MAURICIO BOTERO

Se le vieron las orejas al lobo

Las decisiones arbitrarias del alcalde de Medellín, Daniel Quintero, respecto a las Empresas Públicas de Medellín, han dejado ver las orejas del lobo, del lobo socialista, se sobreentiende.

Mauricio Botero Caicedo
19 de agosto de 2020

Haciendo abstracción sobre la demanda al Proyecto Hidroituango, demanda que a todas luces parece ser precipitada, todo parece indicar que la parte más grave es la pretensión de Quintero de cambiar el objeto social de dicha empresa. El conocido empresario Carlos Enrique Moreno, en reciente carta al alcalde, hace las siguientes reflexiones: “Mi primera gran sorpresa frente a EPM fue que un tema tan de fondo como un cambio de estatutos no hubiera sido formalmente discutido con la Junta Directiva".

"Me tomé el trabajo de revisar la exposición de motivos y quedé sorprendido cómo argumentando razones que no tienen discusión, como entrar a la Cuarta Revolución Industrial o impulsar energías limpias (cosa que vienen haciendo hace décadas), temas autorizados bajo los estatutos actuales, cambiaba totalmente el objeto social", dice.

"Muy delicado y riesgoso pretender desviar el foco de la empresa que le ha garantizado éxitos durante más de 60 años. En el tejido histórico y de gobierno de EPM frente a alcaldías cambiantes, siempre ha existido un manejo totalmente empresarial, riguroso y técnico de parte de esta entidad, lo cual ha generado importantes rentas anuales que los alcaldes, de acuerdo con su plan de gobierno, invierten en las prioridades para lo que fueron elegidos. Romper ese esquema cambiando el objeto social y abriendo el manejo como fuera propuesto, siempre me pareció un despropósito.”

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Para entender bien lo que le puede pasar cuando un mandatario socialista pretende cambiar el objeto social de una empresa de cuyos recursos depende para desviar dichos recursos a sus objetivos políticos, basta repasar lo que le sucedió a Venezuela cuando Hugo Chávez se alzó con el control de Petróleos de Venezuela, PDVSA.

De acuerdo con el portal de El Economista, “el deterioro de la situación económica de Venezuela tiene su reflejo en el desplome de los ingresos por las exportaciones de petróleo, que en 2018 sumaron US$29.810 millones, frente a los US$85.603 millones de 2013. La producción de petróleo en Venezuela tocó techo en 1998 con un bombeo de 3,5 millones de barriles diarios (mbd), lo que suponía alrededor del 14% de toda la producción de la OPEP. Hoy, la extracción de crudo ha caído por debajo de medio millón de barriles por día, poco más de 1% de la producción total del cartel.

Desde la llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela, se produjeron cambios importantes en la política petrolera del país que pudieron minar la inversión en la industria y la eficiencia en la producción. Robert Rapier, ingeniero químico y consultor energético, destacaba en una columna en Forbes que, en la huelga general de 2002 y 2003, Chávez despidió a 19.000 empleados de PDVSA para reemplazarlos por trabajadores fieles a su Gobierno. Estos despidos masivos y a discreción fueron nocivos para el mantenimiento y los planes de futuro de la empresa.

Trabajadores con gran experiencia y conocimientos se quedaron en la calle, mientras que otros que sabían poco de petróleo pasaron a engrosar la plantilla de la empresa pública. Venezuela ha pasado de ser uno de los grandes productores y exportadores mundiales de petróleo a ser un productor marginal, casi insignificante. 

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Apostilla: según informes de prensa, “el Gobierno de Corea del Norte confisca perros de compañía entre la élite de Pyongang y posteriormente los vende a restaurantes de carne de perro, dijo una fuente al diario surcoreano The Chosun Ilbo. Según dicho diario, esta medida se debe también a la escasez de alimentos y parece apaciguar el creciente descontento por la situación económica”. Leyendo esta noticia, uno entiende la respuesta de Trump cuando la congresista de izquierda estadounidense Alexandria Ocasio–Cortez, le increpó sobre qué era lo que le molestaba tanto del socialismo. Trump le respondió: “En los países capitalistas nos gusta pasear a los perros, no comérnoslos”.