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¿Por qué es importante la calificación crediticia?

Al finalizar la semana pasada la agencia calificadora Fitch Ratings redujo la perspectiva de la calificación crediticia colombiana como emisor de deuda pública de largo plazo en moneda extranjera.

Germán Verdugo
27 de julio de 2016

Al finalizar la semana pasada la agencia calificadora Fitch Ratings redujo la perspectiva de la calificación crediticia colombiana  como emisor de deuda pública de largo plazo en moneda extranjera, pasándola de estable a negativa, lo cual significa que de haber un movimiento en la calificación crediticia del país sería una reducción del actual BBB a BBB-. Infortunadamente, esta decisión que es una importante alerta sobre la situación fiscal del país a la luz de las perspectivas macroeconómicas y políticas, generalmente pasa desapercibido por la ausencia de una interpretación adecuada.

La calificación crediticia es una opinión experta de una entidad independiente denominada agencia calificadora que evalúa la capacidad de pago de un emisor de deuda en las condiciones específicas determinadas al momento de la emisión de dicha obligación (plazos, intereses anuales, devolución del capital). Esta calificación de riesgo crediticio permite a los inversionistas establecer el nivel de tasa de interés que debería estar pagando un emisor de títulos de deuda (bonos, certificados de depósito o titularizaciones) en cualquier momento del tiempo, aunque, generalmente, las agencias calificadoras solamente publican una vez al año el nivel de calificación otorgado a un emisor o a un título de deuda específico.  

Los niveles de calificación están agrupados en dos principales categorías: Grado de Inversión y Alto Rendimiento (high yield). En la primera categoría compuesta por las calificaciones AAA, AA, A y BBB se encuentran las emisiones de deuda sobre las cuales hay pocas dudas sobre su capacidad de pago a corto plazo, mientras que la otra categoría compuesta por las calificaciones BB, B, CCC, CC y C se ubican los títulos de deuda que poseen diversos grados de vulnerabilidad para cumplir oportunamente los flujos de pagos prometido por el emisor o la fuente de pagos de la deuda.

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En síntesis, entre más cercano a AAA la calidad crediticia es mayor, por lo cual los retornos esperados y la volatilidad de las inversiones deben ser menores con respecto a los títulos que se van alejando hacia el C que es la calificación más próxima a una cesación de pagos parcial o total de un determinado título de deuda. En consecuencia, los emisores de títulos de deuda con mejor calificación crediticia tienden a obtener financiación más barata que otros emisores y, adicionalmente, los que pertenecen a la categoría de grado de inversión pueden contar con una base de inversionistas más amplia, puesto que muchos inversionistas alrededor del mundo tienen la restricción de invertir solamente en títulos categorizados como grado de inversión.

En el caso de la calificación de Colombia que según dos de las tres principales calificadoras (Standard and Poor`s y Fitch ratings) podría bajar un nivel en los próximos trimestres para ubicarse en el piso de la categoría grado de inversión significa que hoy en día el costo promedio de financiación a través de títulos de deuda pública en dólares se ubica alrededor de 250 puntos por encima de la deuda pública estadounidense. Es decir que si al gobierno americano la deuda en dólares a un plazo de 10 años le cuesta el 1.60% anual, al gobierno colombiano una deuda a similar plazo y en la misma moneda le costaría 2.50% más, es decir algo cercano a 4.10% anual.

En términos comparativos el gobierno de Ecuador (calificación B) acaba de realizar una emisión en dólares a 5 años con un costo anual de 10.75%, mientras que el gobierno de Brasil (calificación BB) emitió deuda pública en dólares a 30 años a una tasa de interés anual de 5.90%. El caso de Ecuador da cuenta de que a pesar de un contexto global de bajas tasas de interés, las condiciones financieras no han sido del todo favorables puesto que ha tenido que endeudarse a una tasa alta y a un plazo corto lo cual pone mayores presiones a una situación fiscal ya deteriorada.

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Por tal razón, las advertencias de Fitch Ratings en la decisión del pasado viernes sobre Colombia son claras: el deterioro fiscal sumado al desbalance en las cuentas externas están afectando la capacidad de pago de la deuda pública. Si bien hasta ahora se puede mantener el grado de inversión y el acceso fácil al financiamiento externo es cada vez más apremiante buscar nuevas fuentes de crecimiento económico y de ingresos públicos que reemplacen el espejismo de nación petrolera en el que se soportó el sector público casi una década.

Pueden pasar muchas reformas tributarias pero al final este remedio puede ser pero que la enfermedad puesto que la inversión privada pude cansarse próximamente e soportar un gasto público a todas luces insostenible, mientras que poco se avanza en los verdaderos determinantes de la competitividad como mejorar los estándares de calidad y pertinencia de educación, formalizar el transporte y hacerlo eficiente, mejorar la logística, garantizar estándares mínimos de justicia y seguridad en muchas regiones del país.

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