MARIO VALENCIA

Positivo para coronavirus en la economía colombiana

El coronavirus ha precipitado lo que parecía inevitable: una nueva crisis económica global, con epicentro en el casino de mercados de valores. Desde 2007 no se había logrado alimentar con fuerza otra burbuja financiera, a pesar de la fuerte inyección de recursos públicos para el salvamento de los bancos y a los intentos del gobierno estadounidense por blindar su economía con medidas proteccionistas.

Mario Valencia, Mario Valencia
16 de marzo de 2020

En el camino, el comercio mundial se contrajo, China redujo el nivel de crecimiento que traía, Francia se vio abocada a duras protestas sociales, Alemania está técnicamente en recesión y no pudo consolidar su poder hegemónico en la Unión Europea, y Reino Unido se salió de dicho bloque. Arabia Saudita ha iniciado una guerra petrolera que perjudica especialmente a la costosa extracción con fracking en Estados Unidos. En América Latina las cosas no van mejor; el mal llamado ‘milagro chileno’ quedó al desnudo, produciendo una oleada de indignación aún en curso. 

Colombia no está preparada para el contagio de la crisis económica global, por la debilidad de su economía. Ni controla ni tiene -en el corto plazo- cómo enfrentar la caída en los precios del petróleo y el aumento del precio del dólar. Si bien es cierto ambos son fenómenos exógenos, también lo es que dicha vulnerabilidad causada por exposición externa está sobrediagnosticada y aun así los gobiernos no han querido tomar ninguna medida para tener blindajes internos. La devaluación del peso se explica porque el dólar es un mecanismo de refugio, pero sobre todo por la incapacidad del raquítico aparato productivo y exportador nacional de obtener divisas. 

Por eso las medidas fiscales adoptadas por el gobierno de Iván Duque para mitigar los efectos del coronavirus son inútiles; pondrán dineros públicos en los bolsillos de ricos que crecieron con esteroides, a punta de regalos tributarios.  No reactivarán la economía real, la de transformación y creación de empleos de calidad. Barry Eichengreen, de UCLA, ha expresado sus dudas razonables sobre si -por ejemplo- inyectar cientos de miles de millones de dólares al circuito financiero estadounidense podrá lograr que las fábricas gringas vuelvan a producir.  

Lo más importante ahora es dedicar todos los esfuerzos y recursos posibles al sistema de salud para contener los contagios del coronavirus, como lo han hecho China y Corea del Sur. Después hay que enfocarse en presionar al Congreso y al Gobierno para que diseñen e implementen políticas expeditas de estímulo a la producción agrícola e industrial con destino a la sustitución de importaciones. Es una oportunidad para rescatar a una economía contagiada por el virus financiero.