JUAN CARLOS SANCLEMENTE-TÉLLEZ

Pescando incautos

En una época de algoritmos, big data y uso intensivo de redes sociales, pueden existir artimañas usadas por partidos políticos, gobiernos, empresas y marcas para manipularnos y “obligarnos” a adquirir sus ideas u ofertas. ¿Qué sucede en la sociedad? ¿Se puede programar nuestro cerebro e inducirnos a elegir, a comprar?

Juan Carlos Sanclemente Téllez, Juan Carlos Sanclemente Téllez
26 de octubre de 2019

Un ciudadano bien y honestamente informado puede tomar decisiones como elector que le convengan a la comunidad en su conjunto. Un consumidor en idénticas condiciones, escogerá la mejor opción de productos o servicios que satisfagan plenamente sus necesidades funcionales y psíquicas y las de su familia. ¿Brindan esta información de manera ética gobiernos, partidos políticos y otras instituciones en el primero de los casos? ¿Llevan esto a cabo de forma responsable y confiable las empresas en el segundo?

Un departamento académico y de investigación de la Universidad de Oxford (Reino Unido), dedicado a múltiples indagaciones, entre ellas las relacionadas con el empleo del internet, ha evidenciado mediante sus estudios, el uso de las redes sociales para manipular la opinión pública lo que se ha convertido en un problema de grandes dimensiones a nivel global.

Durante los últimos años estos investigadores  han monitoreado la utilización de redes sociales por parte de gobiernos y partidos políticos. El último de sus informes (septiembre, 2019), analiza detalladamente las tendencias de lo que se denomina la “propaganda computacional” y los distintos mecanismos, estrategias y recursos que se están usando por parte de los mencionados actores para orientar las acciones y las decisiones de los electores en la gran mayoría de ocasiones de manera negativa para estos. 

Entre sus principales hallazgos:

  • Ostensible incremento de los países en los que al menos existe un partido político o el gobierno mismo que mediante las redes sociales moldea la opinión nacional.
  • En varias de estas naciones la aludida “propaganda computacional” es usada como instrumento de control de la información suprimiendo derechos humanos fundamentales, desacreditando a los adversarios políticos y oprimiendo las opiniones disidentes.
  • Algunos actores estatales en los lugares investigados usan estas herramientas para realizar influencia extranjera y expandir sus ideas.
  • China ha incrementado sus actividades de desinformación y ya no lo hace solo a partir de sus propias redes sociales sino igualmente desde plataformas de más alcance fuera de su continente.
  • No obstante existir hoy en día una plétora de alternativas, Facebook sigue siendo una de las privilegiadas para desarrollar estas acciones en la mayoría de países analizados.

Si bien la propaganda existe desde siempre en el discurso político, lo que más inquieta es el uso muy difundido de las redes sociales en estas iniciativas habida cuenta del nivel de acceso que tiene el público a las mismas hoy en día.

Estos investigadores denominan “cyber troops” a aquellos actores gubernamentales o de partidos políticos que se encargan de manipular online a la opinión pública pero también se refieren al uso de los “bots políticos” que se encargan de amplificar contenidos manipulados, y a los “trolls”  que intimidan u hostigan a todas aquellas opiniones contrarias.

Todos estos hallazgos son inquietantes, sobre todo porque nos encontramos en una era de abundante información, pero al mismo tiempo de niveles muy escasos de atención y confianza por parte de usuarios, electores y consumidores. Esto último hace que las herramientas destacadas por este informe, se estén convirtiendo en elementos esenciales de campañas dirigidas al público en general. Se hace indispensable por lo tanto reflexionar acerca del uso de la tecnología en un mundo mediado intensamente por lo digital y que esto sea dirigido netamente a mejorar la democracia y la expresión de los derechos humanos online, no a manipularnos.

¿Pero qué sucede del lado del marketing y más concretamente en la oferta que realizan las compañías?

Las fuentes de información que usan los clientes tienen una influencia significativa en su actitud e intenciones de comportamiento. Las redes sociales son ahora una de las más importantes y estas y la publicidad tradicional cambia ostensiblemente la actitud de estos hacia las marcas. 

La crisis vivida por las “puntocom” finalizando el siglo XX propició grandes cambios en la web y se inició una nueva lógica en la que los usuarios han pasado a ser productores y consumidores de sus propios contenidos y productos lo que ha generado un significativo volumen de datos públicos y privados que son fácilmente aprovechables por aquellos que utilicen las técnicas más apropiadas. 

Economistas conductuales que en los últimos años han obtenido el premio Nobel de Economía (Akerlof, 2001 & Shiller, 2013) advierten en sus investigaciones que “mientras exista la posibilidad de sacar un beneficio, los vendedores que compiten en el mercado, explotarán sistemáticamente las debilidades psicológicas y la ignorancia del consumidor mediante la manipulación y el engaño. En este sentido, el mercado está plagado de trucos y trampas y nos manipula como a bobos”.

Las redes sociales, que alguna vez se anunciaron como una fuerza para la libertad y la democracia, vienen siendo objeto de crecientes críticas por su papel en la amplificación de la desinformación, la incitación a la violencia y la reducción de los niveles de confianza en los medios y las instituciones democráticas. Pueden existir efectos similares en el terreno de las iniciativas privadas de la industria al utilizar distintas estrategias de marketing para captar mercado.

El primer planteamiento del uso de las RRSS para influir la opinión pública me inquieta como elector y ciudadano, máxime ahora que nos encontramos escogiendo a nuestros representantes en distintas instancias. El segundo de los casos, me preocupa esencialmente en mi calidad de consumidor/padre de familia y de generador de estrategias en esta importante disciplina. Debemos entonces considerar muy bien nuestras elecciones, tanto en lo público como en lo privado.

¡A elegir con conciencia!