ÁNGEL PÉREZ MARTÍNEZ

Para reactivar: construir y dotar sedes educativas

La inversión en educación para mejorar la calidad se retribuye en formación de buenos seres humanos.

Ángel Pérez, Ángel Pérez
10 de agosto de 2020

Frente a los diversos caminos y alternativas que tienen los gobiernos nacionales y territoriales para reactivar la economía, aun en tiempos de pandemia, la sociedad, los académicos y quienes trabajamos en el sector educativo debemos insistir en la importancia que tiene para el país y su futuro invertir en educación, con el propósito de mejorar el acceso y la calidad del sistema.

No se puede olvidar, a la hora de medir efectos, que el gasto total en educación básica y media pública se distribuye por el territorio nacional a través de las 43.894 sedes educativas, donde trabajan más de 325.000 docentes oficiales y más de 50.000 personas de apoyo, para atender a ocho millones de estudiantes que, a su vez, se relacionan, por lo menos, con catorce millones de padres de familia.

También se debe considerar la provisión de alimentación escolar para más de cinco millones de estudiantes, el transporte escolar, los pequeños negocios que existen alrededor de los colegios, la dinámica de la tienda escolar en cada institución y los consumos que realizan en útiles estudiantes y colegios. El sistema educativo genera toda una cadena de demandas y de consumos en la sociedad, con indudables efectos en la economía.

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Estos datos generales revelan la necesidad de entender la inversión en la educación oficial como un componente clave para reactivar la economía en el presente y en el mediano plazo, y para generar riqueza, pero, sobre todo, para luchar contra la pobreza, la inequidad y la violencia que carcomen la sociedad. La inversión en educación para mejorar la calidad se retribuye en formación de buenos seres humanos. 

La enorme segmentación social que existe en Colombia a la educación oficial asisten los niños y jóvenes provenientes de las familias de menores ingresos en la sociedad permite afirmar que la inversión en educación oficial es una transferencia directa para las familias más pobres y una oportunidad de desarrollo para sus jóvenes. 

Hay que mencionar que, para universalizar las coberturas en educación básica y media, a costos actuales, el país requiere más de $6 billones anuales (cerca de 1.600.000 niños y adolescentes entre 3 años y 16 años están por fuera del sistema educativo), y para avanzar en serio con la jornada única se deberían adicionar, por lo menos, otros $5 billones al año. ¿Mucha plata? No, se requiere voluntad política; recordemos el valor de los privilegios otorgados en las últimas reformas tributarias.

En educación se requieren recursos urgentes para invertir en infraestructura educativa, con el propósito de universalizar la cobertura, ampliar la jornada única y mejorar la infraestructura actual. En el Plan de Gobierno del presidente Duque se mencionó que se requiere la construcción adicional de 25.000 aulas para atender el déficit de cobertura y para la jornada única, para lo que se calculó una inversión de $3,8 billones.

Sin embargo, las necesidades de inversión más apremiantes en infraestructura educativa oficial tienen que ver con las viejas sedes educativas en las que se presta el servicio educativo; recordemos que, desde el año 2014, el Ministerio de Educación Nacional realizó, a través del Sistema Interactivo de Consulta de Infraestructura Educativa (SICIED), una encuesta que respondieron rectores sobre las condiciones de 9.176 sedes educativas: se encontró  que la infraestructura reportada tenía entre 40 años y 66 años de antigüedad y que el 25% de las sedes deberían ser reubicadas o reconstruidas porque se encontraban en situaciones de riesgo. 

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A pesar de la gravedad de este informe, ninguno de los dos últimos gobiernos se preocupó por elaborar un plan de mediano plazo, con los recursos que se requieren, por más de $10 billones, para mejorar la infraestructura educativa.

La infraestructura educativa obsoleta y de mala calidad es peligrosa para los niños y los maestros, porque las sedes no cumplen los estándares mínimos de sismoresistencia, al ser construidas hace más de 30 años, cuando en Colombia no existían regulaciones como la norma técnica colombiana NTC - 4595 de 2015, ni los planes maestros de equipamiento educativo, como el de Bogotá, cuyo último decreto (052) se actualizó en 2019. 

Luego la necesidad y las justificaciones para realizar un gran plan de infraestructura educativa en Colombia no tienen discusión, con la ventaja de que en este momento dicha inversión ayudaría a salir de la crisis, porque la construcción de colegios no es un asunto complejo, demanda insumos nacionales, genera empleo, propicia nuevos consumos y aporta al desarrollo regional y local por todo el país. La inversión en infraestructura educativa también contribuirá a reducir el desempleo juvenil y la informalidad laboral, al incrementar la cobertura escolar y retener a los jóvenes en el sistema educativo.

El profesor Hernando Bayona, de la Universidad de los Andes, encontró que una mejor infraestructura educativa reduce la deserción escolar. Además, diversos estudios encuentran correlación entre infraestructura educativa de calidad y avances en la calidad de la educación.  

Por ejemplo, la Universidad de Salford (Inglaterra) y un grupo de arquitectos en una investigación, que relacionó los vínculos entre el diseño de 34 aulas escolares, en siete escuelas primarias, y el aprendizaje de 751 alumnos, concluyen que, en igualdad de condiciones, se podría esperar que el rendimiento académico de un niño con una mejor aula de clase sea un 25% mejor que el de un niño equivalente en una aula más pobre. Ellos tuvieron en cuenta factores como iluminación, niveles de ruido, temperatura y calidad del aire, además se analizaron otras características como la flexibilidad del espacio, el almacenamiento disponible para útiles y elementos escolares en el aula y el color de paredes y otros materiales.

Imaginemos un aula escolar donde existen más de 1,7 metros por niño, bien iluminada, con los elementos escolares necesarios y un muy buen profesor, que, dadas las características físicas del entorno laboral, cuenta con los elementos que le permiten usar varios métodos de enseñanza, tales como oscurecer el aula escolar para presentar videos, cuando lo necesita; trabajar en grupos de diferentes tamaños y concitar la participación de todos; realizar trabajos de música, recreación, teatro en aulas especializadas o asistir con los estudiantes a laboratorios, bibliotecas y campos deportivos construidos y dotados para realizar educación de calidad. Para que esto ocurra se requiere desde el diseño de los edificios y aulas escolares, pensar y crear espacios flexibles que permitan los procesos de enseñanza y aprendizaje de calidad, pero, sobre todo, insisto, es imprescindible la voluntad política del Gobierno y de la sociedad para lograrlo.  

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