LUIS ALBERTO RODRÍGUEZ

¿Por qué molestarse este domingo?

A pesar de los problemas de la democracia, de las votaciones con resultados no esperados o del inocuo impacto del voto individual, se debe participar en las elecciones.

Luis Alberto Rodríguez, Luis Alberto Rodríguez
24 de mayo de 2018

El voto de cualquier colombiano, al igual que el mío, es uno dentro de más de 36 millones que están habilitados para elegir al primer mandatario este domingo. Por consecuencia, la posibilidad de que el próximo presidente sea decidido por nuestro voto tiende a cero. Sin duda, el ganador o elegidos para la segunda vuelta, tendrán una diferencia mayor a un voto con respecto a sus competidores. Necesitan millones de votos para ganar. 

Eso debería ser suficiente para evitarnos la molestia de salir a votar en cualquier democracia. La incidencia del voto individual es minúscula. Sin embargo, por suerte existe lo que se conoce como la paradoja del votante, porque a pesar de lo dicho, afortunadamente millones de personas salen a participar en las elecciones. De hecho, millones de colombianos saldrán a votar este domingo por la persona que creen que debe ser el próximo presidente de nuestro país.

Muchos expertos han señalado que la democracia está en crisis, se ha cuestionado el valor de las elecciones como método para seleccionar quién y cómo nos deben gobernar. Eso es así principalmente por el desmayo de los partidos tradicionales en todo el mundo, también por hechos de corrupción con escala internacional como el caso de Odebrecht en todo el continente,  pero sobre todo por resultados diferentes a los esperados por los analistas en muchas elecciones.

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Dentro de ese último grupo están varios casos sobresalientes: las votaciones para iniciar un proceso político que buscaba el abandono del Reino Unido de la Unión Europea (conocido como el Brexit), las presidenciales de Estados Unidos en 2016 que terminaron con una derrota de Hillary Clinton y la elección de Donald Trump, también el triunfo del NO en el plebiscito del acuerdo del Gobierno de Colombia con las Farc, entre otros ejemplos.

A pesar de los problemas que viven las democracias en todo el mundo, de las elecciones con resultados no esperados o del inocuo impacto del voto individual, se debe preservar y promover la participación en las elecciones.

Adam Przeworski, profesor de la Universidad de Nueva York y uno de los académicos más sobresalientes sobre la democracia contemporánea, recientemente publicó un libro con el título “¿por qué molestar con elecciones?” (¿why bother with elections?, es su título original) en el que precisamente resalta la importancia de las elecciones. El autor arguye, con base en análisis de muchas elecciones y la forma en que ellas afectan nuestras vidas, que estas siguen siendo el mejor método para escoger a nuestros dirigentes. No obstante, lo más interesante de su aproximación es que eso lo sostiene señalando que el sistema es inherentemente imperfecto. Es decir, sin caer en el romanticismo de ver la democracia y las elecciones como cosas puras y hermosas.

Por eso, a pesar de todo debemos salir a votar este domingo. A pesar de lo desagradable que haya podido ser la campaña presidencial, de prácticas aborrecibles que evidencian riesgos de fraudes o delitos, de la ausencia de profundidad en algunas discusiones, del exceso de protagonismo de mentiras en el proselitismo, a pesar de ello, votar es nuestra mejor opción. Las elecciones son la mejor forma, o la menos peor, de escoger a nuestros gobernantes.

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Esto es particularmente importante para Colombia. Somos un país presidencialista, como el resto del continente. El señor que vive en la casa de Nariño tiene muchísima influencia en las decisiones económicas, políticas y sociales del país. Si bien tenemos instituciones que parecen mantenerse sin importar el timonel y que la Constitución de 1991 limitó el poder del presidente en varias dimensiones, lo cierto es que él tiene muchas posibilidades de cambiar cosas. Por ejemplo, los presidentes han logrado –sin excepción– tener mayorías en el Congreso a través de coaliciones, lo cuál les da poder para llevar a cabo transformaciones en temas que creen prioritarios.                          

En resumen, la decisión del domingo no es menor. Además, a pesar de todos los peros de las elecciones y de esta campaña, debemos sumar un voto a la causa que creamos es la más conveniente, o la menos inconveniente.