PABLO LONDOÑO

Pecados capitales de la alta gerencia

Sin excepción están todas las industrias viviendo una etapa de cambio a un ritmo nunca antes visto que está desordenando todos y cada uno de los planes de negocio y retando todas y cada una de las organizaciones.

Pablo Londoño, Pablo Londoño
5 de octubre de 2017

El mercado de talento anda, como nunca antes, en una actividad frenética que no necesariamente se compadece con las realidades de rentabilidad y crecimiento de la economía. Es más, con excepciones que se cuentan con una mano, en general la alta gerencia del país anda inquieta con los resultados y el comportamiento del consumidor que no han logrado descifrar y que puede ser en últimas la razón por la cual estén buscando soluciones de talento en el mercado.

Cualquiera sea el diagnóstico, tal vez hay un punto en común: sin excepción están todas las industrias viviendo una etapa de cambio a un ritmo nunca antes visto que está desordenando todos y cada uno de los planes de negocio y retando todas y cada una de las organizaciones. La coincidencia la está generando el cambio y con él, aquellos que se han demorado en entenderlo y hacer la transición están quedando por fuera de la foto.

La banca con los fintech, los retailers tradicionales con los modelos de hard discount, la hotelería con los airbnb, la voz frente a los datos, los taxistas frente a Uber. La lista es enorme. Disrupciones en todos los campos y no necesariamente producto de la tecnología que por supuesto ayuda. Es un cambio de forma de pensar poniendo al consumidor en el centro de nuevos modelos que al entender esto han empezado a ofrecer valor de una manera diferente.

Esta realidad, a nivel de cultura organizacional, se han encargado de desnudarla la generación de los millennials que han llegado a retar a un establecimiento que fue rentable haciendo lo mismo por varias décadas. Estos jóvenes (la generación de los héroes la llaman Howe y Strauss) han señalado sin temor las ineficiencias y las incoherencias de  modelos anacrónicos en una era en donde nada da espera, la velocidad es la regla y el que piensa mucho muere. Los millennials se encargaron de rescatar discusiones hoy necesarias que se habían vuelto pecados mayores de una gerencia somnolienta:

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1. Propósito: El mundo no viene funcionando bien. Ni en lo social, ni en lo político, ni en lo económico. A pesar de las conquistas del hombre en todos los campos, el globo esta desarticulado, armado, inundado en guerra. Las inequidades en todos los campos del accionar humano han llevado a esta nueva generación de indignados a revelarse de una parte y a exigirle al establecimiento, incluido el empresarial, la formulación de propósitos nuevos que trasciendan la rentabilidad. Aquellas organizaciones que se quedaron en la misión y se olvidaron de un propósito superior van dos pasos atrás.

2. Gobierno corporativo: Las nuevas generaciones han demostrado la ineficiencia del caudillismo, del líder solitario que todo lo sabe, y han apelado al conocimiento colectivo, al quehacer de muchos no de pocos, a la inteligencia grupal, a la tribu como mecanismo articulado de construcción de valor. Las organizaciones que han logrado armar juntas de especialistas en campos diferentes que reten la estrategia y acompañen la gerencia están mejor armadas para enfrentar el futuro.

3. Cultura interna: No es un tema de clima organizacional, ni de maquillar las salas de espera con mesas de ping pong o piscinas de pelotas. Es moldear el sistema de participación interno migrando de las jerarquías a arquitecturas modernas que han probado como la holocracia, que un trabajo por proyectos y con equipos empoderados funciona mil veces mejor, que aquellos en donde el poder se concentra arriba, y las decisiones se toman en la cúpula. Las jerarquías, incluso los modelos matriciales son parte del pasado.

4. Información y transparencia: En la era digital, la información y el conocimiento está a un click de alcance. Aquellas organizaciones que siguen pensando que manejan información confidencial son de una ingenuidad galáctica. Hoy todo se sabe, todo se comparte, el conocimiento está a nuestro alcance. Se cae de su peso que hay que compartir la información de manera transparente y a todo nivel para potenciar la iniciativa colectiva como motor de cambio.

5. Agilidad: Unido al anterior, la salsa secreta se llama agilidad. La verdadera destreza organizacional radica en compartir ágilmente, ensañar, equivocarse, corregir con agilidad hasta encontrar el camino. Las organizaciones lentas de un lado y adversas al riesgo les están pasando las oportunidades por sus narices dejándolas ir.

6. Talento: Pasamos ya la era del conocimiento y entramos en la era conceptual. Los ganadores en casi todos los campos vinieron de empresas nuevas no de una propuesta de los existentes. Fue Amazon no Borders, fue Google no Microsoft, fue Apple no Sony, fue AirBnB no Hilton. El cambio ha sido liderado por talento joven, nuevo, arriesgado, comprometido, emprendedor que encontró espacio fértil para crear. Nunca antes en la historia de la humanidad hemos visto tan evidente la importancia de tener un equipo talentoso bien motivado. Aquellos que siguen pensando que todavía pueden rodearse de una banda de mediocres están condenados a muerte.

Las herramientas están, las recetas se conocen, pero como siempre es más difícil transformarse que empezar de cero. El reto mayor está en lograr motivar a un grupo humano que hizo por décadas las cosas de la misma manera a abrazar el cambio. Podemos reaccionar al futuro, o podemos crearlo. Nunca antes fue más divertido y a la vez más difícil liderar de cara al futuro.

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