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Regreso del futuro: El fracaso de las predicciones del 2008 sobre el giro del mundo

Los pronósticos efectuados en el 2008 resultaron fallidas aspiraciones de algunos futuristas que pasaron por alto que la economía es un reflejo de las sociedades.

Invitado
26 de octubre de 2015

La crisis financiera que explotó en septiembre de 2008 con la caída de Lehman Brothers permitió a algunos pronosticar el fin del rol económico dominante y la arrogancia de los Estados Unidos, el fin del capitalismo salvaje que justificó la exagerada libertad del sistema financiero y su aparente ruina, el nacimiento de nuevas potencias mundiales venidas de algunas economías emergentes. 

Los países del BRIC vislumbraban un nuevo orden universal y sin que fuera claro cuál sería su rol, se anticipaba una influencia regional que reemplazaría la de los países ricos, desplazándose el eje económico alrededor del cual giró el mundo desde la finalización de la guerra fría. Pintorescos gobernantes aprovecharon la ocupación de algunas potencias lidiando con sus crisis financieras, para crear bloques de países pobres que se burlaban del decaimiento de aquellas en la diplomacia. 

Por un momento pareció que la riqueza fluyera de manera inversa y se consideró una gran oportunidad. Y lo fue, pero siete años después las predicciones del futuro lucen opacas y no sorprende que las cosas se reacomoden siguiendo la lógica del pasado.

La sociedad americana mantiene un liderazgo intelectual y una democracia real que garantiza no sólo en el papel, la igualdad de oportunidades, el éxito del trabajo, la creatividad y la iniciativa privada. Europa occidental, por su parte, no modificó el carácter de una sociedad igualitaria, reconstruida como tal luego de la segunda guerra mundial, que con el sueño de unidad ha uniformado sus estándares de acceso a la educación, salud y seguridad social. Tanto los Estados Unidos como la mayoría de los países de Europa Occidental tienen niveles de percepción de corrupción entre los más bajos del planeta.

Son sociedades fuertes estructuralmente que pueden capotear una crisis económica con disciplina.

Rusia, China y Brasil, por su parte, conservan una percepción alta sobre corrupción y subsisten grupos que orientan la marcha del Estado hacia finalidades individuales y no colectivas, hay aún una notoria dificultad en el asenso social y podría afirmarse que a pesar del momento económico que les brindaron estos años los altos precios de las materias primas, la bonanza generó amplios beneficios para una limitada porción de la población.

La influencia de Rusia a nivel regional es herencia de su pasado como potencia armamentista, no de su economía, y sus acciones militares en países vecinos resultan paradojas de su propia debilidad financiera. Brasil no escapa aún de la huella de la corrupción y de decisiones populistas en el manejo económico. China aún lucha por brindar a su pueblo niveles reales de confort general, pero a costa del sacrificio de sus tradiciones, medio ambiente y de los cerca de 67 millones de hijos abandonados en el campo por sus padres que van a trabajar en la ciudad (left behind children).

De los pronósticos efectuados en el 2008 resultaron fallidas aspiraciones de algunos futuristas que pasaron por alto que la economía es un reflejo de las sociedades. Y no es novedad alguna que la riqueza crece más fácilmente en una sociedad democrática y con estructura de valores, que en sociedades sin educación y concentración del poder real. 

La crisis inspiró cambios importantes en el manejo financiero global, seguramente no se repetirán los mismos escenarios que llevaron al mundo a temblar exageradamente en el 2008, y algunos países como Chile consolidaron su economía y desarrollo. 

Pero una lección indudable es que la caída o elevación de las naciones es ante todo una cuestión cultural. Y nos falta mucho trecho aún en Colombia.