí mismo. Así que, si eres un chic@ corporativo, puedes tener la posibilidad de volverte independiente, pero ten en cuenta las variables que te hacen mover el corazón para tomar esa decisión.

A mi me gusta la historia de Paula. Tal vez porque ella la cuenta desde la experiencia donde el éxito no está en tener tarjetas diamante de todo el mundo. Paula nunca había ido a un banco y ahora se divierte con la ejecutiva de su cuenta.

Ella me dice que ha conocido mucha gente estos dos años. Gente de todos los colores y almas. Eso le sirve para entender su propósito superior y para ver que no es solo el mundo corporativo el difícil y complejo, más es la complejidad del ego la que puede dañar, destruir o construir emporios y personas.

Paula ha tenido que lidiar con muchos egos. Tiene muchos amigos que estima en head hunters, por ejemplo, pero también ha visto la inconsistencia de mercadear con vidas y valores y dejar relaciones y expectativas en frío de algunos otros.

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Un profesional no es solo un análisis para pasar al cliente. Detrás de él hay familias, historias, narrativas completas que deberían humanizar un poco más la lógica de hacer reportes y no dar respuestas.

Las historias de Paula tratando de encontrar una nueva posición corporativa son increíblemente interesantes. Desde gente malintencionada, hasta la arrogancia de no volver a llamar después de 7 largas y aburridas entrevistas.

Pero Paula está donde debe estar. Y ella sabe que estará donde un corazón sabio la enamore. Esta mañana vi a Paula sonreír. Estará donde el universo la necesite y donde el alma se le mueva. 

Ahora se siente fluir donde está. En las difíciles es donde se ven los corazones transparentes y Paula se ha encontrado más de esos que de los otros. Que vivan todas las Paula del mundo porque, por encima de los beneficios corporativos y las salas VIP, tienen un alma que se reinventa y son simplemente Paula.