Opinión Online

La junta directiva como factor de competitividad

Una buena junta directiva es factor determinante para el alto rendimiento de una empresa. Conozca las 5 reglas de oro para mejorar su desempeño.

Invitado
12 de noviembre de 2015

Ram Charam, en el interesante artículo, Why Companies Fail, señala que una de las causas más comunes en los colapsos de empresas como Enron, Arthur Andersen, Global Crossing, Lucent, se debe, entre otras, a juntas directivas que funcionan mal. En Colombia el caso más conocido fue la empresa bursátil Interbolsa. Nuestra práctica investigativa en INALDE nos ha demostrado que los CEO’s le prestan poca atención al funcionamiento de su junta directiva.

Autores como Charam y Montgomery señalan que una de las causas más imperceptibles de los grandes fracasos empresariales se debe a un débil gobierno corporativo, en el que las juntas directivas muestran un bajo desempeño debido, principalmente, a un excesivo protagonismo del CEO y un escaso liderazgo del presidente de la junta.

Asimismo, los problemas de las juntas directivas suscitan poco interés y entusiasmo en los CEOs. Es muy común percibir cierto desánimo y temor a la hora de generar cambios porque estos, a su vez, afectan la estructura de poder de la organización, lo cual no deja de ser riesgoso y conflictivo. Sin embargo, puede tener consecuencias desastrosas el no detectar a tiempo las luchas internas de poder o los sistemas de cuotas que le resten independencia a la junta.

¿Cómo podemos mejorar el desempeño de nuestras juntas directivas? 

Regla #1: Hay que devolverle a la junta directiva su papel natural: la deliberación ordenada y preparada de sus miembros. Este hecho implica dos supuestos fundamentales: que los miembros estudien y lleguen preparados a la junta y que cuenten con la experiencia necesaria.

A modo de ejemplo, podemos decir que participar de una junta directiva es como dar una clase. Es decir, una junta directiva requiere de un tiempo razonable para la preparación. Todo buen profesor sabe que existe una proporción entre las horas de clase y las horas de preparación. Sucede lo mismo con las juntas directivas.

En una buena junta directiva se envía con anticipación el material de estudio para la preparación con el fin de que los miembros puedan hacer buenas preguntas sobre la compañía, el sector, el momento de la economía o las disyuntivas estratégicas que están atravesando. En este punto, los miembros de la junta ya deben haber recibido una inducción de la empresa y especialmente, de los servicios y productos que la empresa ofrece.

Ser miembro de junta es una tarea profesional de enorme responsabilidad. No es solo para aquella persona que tiene tiempo de sobra o mucha experiencia profesional. Por el contrario, es para personas ocupadas, inmersas en el mundo de la competitividad, estudiosas, reflexivas y con experiencia directiva.

Regla #2: Evite las Juntas “libreteadas”. Lo usual es que la Junta vaya “tan preparada” por el CEO que no se da espacio al análisis o la discusión. Es común observar a los CEOs preparar con mucho tiempo sus juntas, sus presentaciones y ensayar largas horas con su equipo de dirección para que todo quede con respuestas precisas, como si fuera un examen. En estos casos, el exceso de diapositivas puede terminar ahogando la deliberación. Por eso, hoy en día, la gran amenaza para una buena junta directiva es la actitud, en exceso, magistral de los CEOs.

Cuenta Ram Charam que John Smale, ex CEO de Procter and Gamble describe esta situación de manera muy precisa, señalando que los miembros de junta directiva saben muy poco de la empresa aparte de lo que les cuentan sus directivos, porque es tal el volumen de información que no queda mucho espacio para hacer preguntas.

Regla #3: Es clave que en la nominación de los miembros y del CEO se garantice la independencia y la objetividad. El no hacerlo conlleva a juntas directivas que no son realmente, independientes o por lo menos, la selección de sus miembros, obedece a criterios como el amiguismo o las referencias pero no a las dinámicas y necesidades estratégicas de la compañía. Esto genera “mangualas” con el CEO y reciprocidades que empañan el análisis serio y constructivo. Lo anterior desdibuja uno de los principios fundamentales del gobierno corporativo que consiste en el deber de los miembros de junta de representar y defender los intereses de la empresa. Por estas razones, una de las principales recomendaciones que hacemos los profesores de gobierno corporativo es crear comités de nominaciones al interior de las juntas directivas.

Regla #4: Construir colegialidad y unidad en las decisiones. Quizás es lo más difícil. Así como se requiere unidad de propósito, respeto y confianza, es fundamental que en las juntas directivas las diferencias deban verse en la lógica de un gobierno de unidad donde los miembros deben cerrar filas y apoyar la decisión una vez se ha tomado, así esta no sea compartida por todos. 

Regla #5: Cuidar la agenda y el tiempo de las sesiones. Una junta directiva no puede seguir la lógica tradicional de la eficiencia de las reuniones. Si bien, sus tiempos no pueden ser interminables, también el análisis de muchos temas requiere de maduración y pausa. La dificultad consiste en la fijación de un orden del día de 8 o 10 puntos para 2 horas. Y luego, la decisión, fuerte y trascendental, se pide en el punto de proposiciones y varios, cuando todos los miembros ya tienen la presión del reloj y deben partir.

Estas razones, nos llevan a concluir que pensamos mucho tiempo en la cara visible de la empresa: clientes, proveedores o empleados, lo cual está bien, pero también es necesario trabajar en la cara invisible de la empresa que es la junta directiva, porque allí se gesta el éxito o el fracaso.