JORGE IVÁN GÓMEZ

¿Por qué la pobre productividad personal?

Si no le prestamos atención al uso del tiempo, podemos sufrir de agotamiento, cansancio e irritabilidad permanentes.

Jorge Gómez Pinilla, Jorge Gómez Pinilla
29 de junio de 2017

La historia de Camilo

Camilo Rodríguez es un gerente de marca de una importante compañía multinacional. Cada vez que lo veo está agotado, su smartphone suena cada cinco minutos con un chat o un nuevo e-mail. En sus ojos veo la ansiedad y, sobre todo, su deseo de querer multiplicar su tiempo todo lo que sea posible. Ha intentado todo: quedarse hasta tarde, madrugar y adelantar trabajo, almorzar mientras revisa correos en el computador y trasnochar para dejar al día el correo electrónico. Su salud no anda bien. Hace un tiempo el médico le dijo que tenía altos los triglicéridos y el colesterol. Por su parte, Camilo no ha podido empezar su rutina de ejercicios. Asimismo, en casa está irritable y es notorio que no presta atención a las conversaciones con su esposa y sus hijos y tanto su vida social como familiar son un asunto más en su propio check list.

El caso de Camilo evidencia una realidad de los directivos colombianos que consiste en añadir más horas de trabajo ante las crecientes demandas del trabajo. La consecuencia es la pérdida de la productividad personal, el desgaste y el cansancio físico y mental. Es decir, a medida que se aumenta el trabajo disminuyen los resultados y, concretamente, la calidad de nuestras respuestas a nuestros jefes y colaboradores.

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La productividad es la consecuencia de una adecuada relación entre los recursos empleados (primordialmente el tiempo) y los resultados obtenidos. Nuestro error radica en creer que la productividad es igual a actividad. Como consecuencia podemos llegar a ser muy activos, muy ejecutivos y olvidamos que podemos lograr más resultados con menor uso del tiempo y viviendo menos ansiosos fruto de la presión de los resultados.

¿Cómo mejorar nuestra productividad personal?

La productividad personal está asociada a nuestra capacidad de trabajo efectivo y no a la cantidad de trabajo desplegado. La razón es sencilla, pues el trabajo efectivo está unido a la buena disposición para realizarlo y la alta motivación para hacer una tarea. Por otro lado, el trabajo desplegado está asociado a un número finito como lo es el número de horas a la semana.

El problema de la productividad es su condición decreciente. Es decir, entre más trabajamos en una jornada menos capacidad tenemos para pensar, para hacer bien una tarea o para tomar mejores decisiones porque nuestro cuerpo y nuestra mente están cansados. Por este motivo, la principal recomendación para mejorar nuestra productividad se halla en la renovación personal que se obtiene de múltiples formas. Ahondaremos en aquellas actividades que son fuente de renovación personal para los directivos.

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  1. La lectura es una fuente de ideas, nuevos pensamientos y, sobre todo, es un momento de diálogo que nos inspira, nos ayuda a resolver un problema o nos amplía la perspectiva frente a una situación que estemos viviendo.
  2. El deporte, además de contribuir a nuestra salud, nos aporta la energía que proviene de la recompensa de su realización. Es una autosatisfacción por lograr vencer la voluntad pese a disculpas como el frío, el calor o la cama. Asimismo, el deporte nos activa el pensamiento, las ideas y, muy especialmente, la creatividad.
  3. La oración o los ratos de reflexión e introspección. Estos momentos nos ayudan a pasar del pensamiento intuitivo y automático a uno más introspectivo, reflexivo y con una mirada más amplia de la vida, las personas y las circunstancias.

 ¿Cómo saber si tengo una pobre productividad personal?

Lo primero y más importante consiste en hacer un diagnóstico sobre el uso del tiempo en una semana. Por ejemplo, lleve un registro del tiempo y agrúpelo en categorías como: correo electrónico, reuniones, informes, viajes, conversaciones telefónicas, asuntos personales y familiares. Luego, hágase la pregunta: ¿Qué me acerca o me aleja de los objetivos personales y profesionales que tengo?

Una vez realizado el diagnóstico personal del tiempo, recomendamos llevar a cabo una clasificación de las actividades según la matriz CREA, es decir, qué actividades voy a crear, reducir, eliminar y aumentar. Por ejemplo, con el ánimo de mejorar nuestra productividad personal, podemos aumentar el tiempo al deporte o a la lectura y reducir el tiempo a la televisión o a enviar mensajes y cadenas por el chat.

El paso siguiente

Cuando haya definido las tareas clave, proceda a dos actividades. En primer lugar, la realización de un horario personal en el que señale los resultados que quiere alcanzar en esa jornada de trabajo y, en segundo lugar, grafique el uso del tiempo que ha priorizado como importante. Al hacerlo, se sorprenderá al descubrir cómo el tiempo se nos escurre como el agua entre las manos. También se dará cuenta de la importancia de asignar momentos a las prioridades personales.

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Todas estas actividades que buscan enfocar la atención y la energía personal están orientadas a liberar tiempo para otras actividades de renovación personal como el deporte, la lectura y la reflexión. Si no le prestamos atención al uso del tiempo, podemos sufrir de agotamiento, cansancio e irritabilidad permanentes. Nos puede pasar lo de Camilo que después de tanta presión por su trabajo terminó con un ataque al corazón y, como consecuencia, el médico le dio una licencia de incapacidad para que descansara y llevara una vida normal.