Opinión On-line

Relaciones tóxicas

La calidad de desempeño de un equipo depende, en mucho, de la calidad de conversación y relaciones entre sus miembros. A veces hay miembros del mismo cuyas actitudes generan relaciones "tóxicas". ¿Le ha correspondido alguna vez lidiar con ellos? Opinión de Germán Retana.

Germán Retana
14 de mayo de 2013

"Cuando te toca, aunque te quites; cuando no te toca, aunque te pongas"; esta popular expresión mexicana remarca que, en ocasiones, las cosas simplemente fluyen en un modo natural. En cambio, las situaciones forzadas por un interés oculto, la desesperación por recibir reconocimientos y las actitudes mezquinas terminan resquebrajando el accionar espontáneo y sano de un equipo.

Seamos realistas y precavidos, no es extraño que personas cercanas a quienes alcanzan un desempeño superior se afanen en socavarles el prestigio y los méritos. Las razones son variadas, pero el efecto en la moral de la organización es el mismo. Es difícil inspirarse al lado de jefes injustos; es imposible confiar en individuos que contaminan el ambiente con actitudes recalcitrantes, expresiones hirientes y obcecada mala intención.

Una limitada autoestima, lleva a algunas personas a refugiarse en el papel de víctimas. Ante su incapacidad para responsabilizarse por su destino, culpan a los demás por lo que les sucede y exigen que les resuelvan su vida. Mientras "esperan" que eso suceda, denigran a quienes van a galope hacia el éxito. Con su envidia desnudan su complejo de inferioridad y la pérdida de confianza en sí mismas. Para Leonardo Da Vinci, "en cuanto nace la virtud, nace contra ella la envidia; y antes perderá el cuerpo su sombra que la virtud su envidia".

Para evitar que las personas tóxicas afecten al equipo, lo mejor es ignorarles. Insistir demasiado en persuadirles es desgastante y les alimenta la importancia que creen tener. Conviene expresarles asertivamente el efecto específico de sus comportamientos y mostrarles la frontera que deben respetar. Ellas han de saber a quién no deben ni siquiera acercarse. Ahora, el fuego no se apaga con más fuego; tratarles como desearíamos ser tratados por ellos crea una ruta de esperanza, así se evita ser cómplices del negativismo. Claro, esto supone inteligencia emocional para procesar sus provocaciones, sin renunciar jamás a los valores personales, fuente de paz interior.

¿Quién está exento de convertirse temporalmente en una persona tóxica? El aburrimiento por rutinas, el cansancio, la frustración por las conductas de otros y la pérdida de emoción por un anhelo, originan irritaciones que afectan los vínculos. Así, no solo es menester protegerse de los embates ajenos, sino también de los propios, de esas voces íntimas tan peligrosas que atentan contra el ideal de ser personas de trato fácil.

Ninguna relación es invariable, todas crecen o decrecen en cada conversación. No obstante, los equipos de alto desempeño erradican de inmediato los síntomas de relaciones tóxicas al reconocer, junto al cineasta Samuel Goldwyn, que "el arte de vivir se compone en un 90 por ciento de la capacidad de enfrentarse a personas que no puedes soportar."