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¿Por qué decir “Negocios son negocios” acaba con muchas empresas familiares?

Cuando una familia empresaria no transfiere valores y principios a la organización, establece una cultura empresarial economicista, que rompe con la unidad familiar y termina por disolver el patrimonio.

Gonzalo Gómez Betancourt
18 de enero de 2017

Las piezas del equipaje emocional familiar que analizaremos en esta nueva edición tienen como punto de partida dos frases que he escuchado en algunas familias empresarias: “Negocios son negocios” y “Me robaste, nos robaron”. Su peso emocional es de tal magnitud que rompe las relaciones familiares, lo que conlleva en la mayoría de los casos a la disolución del patrimonio o división de las empresas.

La primera se refiere a las consecuencias  que para el empresariado tiene el establecimiento de una cultura empresarial economicista, en la que todo lo que se haga es válido, porque lo importante es ganar dinero, pensamiento totalmente contraproducente en una familia empresaria. La segunda, demuestra que la historia familiar se transfiere de generación en generación. Con lo cual un acto indebido de algún miembro de la familia empresaria, afectará a las generaciones siguientes. Los dos temas están muy vinculados y se resumen en que algún miembro de la familia empresaria se siente perjudicado económicamente con las decisiones de sus padres, hermanos o familiares. 

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 “Negocios son negocios”. El caso

Hace algunos años una familia empresaria colombiana de primera generación, conformada por padre, madre y dos hermanos,  me consultó la situación que estaban atravesando en su empresa por las constantes diferencias entre sus dos hijos, cada uno encargado de una unidad de negocios distinta. Cuando asistí a la primera reunión, de entrada el hermano menor me dijo: “Mi hermano no  ha llegado aún, por favor cuide la billetera”. Fue tal mi sorpresa que le pregunté: ¿Cómo así? A lo que me respondió, es que de pronto se la roba. Cuando llegó el hermano mayor, veo una persona muy fría, calculadora, formada en administración en los Estados Unidos. Ante los comentarios de su hermano frente a la manera como él manejaba ciertos aspectos  económicos repetía constantemente “negocios son negocios”.

Cuando profundicé en el problema empresarial, me di cuenta que en esta compañía no existían precios pre-establecidos de los productos porque el padre les había dado la libertad que los manejaran directamente. En el primer proceso de negociación, el hermano mayor utiliza argumentos emocionales para obtener precios bajos, como que su margen de ganancia va a ser reducido y el hermano menor lo ayuda con un precio bajo, posteriormente se da cuenta que los argumentos de venta eran falsos, porque en realidad el margen de ganancia era muy alto. Cuando el hermano menor le contó esto al padre, le dijo que se sentía “tumbado”, y el padre le contestó: “Son negocios no te lo tomes personal”.

Me causó mucha impresión saber por qué  el padre no había tomado la decisión de fijar precios, cuando en una empresa familiar se supone que todos deben manejar la misma información porque son propietarios. Profundizando en lo familiar me di cuenta que el padre había trabajado en una multinacional americana y le trasmitió a su hijo mayor el concepto que en los negocios lo importante es tener siempre un resultado económico muy favorable, sin importar mucho lo que se haga para lograrlo. Razón por la cual desde pequeños les hacía juegos en los que inculcó el valor del dinero. Sin embargo, el hijo menor, era mucho más parecido a su madre, quien inculcaba siempre valores como la importancia del trabajo en equipo, la ética de los negocios la importancia de las buenas relaciones familiares.

El desenlace de este caso, es que el padre nombra como sucesor al hijo mayor y el hijo menor se va de la empresa, porque considera a su hermano un hombre deshonesto, porque además muchos clientes se quejaban de los precios altos comparados con otros productos de la misma calidad, con lo cual el hijo menor termina por solicitar que se le entregue el capital que le corresponde como socio de la empresa, con lo cual se dividió el patrimonio y creció la enemistad entre los dos. No fue posible llegar a un consenso entre los dos.

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 ¿Cómo actuar?

Las empresas familiares deben vivir los valores mucho más allá de lo económico. Valores como la confianza, la lealtad, el apoyo, son fundamentales en el desarrollo de cualquier organización, aún más cuando se trata de una empresa de carácter familiar. Por lo tanto si usted es propietario, promueva un juego limpio, porque el peso de esta pieza del equipaje emocional tiene una fuerza centrífuga tan fuerte, que lleva a la ruptura de la unidad familiar y de la empresa.

Siempre tenga en cuenta que aunque esta forma de negociar basado exclusivamente en lo económico es muy usual en Estados Unidos y se está imponiendo en Colombia, no quiere decir que sea la ideal cuando se trata de mantener unidad y armonía en la familia y un patrimonio unido. Recuerde que si en un negocio se dañan las relaciones porque usted ha tratado de maximizar su beneficio económico en detrimento de otras personas, en el mundo de los negocios, tarde o temprano se vuelve a ver con esas personas, que con seguridad tendrán una pésima imagen de usted y del resto de los integrantes de la familia empresaria.

“¿Me robaste?... Nos robaron”. El caso

Una familia de segunda generación en proceso de hacer su protocolo familiar, fue retada por mí para que todos devolvieran la propiedad, porque su padre había tenido diferentes criterios de transmisión de la misma. Según él, las razones para hacerlo de esta manera eran que no quería criar vagos y por eso tendría más consideraciones económicas con los que trabajaran en la empresa. Y la segunda, que a las mujeres no las había formado para trabajar en la empresa, es decir no gastaba plata en pagarles estudios superiores, porque había visto muchos casos de empresas familiares en las cuales las mujeres que habían estudiado rara vez se dedicaban a trabajar. 

Con la idea que se hiciera un protocolo justo, se solicitó unir la propiedad y valorarla. En ese proceso de valoración había un nivel de desconfianza muy fuerte. Algunos miembros de la familia  manifestaban que su parte valía mucho más de lo ofrecido, pero lo cierto es que como muchos tenían negocios por debajo de la mesa, no fue posible tener claridad sobre el verdadero valor. Otros de los miembros de la familia, querían cobrar su parte de la propiedad de la empresa por encima de su valor real. Finalmente, los hermanos que tenían una porción mayor de la propiedad, le compraron a los que tenían una menor, a un precio mucho menor, porque finalmente nunca incluyeron los negocios que habían hecho por debajo. Una de las hermanas sale totalmente de la propiedad a un precio mucho menor, con lo cual se sintió robada por sus hermanos. El dolor y la rabia producida por esa ruptura familiar y pérdida de la propiedad pasó a los hijos de la hermana, quienes quedaron peleando con sus primos a pesar del inmenso cariño que se tenían antes de que sucediera todo esto. A la muerte del padre fue evidente que era una familia con mucho rencor porque alrededor de esa propiedad desde siempre se cometieron muchas injusticias.

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¿Cómo actuar?

La propiedad ha sido uno de los  aspectos  menos estudiados académicamente en el tema de empresa familiar. Sin embargo ha generado efectos perversos como lo ven ustedes en este caso, donde se tuvieron unos criterios de transmisión de la propiedad, absolutamente subjetivos. Lo ideal es no entregar la propiedad, concepto de las empresas milenarias que lo que desean es permitir la viabilidad de las organizaciones en el largo plazo.

Cuando se pretende mirar la propiedad de manera individual, la fuerza centrípeta termina por romper la unidad. En cambio cuando se piensa de manera colectiva, es decir la propiedad es nuestra, para todas las generaciones es una fuerza centrípeta porque todos saben que no se puede deshacer lo que muchísimas personas construyeron para el beneficio de una sociedad.

En conclusión los valores y principios son fundamentales para mantener unida una familia por generaciones. Cuando usted permite que ciertos antivalores se introduzcan en casa, así sean utilizados por muchas personas en el mundo, eso termina siendo una fuerza centrífuga para todos los miembros de una empresa familiar.

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