JULIO ANDRÉS ROZO GRISALES

Productos amazónicos sin IVA para combatir la deforestación

Cuando las comunidades o los emprendedores que lideran algún tipo de negocio verde en la Amazonía logran conquistar a los consumidores con sus productos y servicios, encuentran incentivos para conservar los bosques que tienen en pie en sus parcelas o fincas.

Julio Andrés Rozo Grisales, Julio Andrés Rozo Grisales
26 de junio de 2020

La semana pasada tuvo lugar la controvertida medida del Gobierno del Día sin IVA. Quienes estaban a favor rescataron la medida como un alivio al comercio. Por el contrario, sus detractores repostearon las fotografías de cientos y cientos de personas apiñadas en recintos comerciales, exponiéndose al coronavirus. Memes de todo tipo llenaron las redes sociales. En mi columna no busco hacer un análisis sobre lo que sucedió en aquel Día sin IVA. Lo que quiero hacer es no dejar pasar en alto la buena idea que resultó de este ejercicio y que los ministros de Comercio y de Hacienda pueden replicar para hacerle un favor a la Amazonía y el sector ambiental.

Cuando las comunidades o los emprendedores que lideran algún tipo de negocio verde en la Amazonía logran conquistar a los consumidores con sus productos y servicios, encuentran incentivos para conservar los bosques que tienen en pie en sus parcelas o fincas. Cuando no logran vender lo que producen, ellos tienden a compensar su nivel de ingresos económicos a partir de prácticas insostenibles como la transformación de bosques por pasturas para poner ahí un par de vacas. Según cifras oficiales, cerca de 75.000 hectáreas de bosque se han perdido en nuestro territorio.

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A partir de este panorama, lo que sucedió con la pasada jornada para reactivar el comercio nos dio una pista sobre cómo promover el consumo de productos sostenibles entre los colombianos: quitarles el IVA a los productos amazónicos. En ello coinciden las personas expertas en la lucha contra la deforestación, la promoción de los negocios verdes y la Amazonía.

Qué buenas historias se podrían tejer al ver cientos de colombianos corriendo tras las ofertas de productos con base en arazá, cocona, sacha inchi, azaí, copoazú o camu-camu, por ejemplo. Cuántas hectáreas podrían ser conservadas cuando lo que vimos en Alkosto (entre otros hipermercados) se convirtiera en el reflejo de lo que logran los incentivos económicos, la disposición y la voluntad de los habitantes de las ciudades a sumarse a la tarea de proteger nuestros ecosistemas por medio de las decisiones de consumo. Quitarles el IVA a los productos nativos de la Amazonía les permitirá a los consumidores colombianos conocer los beneficios en salud y nutrición de productos que pasan por alto en nuestras dietas, pero que en otras partes del mundo, como en Europa o Japón, son considerados superalimentos con alto valor nutricional y funcional.

El golpe en el recaudo fiscal sería mínimo o, mejor dicho, insignificante; en cambio, el impulso que esta medida puede darle a las comunidades campesinas, indígenas y de jóvenes emprendedores amazónicos sería inmenso. Qué bien que esta propuesta fuera un proyecto de ley.

Ministros, luchar contra el desempleo, reactivar las dinámicas de producción y de consumo son asuntos de suma importancia y urgencia. Sin embargo, también lo es la conservación de lo que comúnmente denominamos “el pulmón del mundo”.

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