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Ser pilo paga a las universidades privadas

Nadie puede negar los efectos sobre equidad y posibilidades futuras en calidad de vida para los 40.000 pilos, pero también es cierto que ellos, aunque pobres, serán una minoría privilegiada por una política pública.

Ángel Pérez
1 de julio de 2016

Una discusión de política pública compleja es la que se da en torno a la financiación de la educación y en qué nivel priorizar la asignación de recursos: ¿en primera infancia? ¿En básica y media? ¿O en superior? ¿Recursos para ampliar oferta educativa o para financiar demanda vía becas o subsidios? Este gobierno en educación superior optó por las becas y creó el Programa Ser Pilo Paga.

El Observatorio de la Universidad Colombiana publicó un buen resumen de las cifras del Programa Ser Pilo Paga, en adelante SPP, y con ello demostró que una educación de buena calidad para estudiantes pobres es costosa y que estamos lejos de tener un adecuado sistema de financiación para los más pobres de la educación superior.  El programa SPP tiene origen en un trabajo de investigación de la Universidad de los Andes que encontró que más de 18.000 jóvenes de estratos 1, 2 y 3 no asistían a la educación superior por falta de recursos o de cupos a pesar de haber un desempeño por encima de la media en las pruebas Saber 11.

Según el MEN, el programa SPP favorece la igualdad de oportunidades: “los estudiantes pilos seleccionados eligen libremente la Universidad en dónde quieren estudiar y qué quieren estudiar”. Cuando ya se ha logrado más del 50% de la meta propuesta por el Gobierno del Presidente Santos de lograr el acceso para 40.000 pilos, es evidente que los estudiantes pobres prefieren las universidades privadas. El Observatorio demostró que de los 22.089 estudiantes beneficiarios, sólo 3.555 estudiantes (16.09%) asisten a 14 Instituciones de Educación Superior oficiales, mientras que 18.534 estudiantes (83.91%) asisten a las privadas. 7 universidades privadas atienden el 51% de la matrícula de los pilos, entre las cuales se destacan la Fundación Universidad del Norte (2244) Universidad de la Salle (1701) y Universidad Javeriana (1662).

Además, en términos presupuestales, el 98,4% de todo el presupuesto lo recibieron las privadas y sólo el 1.6% se destinó a las Universidades oficiales. Lo anterior se debe al bajo costo de las públicas y que cobran de acuerdo con las tablas establecidas para los estudiantes y no con los costos reales que tienen para atender un estudiante en promedio.

En un artículo que escribí para Razón Pública sostuve que “el costo de matrícula y sostenimiento por estudiante promedio para el año 2015 fue de 15,5 millones de pesos, que expresados en precios de 2016 se acercan a $16.554.000 pesos por estudiante. Los costos de los pilos seleccionados en 2016 ascendieron a 18.152.740 de pesos por estudiante. En pesos de 2016, a partir del año 2018 los 40.000 pilos necesitarán 726.110 millones de pesos anuales. Esto equivale al 28 por ciento del total del presupuesto que este año le asignó la Nación al conjunto de las universidades oficiales para cubrir tanto sus necesidades de funcionamiento como sus proyectos de inversión. Así mismo, con los recursos destinados a los 40.000 pilos casi que podría duplicarse la ayuda que otorgará el ICETEX a los estudiantes de todo el país en 2016 (186.138 créditos en amortización y 259.955 créditos nuevos y renovados) y cuyo presupuesto, según el Ministerio de Hacienda, para dicha Entidad es de 422 mil millones de pesos este año”.

El programa SPP no obliga a crear nuevos cupos en las universidades ni públicas ni privadas, además, nótese que estos cupos representan menos del 2% del total de la matrícula de la educación superior. En cambio, el Observatorio de la Universidad Colombiana sostiene que si el Gobierno hubiera destinado los recursos de SPP sólo a las IES oficiales, podría haber impactado a más de 200 mil estudiantes y con ello aumentar efectivamente la cobertura.

Nadie puede negar los efectos sobre equidad y posibilidades futuras en calidad de vida para los 40.000 pilos, pero también es cierto que ellos, aunque pobres, serán una minoría privilegiada por una política pública. ¿Qué pasa con los cerca de 200.000 estudiantes pobres que terminan cada año bachillerato y no tendrán la oportunidad de acceder a la educación superior?

Además, si Colombia invirtiera los recursos promedio que se usan para los pilos ($18 millones año, incluye sostenimiento y otros) en los estudiantes que hoy acceden a la educación superior en IES oficiales (1.045.200 en el año 2014), tendría que incrementar el presupuesto de la educación superior 6 veces; es decir, pasar de $3 billones a $18 billones anuales. Lo anterior explica las condiciones, los resultados de calidad y el escaso impacto regional que tienen la mayoría de IES oficiales, así como de alguna manera por qué los Pilos prefieren las universidades privadas.