JORGE IVÁN GÓMEZ

¿Qué tan disperso eres en tu trabajo? ¿Qué hacer?

Un estudio de Mckinsey en 2013 descubrió que los trabajadores del conocimiento en Estados Unidos dedicaban más del 60% de sus horas laborales a la comunicación electrónica y a las búsquedas por Internet. Y cerca de un 30% de ese tiempo era exclusivamente para enviar y contestar correos.

Jorge Gómez Pinilla, Jorge Gómez Pinilla
24 de mayo de 2018

Recuerdo que cuando era directivo de una organización muy grande tenía que disponer de mucho tiempo para el correo electrónico y cuando no lo lograba en la semana, el sábado en la tarde debía superar el rezago. Estas palabras, estimado lector, le pueden sonar familiares por la avalancha de información que debemos sortear todos los días. En un año podemos fácilmente recibir más de 30.000 correos electrónicos y contestar más de 3000.

El problema radica en que el aumento de información nos está quitando capacidad para realizar un trabajo profundo, cuyos beneficios debemos descubrir para mejorar nuestra productividad como directivos.

Evita la dispersión mediante el trabajo profundo

El trabajo profundo es la actividad profesional que realizamos en un estado de concentración desprovista de distracciones, de tal manera que las capacidades cognitivas llegan a su límite máximo. Este esfuerzo crea valor en el trabajo y mejora nuestras habilidades directivas como escuchar, dirigir una reunión o conversar. El beneficio del trabajo profundo es que aumentamos nuestra productividad de manera exponencial, debido a que el cerebro está absolutamente comprometido en algo, lo cual le permite liberar al pensamiento toda su capacidad y energía.

Por este hecho, el trabajo profundo pretende que la persona se concentre al máximo para rendir más en su jornada laboral, pero, además, obtener más tiempo para otras actividades. Dicho de manera sencilla, el trabajo profundo pretende que vivamos la vida enfocándola a una mayor productividad en el trabajo para así poder vivir con base en nuestras prioridades personales (familia, amigos, deporte, hobbies, etc.).

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Bienvenido a un mundo disperso

Una gran herencia que nos ha dado la era industrial es una equivocada visión del trabajo. Muchas veces partimos de la premisa que este consiste en hacer muchas cosas de manera visible y, de esta forma, actuamos y controlamos el trabajo humano como si fuera una cadena de montaje. La realidad es que el trabajo directivo tiene una característica que descubrió hace rato Peter Drucker y es la naturaleza cerebral de la tarea directiva, es decir, la condición de trabajo basado en el conocimiento. Este hecho conlleva a repensar la manera como trabajamos. El trabajo directivo consiste en gestionar información, cuyos canales son las conversaciones, los informes y las reuniones. Así, el trabajo requiere de mucha capacidad de atención, de saber oír y preguntar y, sobre todo, de expresarse sobre hechos y criterios y no sobre emociones.

Entonces, ¿cuál es el método para el trabajo profundo?

Debes ser valiente

Lo primero que exige el trabajo profundo de la persona es valentía: apagar el celular cuando la tarea lo requiera, ser capaz de cerrar el correo electrónico mientras redacta un informe o dejar de lado las redes sociales y el WhatsApp cuando conversa. La premisa del trabajo profundo parte de una formula sencilla y es: el trabajo de calidad es igual al tiempo empleado más la intensidad de la concentración (TC=TE+ IC).

Debes ser ordenado

Un directivo debe ordenar su agenda diaria y definir qué actividades son superficiales y cuáles requieren trabajo profundo. Las segundas implican llevarlas a la agenda y desconectarse de toda fuente de distracción para evitar interrupciones. Por ello, una puerta cerrada o un tiempo sin recibir llamadas es una cura para lograr los objetivos propuestos. Asimismo, el espacio físico ayuda a la concentración; no debe extrañarnos que busquemos lugares aislados donde podamos alcanzarla.

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Crea horarios y céntrate en las actividades de valor

Lo tercero implica ordenar nuestro hábitat digital. Debemos aprender a consultar y gestionar nuestro correo en la periferia de la jornada y dedicarle nuestro tiempo más productivo a aquellas tareas que más contribuyen a nuestros resultados, como visitar un cliente clave, preparar una presentación o escribir un documento. De igual modo, debemos hacer lo mismo con las redes sociales y los periódicos digitales.

El sentido del trabajo profundo

En conclusión, el trabajo profundo busca que los directivos edifiquen una vida más plena y con sentido porque su metodología pretende una labor con más intensidad y con una dedicación plena. Eso sí, cuando se termina una tarea, termina; punto. Es decir, se trata de una productividad con programación fija con el fin de liberar el tiempo del directivo para su vida personal, familiar, el descanso y los pasatiempos. Se trata de hacer, realmente, lo que se debe y estar, realmente, en lo que se hace.

El secreto al final es aprender a estar presentes, realmente, presentes.