OPINIÓN ONLINE

¿Prisioneros del éxito laboral?

El desequilibrio entre la vida personal y el trabajo es una de las principales causas de infelicidad para los ejecutivos y de dificultades en el mundo empresarial.

Maria Gabriela García
6 de septiembre de 2016

Un recién graduado de la universidad a los 24 años, está en el momento para dar su mayor esfuerzo y así podrá "alcanzar las metas que se propone para disfrutar de su vida personal en el futuro”. Luego, cuando tenga 35, serán los tiempos de mayor productividad, “ya habrá un poco más de tiempo para dedicarse a la familia en el futuro”. Pronto, tiene 45 y se dará cuenta de que su familia y amigos lo han dejado atrás por haber aplazado siempre gozar su vida junto a ellos, es más, ya en este nivel tiene claro, que ante los momentos difíciles finalmente son la familia y los amigos quienes estarán ahí al lado, apoyándolo en la situación.

Es necesario encontrar un balance entre vida- trabajo, ya que de no ser así, la vida pasa factura con una cuenta de cobro inmensa, a veces difícil de pagar. Pocos ejecutivos reconocen que para tener éxito en la vida familiar y personal se requiere el mismo empeño y dedicación que en la vida laboral.

Aunque la responsabilidad para encontrar un equilibrio en la vida es de las personas, las empresas pueden facilitar el proceso o simplemente hacerlo imposible. En este tema, las compañías tienen una gran cantidad de alternativas, que van desde salarios emocionales, horarios flexibles que incluyen lugares de trabajo alternativos, evaluaciones de desempeño de acuerdo con la calidad del trabajo y no con las horas trabajadas, capacitación en el uso del tiempo, programas de bienestar y, en general, todo aquello en favor de la vida de las personas. Como estos programas deben tener en cuenta los intereses particulares y las características de los empleados para tener éxito, aquí la innovación no tiene fronteras. Sin embargo, empezar por la sutil tarea de que la gerencia envíe un mensaje directo para alentar genuinamente a sus colaboradores a equilibrar su vida personal y romper con el paradigma de que muchas horas de trabajo son muestras de ambición bien calificadas, puede tener los mayores resultados.

Los directivos deben dar el ejemplo y alentar a su gente a que se enfoque no solo en su vida laboral. Considero que el equilibrio ideal no es una fórmula matemática, pero si las compañías se dedican a entender el significado del equilibrio en la vida para sus empleados, de allí pueden derivar planes que estén acordes a las necesidades de los mismos y serán socialmente responsables al permitir un mayor equilibrio para las familias y por ende a la sociedad.

En una compañía del sector farmacéutico, por ejemplo, identificaron que parte del equilibrio solo es posible al tener satisfacción en cuatro dimensiones: la vida personal, social, familiar y laboral. Así, luego de generar consciencia sobre el tema, se dedicaron a crear indicadores para que las personas cumplieran una serie de metas propuestas en cada una de las dimensiones. Entonces implementaron estrategias como horarios flexibles, técnicas de manejo del estrés, efectividad de las reuniones, uso del correo electrónico, compensaciones en descanso por exceso en viajes y en ese momento realizaron la evaluación completa de sus procesos.

Los beneficios de trabajar por la gente no tienen límites.  Una de las multinacionales de soluciones empresariales en sistemas, empezó a ver las dificultades generadas por la excesiva carga de viajes de sus empleados y emprendió un proyecto con el que prácticamente asegura que sus ejecutivos no viajen los fines de semana y además procura que las reuniones se realicen entre martes y jueves. De esta manera aseguran el equilibrio emocional de su gente y por ende contribuyen a la meta de convertirse en una gran empresa para trabajar. Tener balance de vida-trabajo permite que las empresas comienzen a reconocer que este tema es el camino ideal para atraer y retener al mejor talento.

Los puntos están sobre la mesa, y lo importante es entender que los ejecutivos deben cambiar su forma de pensar y actuar, y que las empresas son las grandes facilitadoras a partir de interesarse en el tema y generar programas acordes con ese objetivo, innovar y experimentar para que el balance vida-trabajo sea una realidad empresarial.