OPINIÓN ONLINE

“Todos por igual”: Primera pieza del equipaje emocional de las familias empresarias

En las familias empresarias existen frustraciones, rabia, rencor, miedos, fracasos y creencias que conducen a la toma de decisiones irracionales porque priman las emociones manejadas de manera inadecuada, con lo cual se presentan conflictos que distancian la familia y dividen el patrimonio.

Gonzalo Gómez Betancourt
26 de octubre de 2016

En esta entrega del especial “El equipaje emocional familiar de las familias empresarias” vamos a explicar la primera pieza del equipaje a la que hemos titulado: “Todos por igual…”  no sin antes hacerles dos recomendaciones, la primera es reconocer la existencia de ese equipaje para poder deshacerse de él y la segunda es tener la capacidad de perdonar.  

Lea también: Modere el uso del poder en su empresa

La familia es el núcleo de toda sociedad, si asimilamos su rol al del sistema solar, así como el sol es el centro del sistema y a su alrededor hay un número de planetas que actúan como una fuerza centrífuga que trata de expulsarlos del centro y una fuerza centrípeta que los atrae de nuevo y los vuelve a poner en órbita, de manera similar opera el equipaje emocional, siempre trata de expulsarnos del núcleo familiar.

Si como integrantes de una familia empresaria reconocemos esta situación, es hora de empezar a “sacar del equipaje” cada una de las piezas que lo conforman para evitar una ruptura familiar y patrimonial que puede presentarse en cualquier momento y ante circunstancias que no lo ameritan.

Vamos a ilustrar esta situación con un ejemplo real que ilustra la primera pieza del equipaje.

El caso:

La madre de una familia empresaria, quien se desempeñaba como presidente de la compañía, me llamó para decirme que yo era el culpable de la situación por la que actualmente pasaba su familia, porque su hijo menor, quien se desempeñaba como gerente y en ese momento cursaba la maestría en Dirección de Empresa y era mi alumno en la cátedra de empresa familiar, se había vuelto muy egoísta.

Al preguntarle el porqué de su afirmación, me dijo que estaba disgustado porque ella había autorizado que a su hija mayor, quien ocupaba el cargo de directora de Archivo,  se le hiciera un aumento del salario porque acababa de tener su segundo hijo y ahora necesitaba más recursos, con lo cual su hijo estaba en total desacuerdo.

Para saber de qué me culpaba le hice varias preguntas frente al desempeño de los cargos que cada uno ocupaba. Me comentó que su hija cuidaba todos los documentos familiares confidenciales, llevaba la contabilidad personal de ella y sus hermanos e iba solamente dos veces a la semana a la oficina porque lo más importante era cuidar de sus hijos.  

Su hijo, por el contrario estaba todo el tiempo en la oficina, velaba por el funcionamiento general de la empresa desde la ejecución del presupuesto hasta todo lo relacionado con la producción. Ante su respuesta le pregunté, cuál era el salario de su hijo y me dijo que exactamente el mismo de su hermana, porque como hermanos que eran siempre se les había dado todo por igual. 

Entonces le respondí, "no entiendo por qué me culpa de la situación", a lo que me contestó "porque ahora mi hijo dice que debe ganar mucho más, dada la importancia de su cargo, ya que el tema familiar no debe incidir en la empresa, con lo que no estoy de acuerdo, son hermanos".

Le dije, "señora usted está confundiendo el sistema familiar con el sistema empresarial. Considerar que lo correcto es darles a los hijos todo por igual, quizás sea una práctica que en lo familiar suene bonito porque da la idea de equidad, sin embargo  a nivel empresarial no es lo correcto, por tanto el primer error es equiparar una práctica familiar a una práctica empresarial, mientras en la primera prima el amor por todos los hijos, en la segunda debe primar la meritocracia, es decir cada hijo debe ser valorado y compensado con base en el cargo que desempeña dentro de la empresa".  

El análisis

La señora no solo comprendió que estaba en un error, sino que me solicitó que le diera una asesoría para manejar ese tipo de situaciones que ponían en riesgo la estabilidad de la familia y la empresa. Investigué a fondo, realizando un análisis de sus dinámicas familiares. Descubrí por ejemplo, que en la infancia vestir de la misma manera a todos los hijos era una costumbre familiar, que también se les daban a todos los mismos regalos y que si uno necesitaba algo, al otro también se le daba así no lo pidiera, el mensaje de todos por igual era evidente.

Lea también: Los 10 perfiles de miembros de Junta que no debe tener en su empresa

Esta es una creencia maternal y muy latina del parámetro de la equidad que pasa de generación en generación, se permea y se transmite con mucha facilidad al sistema empresarial, que debe tener prácticas muy diferentes. Por ejemplo, también observé que la mamá tenía la tendencia natural de darles regalos a los hijos de su bolsillo, en vez de darles los dividendos que les correspondían como socios.

Cuando su hija mayor se casó le regaló un apartamento de 300 metros cuadrados que le costó $1.000 millones, posteriormente cuando el hijo menor se casó le dio los mismos $1.000 millones, aunque con la devaluación ya el apartamento no podía ser de 300 metros cuadrados sino de 150, y el menor resiente siempre este tema afirmando que su hermana es la consentida de la casa.

La recomendación

¿Cómo actuar? Una familia empresaria debe tener claro que todos los hijos se quieren igual, pero no todos necesitan el mismo afecto, hay unos que necesitan más y otros que necesitan menos. Esto es igual que los dedos de la mano, la integran pero todos son diferentes, hay uno gordo, otro flaco, otro pequeño, otro más largo que todos. Enseñarles que todo es por igual no siempre es la mejor manera de proteger a los hijos, por lo tanto el concepto de la equidad debe ser transformado por un concepto de justicia, es decir darle a cada uno lo que se merece, equidad es darles a todos por igual.

Lo que ocurra en el ámbito familiar, siempre termina por afectar el ámbito empresarial. La fuerza centrípeta en este caso es saber que hay un problema y que es necesario encontrar una solución, porque en el fondo el sistema familiar es muy noble. Aunque tú cometas errores, o juicios, existan problemas en lo familiar, usualmente en el banco emocional las consignaciones son superiores a los giros, la fuerza centrípeta es el amor.

El problema se presenta cuando a ese equipaje emocional familiar se le van introduciendo más y más piezas que se vuelve imposible de cargar y la fuerza centrifuga termina por sacar a los hijos de la órbita y la consecuente ruptura familiar. Cada una de esas piezas son las que iremos analizando en este especial para poder liberarlas poco a poco para que no trasciendan en la empresa.

Lea también: Lecciones aprendidas con el Sí y con el No, para el uso del poder