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La locura de vender Isagén costará $70.000 millones

El pésimo negocio de vender Isagén tiene además un oneroso costo para el país por la activación de una cláusula contractual.

Invitado
16 de enero de 2016

La pérdida de control estatal de Isagén ocasionará la activación de una cláusula contractual por $70.000 millones aproximadamente. Esa cláusula nace de un empréstito adquirido por Isagén en el año 2005 con la Power Trust Financial Limited, que tiene garantía de cumplimiento de la Nación y de la agencia estadounidense Overseas Private Investment Corporation, Opic. La Opic dio garantías y respaldó el crédito por ser una empresa de control estatal, para apoyar el desarrollo del sector eléctrico del país.

El saldo de la deuda a septiembre de 2015 eran $382.000 millones con una tasa de interés del IPC +5,25% y amortización semestral. La contrapartida de esa garantía es que si la empresa es vendida por el estado o este pierde su control se debe pagar inmediatamente el saldo por cancelar del crédito, pero compensando a la Opic los flujos de caja que dejara de recibir por concepto de intereses. En conclusión, la venta de Isagén acarrea cancelar una multa equivalente a $70.000 millones aproximadamente.

Lo anterior no ha sido contado al país por el Gobierno y sus funcionarios cuando tratan de justificar con sus argumentos, sin asidero financiero, que Isagén es un activo menos rentable que las 4G o que fue el cambio de un activo por otro.

Tampoco han contado a la opinión pública que 80 Senadores de la República manifestaron a través de misivas su desacuerdo con la operación y que 40 de ellos incluyendo al Presidente del Congreso escribieron sendas cartas dirigidas a los presidentes de las empresas interesadas en su momento, su desacuerdo con la venta. (Puede ver las cartas aquí)

Tampoco quisieron tener en cuenta que hay un proyecto de ley radicado iniciando noviembre pasado, el cual busca que el Gobierno tenga autorización del Congreso para vender los activos de la Nación porque son de los colombianos y no de los gobiernos de turno.

Lo anterior se suma al ya pésimo negocio que fue vender la segunda generadora de energía del país, después de que ha empezado recién a recoger los frutos del plan de expansión que inició hace diez años y que en 2015 se consolidó con la entrada en operación de Hidrosogamoso.

Las cifras financieras acumuladas a septiembre lo demuestran. La empresa generó 37% más energía que en 2014, aumentando sus ingresos 12% a $1,9 billones, con un Ebitda de $935.000 millones mayor en 88% al año anterior. Los costos operacionales bajaron $200.000 millones o un 17% y la utilidad operacional se duplicó para llegar a $756.000 millones.

Los buenos resultados han sido fruto de la entrada en operación de Hidrosogamoso y del hecho de que Isagén tiene vendido el 80% de su generación a clientes industriales y mayoristas a través de contratos en firme. Sin embargo ahora el Gobierno después de haber sido accionista durante la etapa de expansión se mostró desinteresado en cosechar los dividendos futuros que podía entregar Isagén al erario.

A cambio de Isagén que entrega dividendos y se pueden predecir con certidumbre sus flujos de caja, porque es un activo en explotación con un negocio ya maduro, el Gobierno piensa que las carreteras van a rendir igual cuando ni siquiera se conocen los flujos de caja proyectados de esas vías y además existen mayores riesgos por ser proyectos que iniciarán su construcción.

Queda por conocer los supuestos que se usaron para valorar Isagén y si se incorporó a su precio el valor monetario de la posición de mercado de la empresa y su capacidad para emitir bonos de carbono así como el crecimiento de la demanda eléctrica de Colombia que se espera sea mayor al 4% en los próximos años.

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