OPINIÓN ONLINE

¿Por qué los políticos gozan de inmunidad?

En un sistema podrido la inmunidad no sirve para nada.

Gustavo Rivero
3 de junio de 2016

El presidente de Turquía despojó a más de cien parlamentarios de su inmunidad judicial el 20 de mayo. El autoritario Erdogan dijo que los turcos no quieren ver a legisladores culpables en el Parlamento. Estas declaraciones podrían tener eco en muchos lugares. En 2014 un tercio de los diputados del Parlamento de la India enfrentó cargos criminales. En Brasil tres quintas partes de los congresistas se enfrentan a acusaciones de conducta criminal. A pesar de esto, la mayoría de los países en desarrollo (y algunos de Europa occidental) otorgan inmunidad judicial a los legisladores para disgusto de sus ciudadanos. ¿Por qué los políticos están por encima de la ley?

Hay dos sistemas principales de inmunidad. Reino Unido, Estados Unidos y otros países conceden inmunidad “reducida”: los diputados pueden votar y hablar libremente en el Parlamento sin preocuparse por posibles demandas criminales. El concepto "amplio" de inmunidad es más controvertido: algunos legisladores afortunados disfrutan de inmunidad frente a todo tipo de persecución, que sólo se puede levantar con votación parlamentaria. Sus críticos dicen que un sistema de este tipo permite que los políticos actúen con impunidad y alienta a los delincuentes para postularse a un cargo. Están en lo cierto. El Parlamento de Rumania pasó gran parte de 2015 denegando la suspensión de la inmunidad de un diputado acusado de aceptar sobornos. En 2006 un intocable parlamentario egipcio negó haber actuado mal incluso después de que la aduana encontrase 1.700 kg de Viagra importada ilegalmente a nombre de su empresa. Y en 1982 Pablo Escobar, el mayor narco de la historia, ganó la inmunidad después de su elección a la Cámara de Representantes de Colombia. Estos casos socavan la confianza pública en las instituciones y en la democracia misma.

Según The Economist, las leyes de inmunidad causan estragos pero también pueden ayudar a frenarlos a través de la salvaguardia de la separación de poderes. En una democracia frágil, donde el estado de derecho es débil y el poder judicial es a menudo corrupto, los legisladores corren el riesgo de persecución por motivos políticos. Si no se controla, el ejecutivo puede detener a miembros de la oposición con el fin de aumentar su poder y reducir su responsabilidad. Esto alimenta la corrupción y daña la democracia. Irónicamente, los países en donde más se necesita la inmunidad son los más propensos al abuso. Esto presenta un dilema para los políticos occidentales. Desde hace algún tiempo los ucranianos han pedido el levantamiento de la inmunidad de los legisladores como medida contra la corrupción. El año pasado la Unión Europea exigió que Ucrania aboliera la inmunidad como condición para un acuerdo de exención de visado. El presidente de Ucrania estuvo de acuerdo. Pero después de que un informe de los asesores legales de la UE advirtiera de las posibles consecuencias, el requisito se eliminó.

No olvidemos que la corrupción obstaculiza el crecimiento económico por diversos motivos: no permite el adecuado desarrollo de las infraestructuras al reducir la eficiencia del gasto público, distorsiona la estructura del aparato productivo al sobredimensionar sectores como por ejemplo el de la construcción, desalienta al contribuyente reduciéndose la recaudación tributaria y aumentando la desigualdad, condiciona los procesos de privatización, y deteriora la imagen exterior del país.

El debilitamiento de la legislatura en una democracia naciente no va a resolver la corrupción por sí mismo. Una mejor manera de abordar el problema es reformar todas las ramas del gobierno, al mismo tiempo, poco a poco. La inmunidad parlamentaria en Turquía no fue obstáculo una vez que Erdogan decidió que quería aplastar a sus oponentes políticos. El presidente de Camboya recientemente ordenó la detención de políticos de la oposición, sin molestarse en levantar su inmunidad. Y el año pasado el Parlamento ruso votó para eliminar la inmunidad del único legislador que votó en contra de la anexión de Crimea. En un sistema podrido la inmunidad no sirve para nada.