RAÚL ÁVILA FORERO

Reanimar la industria creativa en Colombia

Muchos colombianos añoran con volver a diversos espacios como conciertos, teatros y estadios. Aunque son espacios de alto contagio, dada la exposición al contacto con otras personas, actualmente el Gobierno colombiano estudia alternativas.

Raúl Ávila Forero, Raúl Ávila Forero
15 de junio de 2020

Hace casi dos meses, el presidente Iván Duque estaba dando las primeras indicaciones de lo que pasaría en el país luego del 27 de abril, día en el que se afirmaba que terminaría la cuarentena nacional. Lo que pocos sabían es que solo era la culminación de la primera fase del confinamiento, que se ha extendido hasta el día de hoy. Claro, ahora con variadas excepciones.

Para entonces, a mediados de abril, los eventos masivos como conciertos, festivales y hasta partidos de fútbol quedaron completamente suspendidos. El escenario era verdaderamente crudo, pues comenzaba a circular la información de que la covid-19 iba a estar presente un año o hasta más, razón por la cual la restricción para dichos eventos fue, inicialmente, por 18 meses.

Sin bares, ni estadios, ni teatro, ni conciertos o festivales. Por supuesto, un duro golpe para las industrias culturales, creativas y deportivas. Y aunque la medida fue tomada como extrema para limitar aún más el rango de contagio en el país, ningún sector podría pensar siquiera en una pronta recuperación con tan prolongada restricción; especialmente, si viene acompañada de una desestabilización económica a nivel mundial.

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Este mismo problema progresivo no tuvo lugar solo en Colombia, sino en todo el mundo. Las primeras medidas preventivas comprendían la cancelación de todos los eventos recreativos y culturales que tuvieran 1.500 asistentes. Luego, la restricción se extendió a eventos que tuvieran 1.000 o 500 asistentes, hasta que todos los eventos, de cualquier tipo, quedaron suspendidos.

Como ya lo he mencionado, una recuperación sectorial demanda un gran compromiso con los protocolos de bioseguridad. Es más que obvio que para una industria que demanda la aglomeración masiva de personas, operar bajo estas restricciones no es tarea fácil porque no hay manera de garantizar un cumplimiento, por ejemplo, de la distancia mínima entre personas. Es algo realmente complicado.

Hemos visto centenares de filas en supermercados, que marcan en el suelo la distancia mínima que debe haber entre personas. O el control del ingreso de personas a varios establecimientos, limitándolo a 5 o 10 personas, dependiendo del tamaño del local, o, de hecho, las caóticas filas de entrada al Transmilenio y, peor aún, lo difícil de montarse en un bus articulado. Hemos visto restricciones en restaurantes, panaderías y pastelerías, que advierten de una atención al cliente condicionada al uso de implementos básicos como el tapabocas.

¿Pero es posible imaginarse un concierto que garantice una distancia de dos metros entre espectadores? ¿O una fiesta en la que se limiten las interacciones cercanas y se garantice el uso de tapabocas, desinfectante y hasta guantes? Es bastante difícil considerar un escenario en el que los protocolos de bioseguridad designados por el Gobierno sean de estricto cumplimiento en estas industrias, a causa de los asistentes que habitualmente tienen.

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Sin embargo, la realidad nos muestra que es posible reinventarse en épocas de pandemia y las industrias creativas y culturales no son la excepción. A inicios del mes pasado, una plaza de eventos acogió una multitud de 400 carros en Dinamarca para disfrutar del primer auto concierto.

Por supuesto, varios países adoptaron la idea y surgieron otros escenarios como los autoteatros, los autocinemas y hasta las autodiscotecas, en países como Alemania, Francia e Italia. De hecho, los autocinemas fueron recurrentes en los años ochenta, como un plan favorito para las generaciones juveniles de aquella época. Ahora, lo estamos retomando en esta nueva era.

Bajo este tipo de iniciativas se ha marcado una nueva forma de operar para las industrias creativas y culturales. Es lógico que Colombia no podía quedarse atrás. Por ello, empresas y trabajadores que se desarrollan en este sector se reunieron a nivel gremial para brindar al Gobierno opciones que podrían dar lugar a una próxima reactivación en el sector.

Y, de hecho, lo lograron. Dentro de la fase 1 se contemplan las opciones más viables como autocines, autoconciertos y transmisiones remotas. Cine Colombia, por ejemplo, tomó la delantera frente a los autocines y decidió pasar del papel a la realidad con el proyecto Unicentro Al Parking: con la instalación de pantallas de 20 metros de alto en el parqueadero del centro comercial, que podrá albergar hasta 110 vehículos por función.

A esta iniciativa se sumaron otros cinemas y es un proyecto que ya se extendió a Cali, Medellín y Bucaramanga, por ahora, como alternativa a las típicas salas de cine. Una vez pase el periodo de prueba de estas “auto iniciativas”, se daría lugar a una segunda, tercera y cuarta fase para proceder con los eventos en vivo bajo ciertas restricciones, como el distanciamiento social y, muy posiblemente, elementos clave de bioseguridad.

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La diferencia entre estas últimas tres fases es la proporción del aforo disponible. Es decir, para la fase dos, se esperarían espectáculos al 25% de capacidad total; la tercera fase a un 50%, y la fase 4 a un 75%. No obstante, aunque el plan pretende reactivar estudios de grabación, logística de eventos en vivo, promotores de conciertos, artistas y empresas productoras, hay que ser conscientes que en las primeras fases se estaría trabajando a pérdidas.

La prioridad, en esto, es retomar actividades y evitar la pérdida de muchos empleos. Las maniobras que tienen que hacer los sectores para acoplarse a este nuevo contexto son inauditas. En el caso de las industrias creativas se necesita más de una reanimación del sector, pero, por ahora, esta iniciativa es un buen primer paso para su recuperación.