RAÚL ÁVILA FORERO

¿Por qué deberían interesarnos los NINI?

En América Latina, la formación de un perfil juvenil e inactivo, a nivel académico y laboral, ha tomado fuerza en países como Colombia, México y Brasil ¿Cómo puede descuidarse la situación de estos jóvenes, en un contexto regional en el que se discute tanto la disminución de la desigualdad y la pobreza?

Raúl Ávila Forero, Raúl Ávila Forero
18 de marzo de 2019

A pesar de las buenas tasas de crecimiento evidenciadas en la región, especialmente lo que fue la primera década del siglo actual, en América Latina se viene asentuando un problema, que desde entonces afecta la formación y la tenencia de capital humano de calidad. Lo que preocupa es que hoy día persiste como una problemática que aparenta estar solucionándose por los insípidos esfuerzos en busca de aumentar la cobertura educativa con programas que rara vez funcionan para esta parte de la población.

En Latinoamérica, existe una parte significativa de los jóvenes que no se encuentra NI estudiando NI trabajando, cuando debería estar haciendo alguna de las dos cosas. A este tramo, que corresponde a jóvenes desde los 15 hasta los 24 años, se les ha popularizado como “NINI”.

Infortunadamente, la cifra estimada por el Banco Mundial hace un par de años, llegó a los 20,8 millones de NINI. Es decir, que casi uno de cada 5 jóvenes vive bajo esas condiciones que, a futuro, conllevarán a que estas personas tengan difícil encontrar oportunidades de empleo formal en el país.

Y eso no es todo. Dentro del estudio del Banco Mundial, también se determinaron aspectos que profundizan otro tipo de problemáticas. Ejemplo de ello es que el fenómeno de los NINI contribuye a una transmisión de la desigualdad, propagada de generación en generación. Esto dado que casi el 60% de los NINI provienen de hogares con muy bajos ingresos, por lo cual la movilidad social se ve obstruida.

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Incluso, se evidenció que dentro de ese 60% de NINI, el 66% corresponde a mujeres. Allí el perfil típico de estos NINI fue, precisamente, una mujer que no pudo culminar su educación secundaria y que vive en un lugar muy vulnerable, marcado por la pobreza y, en ocasiones, la violencia. Sin embargo, los factores de riesgo más determinantes a esta parte de los ninis fue el matrimonio impuesto antes de los 18 años y/o el embarazo durante la adolescencia.

Con el paso del tiempo, y aunque las mujeres siguen siendo altamente vulnerables, el incremento marginal de ninis se ha visto marcado por los hombres. Bajo un contexto en que la inclusión de género y la disputa por una igualdad de derechos ha venido ganando la batalla, la inserción de la mujer en el mercado laboral ha conllevado a que cada vez sean menos ninis en la región. Tendencia que ha llevado a un aumento mayoritario en la deserción escolar en los hombres dada una mayor dificultad que presentan en términos de empleabilidad.

Sin embargo, el camino para volverse nini es independiente del género. Al salirse prematuramente de su formación educativa, por los motivos que sean, los jóvenes carecen de las habilidades necesarias y requeridas por la demanda laboral, dentro del sector formal. Por ende, tienden a conformarse, tanto hombres como mujeres, con trabajos altamente inestables y transitorios dentro del sector informal.

Pero, ¿por qué deberían interesarnos? Más allá de ver el componente improductivo sobre la economía, son personas que dejan de avanzar en sus estudios académicos para perfeccionar o especializar sus habilidades y conocimientos. Aparte, dada su dificultad de acceder al mundo laboral, no pueden acceder a espacios económicos y sociales, tienden a una maternidad/paternidad prematura y perpetúan la desigualdad social.

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Según el Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, Colombia alberga cerca de 580.000, de los cuáles el 64% son mujeres. Para nuestro caso, la situación se ha visto en mayor medida en ciudades intermedias como Cúcuta o Cartagena. Y aunque hay parte de esta población que se mantiene en búsqueda de trabajo, a 2017 la tasa de desempleo de los ninis se situó en un promedio de 21,3%.

Si está difícil conseguir oportunidades de empleo, imagínese el nivel de dificultad que enfrentan estos jóvenes al salir a un mundo laboral sin tener experiencia, ni estudios que le certifiquen sus conocimientos. Y el panorama empeora cuando abandonan sus estudios, en un afán por obtener cualquier trabajo, y resultan perdiendo tiempo al sumar en el desempleo nacional. Prácticamente, se quedan sin el pan y sin el queso.

Pero hay que ser realistas. Para abordar esta problemática, los hacedores de política deben comprender realmente la magnitud del problema, la evolución que ha tenido y, especialmente, saber distinguir las necesidades de esta población. Hay que saber que los NINI están en una etapa de mucha vulnerabilidad, desarrollo de la autoestima y hasta de adopción de muchos cambios en su vida. Pero al estar fuera del sistema educativo y del mercado laboral, se obstruye el desarrollo de su potencial.

La solución generalizada viene dada, principalmente, por la instauración de programas de formación laboral, en un intento por estimular la empleabilidad. Y esta primera parte está muy bien. Pero no existe un foco sobre el resultado importante: conseguir un trabajo. Entonces, fijarse demasiado en tratar de educar a los NINI, sin ofrecerle verdaderas oportunidades al final del día, sólo perpetuará el problema, sumiéndolos no sólo en la pobreza, sino también en la desesperación y desmotivación.

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