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Se calman las aguas

Cercanos al cierre de un vertiginoso primer trimestre del año en los mercados financieros, las aguas parecen algo más tranquilas, como refleja la evolución de la volatilidad en las últimas semanas.

Gustavo Rivero
25 de marzo de 2016

La recuperación del precio del petróleo hasta niveles más próximos a los fundamentos de mercado (US$40), la sucesión de datos de la economía americana que reducen la probabilidad de recesión en los próximos 12 meses y la sensación de que las decisiones de los grandes bancos centrales vuelven a estar más coordinadas desde el último G20 (parece que se ha firmado un armisticio momentáneo en la guerra de divisas) están mitigando la inestabilidad financiera.

Es demasiado pronto para cantar victoria y descartar nuevos episodios de corrección, pero ahora las señales positivas tienen algo más de intensidad. En el saldo acumulado de lo que llevamos de año siguen destacando las caídas de las rentabilidades de la deuda pública, especialmente en la parte larga de la curva, con países como España (1,43%) o Italia (1,27%) con las referencias a 10 años por debajo del 1,5% y las primas de riesgo acercándose a mínimos del año pasado.

También es destacable el buen comportamiento de los bonos corporativos, tras el susto de hace algunas semanas, con potencial adicional a la espera de las compras del BCE. Mientras, en renta variable, los números rojos se han reducido al mínimo en los mercados desarrollados (-1,19%) y los emergentes registran ya subidas desde enero (+2,87%). En divisas, las monedas anglosajonas registran retrocesos frente al euro y el yen, por la moderación de las expectativas de subidas de tipos (EEUU) y por el riesgo de Brexit (Gran Bretaña). Y la sorpresa es la apreciación del yen, teniendo en cuenta la ultraexpansiva política monetaria del Banco de Japón, cuyo balance ya representa un 80% del PIB.

Aún con posiciones cíclicas muy diferentes, la FED y el BCE parecen más coordinados, lo que limita las sorpresas negativas en los movimientos de divisas. Por un lado, tras la decisión del BCE, la sensación es que más allá de la muy limitada eficacia que puede tener en estos momentos la política monetaria sobre la evolución del crédito, la actividad y la inflación, técnicamente la combinación de medidas fue la adecuada, con más incidencia en los volúmenes (TLRO II y QE) que en los precios (tipos de interés). Además del innovador nuevo programa de inyección de liquidez a cambio de crédito (TLTRO II) que supone algo de aire para el castigado sector financiero, es muy importante que el BCE haya puesto, de momento, un suelo a las expectativas de tipos de interés. Aunque esto último, a juzgar por las reacciones, parece que no lo han entendido muy bien en los países con mayor propensión marginal al ahorro.

El mercado más beneficiado ha sido el de bonos corporativos, al producirse un fuerte aumento del interés inversor en renta fija privada, tras las recientes decisiones del BCE. La rentabilidad de los bonos de grado de inversión de la UEM ha caído más de 15 pb en los últimos días, al situarse por debajo de 0,95%, y se ha producido una reactivación de las emisiones.

De esta situación también se ha beneficiado la deuda bancaria y los títulos con rating especulativo, a pesar de quedar excluidos del QE. En términos generales, en la semana se han formalizado una media de 30 emisiones diarias, según datos de Bloomberg, lo que contrasta con las 13 que se venían registrando en las semanas anteriores (el volumen ha sido de 14.200 millones diarios frente a los 3.750 previos), con un significativo aumento del tamaño.

También fue bien recibida la decisión de la FED al telegrafiar que, probablemente, los tipos de interés no subirán en más de 50 puntos básicos este año. Con su actuación y sus mensajes ha logrado un doble objetivo difícil de alcanzar: por un lado, ha transmitido una valoración relativamente positiva de la economía de EEUU y, por otro, es lo suficientemente moderado en cuanto a tipos de interés para que los mercados no se vean decepcionados y puedan reproducir tensiones como las de los primeros meses de este año.

La subida de la renta variable americana, la caída de las tires y la depreciación del dólar son reacciones que consideramos positivas para la economía americana. Una vez despejadas las dudas sobre los bancos centrales, es el momento de los datos macro y de la presentación de resultados del primer trimestre por parte de las empresas. Sobre el primer punto hay que ser moderadamente positivos, pues el crecimiento mundial probablemente se ha acelerado en medio punto porcentual en este trimestre (zona del 2,5% en términos anualizados).