JUAN RICARDO ORTEGA

Populismo

La capacidad que tenga el Estado de garantizar que los municipios respondan efectivamente a las necesidades de quienes se quedan rezagados vacuna contra el populismo.

Juan Ricardo Ortega, Juan Ricardo Ortega
13 de junio de 2019

Raghuram Rajan acaba de publicar un interesante libro sobre cómo los mercados capitalistas y el Estado han dejado rezagadas a comunidades enteras. Que este profesor de finanzas, de la Universidad más conservadora del planeta (Chicago) y fuerte candidato a gobernador del Banco Central de Inglaterra –es decir, a lidiar con las consecuencias de un desordenado Brexit– escriba sobre la importancia de fortalecer a los municipios para lidiar con las dramáticas transformaciones del mercado laboral y la revolución tecnológica es una pertinente y útil lectura para Colombia.

Raghuram es el economista que en 2005 presentó un estudio que evidenciaba las fragilidades y vulnerabilidades del sistema financiero global, cuando todas las vacas sagradas de la profesión predicaban que habíamos llegado a una Nueva Economía donde las depresiones, crisis, eran cosa del pasado. Nadie quiso escuchar su serio análisis. El desastroso desenlace de la crisis de 2008 es ampliamente conocido en todo el planeta.

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Este ingeniero electrónico, doctorado en finanzas en MIT, exgobernador del Banco Central de la India y profesor de la Universidad de Chicago tiene las credenciales para que le pongamos atención a sus recomendaciones.

Su mensaje es sencillo: la creciente segregación en la sociedad entre quienes tienen oportunidades y quienes no, genera fracturas que se pueden llenar fácilmente con odio hacia las élites y resentimiento. Los poderosos capitalistas de nuestro tiempo han capturado la atención de los gobiernos y las agendas públicas. El cambio tecnológico está transformando al mundo, los mercados y el poder. Estos cambios favorecen a quienes tengan la mejor educación, con la que pueden hacerse ricos muy rápido. Quienes no logren educarse van a ser muy vulnerables y sus ingresos apenas les darán para vivir: comunidades enteras pueden quedarse marginadas y esto las hace terreno fértil para quienes saben azuzar la rabia y el odio de clases para manipular masas.

Hitler, Stalin, Chávez, etc. los grandes maestros de la manipulación han construido enemigos imaginarios para unir y movilizar naciones enteras. Estas estrategias estuvieron contenidas en la post-guerra pero las nuevas tecnologías de la información las han liberado y, con venganza, están haciendo de las suyas.

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Colombia no es inmune a este flagelo y por esto es tan urgente desarrollar estrategias efectivas para contenerlo. Para esto Raghuram enfatiza en la necesidad de fortalecer la seguridad en las regiones. Esto requiere de un aparato de inteligencia fuerte que anticipe y reconozca las vulnerabilidades de estas poblaciones que se están quedando rezagadas.

Y para responderle a estas comunidades tiene que existir personal local capacitado, capaz y sujeto a la rendición de cuentas para garantizar la protección de los derechos de propiedad y la seguridad ciudadana. Una Policía fuerte, impoluta, con capacidad de gestión y pertenencia es esencial.

Las comunidades tienen que fortalecerse y a la vez hacerse inclusivas. Los caciques políticos omnímodos y la corrupción tienen que ser erradicados. Para esto, empoderar líderes locales, sujetos a verdaderos pesos y contrapesos para que de verdad le sirvan a su comunidad; apoyarlos con recursos para poder garantizarles redes de protección social e infraestructura suficiente que les ofrezcan acceso a mercados y conectividad es esencial para proteger a la sociedad de los desvíos populistas.

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La tecnología no es la amenaza: es la oportunidad para abrirle las puertas al futuro a estas comunidades si se invierte en ellas. La evidencia empírica del costo que engendra la llegada de populistas al poder debería servir como incentivo suficiente para recaudar los impuestos que permitan invertir en las regiones.

En América Latina el populismo en Perú, Argentina, Cuba, Nicaragua, Venezuela, etc. ha destruido más de 30% de la riqueza nacional. El riesgo de un populista y su capacidad de destrucción de valor es inmenso. Mejor prevenir que lamentar.